Capítulo 21

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CASSIA

Leía plácidamente en la cama El Jardín Secreto por séptima vez —siempre ha sido mi clásico juvenil favorito, además, es el libro sobre el que trabajo en clases— cuando papá se asomó en la entrada de mi habitación para anunciar que teníamos una reunión importante en las próximas horas. «Busca uno de tus mejores vestidos, hija. Esfuérzate» dijo. Me negué. Puse como excusa que debía ir a dormir temprano porque estaba agotada. No le importó. Se marchó a la planta baja para cerciorar los últimos detalles.

Largo un suspiro pesado. No puedo quejarme. La estancia es un lugar maravilloso. Mi padre ha sido gentil en darme un espacio hasta que me pueda establecer. Eso es justo lo que haré en cuánto tenga mis primeros sueldos. Salir de aquí. Hallar un sitio modesto que sea solo mío, donde no tenga que cumplir con los mandatos familiares.

Paciencia. Es lo que necesito ahora.

A regañadientes, hurgo el armario hasta seleccionar un vestido color ciruela que jamás usé. Aún conserva la etiqueta. En la ciudad, uno de mis entretenimientos cuando estaba sola —la mayoría del tiempo— era salir de compras. Recorría shoppings. Curioseaba en callejuelas pintorescas y tiendas de segunda mano, donde hallaba prendas únicas fieles a mí estilo. Aunque en este caso, el vestido que elegí lo compré en una tienda de una reconocida diseñadora. En el instante en que lo vi detrás del escaparate, fantaseé que Jared me llevaría a la fiesta de fin de año que organizaban en su trabajo, pero finalmente no tuvo la amabilidad de invitarme. Tampoco notó que me había comprado una prenda especial para la ocasión. Tras vestirme, me desarmo el cabello trenzado y lo dejo caer libremente.

Debra aparece en la habitación minutos después de maquillarme. Me hallo estática frente al espejo. Mis ojos están llenos de lágrimas.

—¿Y eso? —pregunta animada.

—Lo tenía guardado —respondo. Contengo las lágrimas—. Iba a usarlo para ir a una fiesta con Jared a la cuál nunca me invitó. ¿Te gusta?

—Oh, cariño. Te ves bellísima —menciona dulcemente—. Él no te merecía. Ni un poquito, ¿sabes?

—Papá no piensa lo mismo. Me recuerda a diario que lo perdí.

—No, Cassia. Jared te perdió a ti —pronuncia con firmeza—. Jamás se te ocurra volver con él. ¿Me escuchaste, cielo?

—Volver con él nunca me pareció una posibilidad —aclaro—. A veces extraño lo que fuimos. O bueno, lo que creí que fuimos. Extraño pasar las horas buscando imágenes en internet sobre el casamiento, el vestido, las alianzas, la decoración —tuerzo una sonrisa triste—. De verdad me hacía mucha ilusión casarme. Es una tontería —arrugo la nariz.

—No, no lo es. Ten por seguro que lo harás. Tarde o temprano sucederá. Solo tienes que esperar al indicado —Debra me guiña un ojo en complicidad.

Entre tanta hostilidad, es lindo sentir comprensión.

—¿Rhys vendrá a cenar? —pregunto. No lo he visto en la casa desde hace días.

—Está en un viaje de trabajo.

—¿Qué clase de trabajo? —arrugo el entrecejo.

Debra hace un ademán con la mano restándole importancia.

—Asuntos de Rhys y tu padre. No me entrometo en esas cosas. ¿Bajamos?

—Bajaré luego.


Las heridas que sanamosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora