capitulo 3|Su sonrisa

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Chiara oliver.

Hoy me desperté alrededor de las 10 de la mañana. decidí que iba hacer un día productivo así que me encargue de ayudar en la casa, ordenar mi habitación y mi armario que estaba hecho un desastre, y ya por la tarde iría a la cafetería para conversar sobre cómo iban a ser mis nuevos horarios de trabajo, y por supuesto, conversar sobre cómo iba a funcionar mi espacio favorito de la cafetería.

La señora Lua me dijo que ella no tenía problema con que me tomara unos días para volver ambientarme, pero la verdad es que no tenia mucho por hacer y me gustaba estar allá. cuando decidí irme por dos meses, La señora Lua nunca me dijo nada; ella sabía que no estaba en mi mejor momento, así que me dijo que no había drama y que volviera cuando yo quisiera, que siempre sería bienvenida.

—Kiki, llevo esperándote 15 minutos. ¿Qué es lo que tanto haces en el baño? —escuché a Martin hablar desde el otro lado de la puerta.

—Martin, ya voy. ¿Acaso ahora no se puede estar ni tranquila en el baño? —respondí enojada

—Kiki, tendría que haber llegado hace 10 minutos. Tú solo vas a cuadrar las cosas con la señora Lua, en cambio yo tengo que trabajar —dijo Martin, tocando todo el rato mi puerta para molestarme.

Abrí la puerta y Martin salió corriendo. —Capullo de mierda, ven aquí! —dije persiguiéndolo.

***

—Entiendo, señora Lua, entonces los martes, jueves y viernes trabajo por las tardes —dije con una sonrisa, estaba contenta de volver.

—Sí, hija mía, y en cuanto a tus minis conciertos, sabes que puedes hacerlo cuando estés libre o después de terminar tu trabajo. A cualquier hora o cualquier día, siempre será un placer escucharte.

Sonreí al escucharla. La señora Lua tiene 65 años y es como una abuela para mí. Es muy agradecida y también una señorita bastante chismosa, pero hablando en serio, de verdad que es una persona maravillosa. La quiero y admiro un montón.

—Muchas gracias, señora Lua. Cuente conmigo, ahí estaré.

—Kiki!, Kiki! —llegó Martin hacia mí, un Martin bastante acelerado que hizo que me preocupará de inmediato.

—¿Qué pasa, Martin? —pregunté.

—Juanjo se ha quedado tirado con el auto, se le acabó la gasolina en mitad de la carretera. Necesito ir ayudarle, cúbreme, porfa

Sentí que volvía a respirar; me había asustado. Y no es por minimizar la situación, pero es que entre él y Ruslana, me iban a terminar provocando un infarto. A veces no tenían en consideración eso de comunicar las cosas con más cuidado.

—No problem, Martin, tienes la suerte de que justo vine —dije guiñándole un ojo.

La señora Lua nos miraba sonriente hasta que habló.

—Y eso de si te puedes ir, ¿no tendría que preguntármelo a mí, jovencito?

—Perdón, señora Lua, ¿puedo salir a por Juanjo y que Kiki me cubra? —dijo Martin, haciéndole un puchero.

—Estoy bromeando, hijo mío. Vaya a por su hombre. Dígale de mi parte que para la próxima se invente una excusa más creíble — dijo la señora lua dándole un golpecito en el hombro a martin

Yo y ella nos reímos, pero a Martin al parecer no le había dado mucha gracia el chiste.

El reloj marcaba las 7:00 en punto. Hoy cerrábamos a las 9, pero hoy mi horario era hasta a las 8. Nuestro otro compañero me iba a cubrir en lo último que quedaba. En realidad, cubrir a Martin porque yo ya había cumplido con mi horario. quería ponerme a cantar y tocar un ratito. Hoy había bastante gente, así que tenía que aprovechar.

Más que una segunda oportunidad//kiviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora