Capitulo 29|Te necesito

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Chiara Oliver

No pude..

Esta vez no pude hacerlo.

Es sumamente complicado describir las sensaciones que experimento 5 minutos antes de sentir el impulso de querer acabar con todo. En ese momento, solo deseo sumergirme en la oscuridad, ya que la luz no me brinda nada. Nada que me permita aferrarme, nada que me dé esperanza.

No sabemos qué hay después de la muerte, pero hay algo dentro de mí que me hace aferrarme a la idea de que quizás, solo quizás, la verdadera luz esté del otro lado.

En ese instante, la oscuridad parece ser la única opción, el único refugio. Pero después de todo sigue habiendo una parte de mí que se resiste, que busca aferrarse a algo, cualquier cosa, que me permita seguir adelante. Es un sentimiento contradictorio, un forcejeo interno.

Durante y después de mi relación con Nicole, la muerte se convirtió en una obsesión constante. Fantaseaba con ella, la pensaba muchas veces, pero nunca me atreví a dar el paso. Sin embargo, cuando finalmente lo intenté, no pensé en nada. No había vuelta atrás en ese momento.

Durante meses, los pensamientos de muerte me acosaron, pero lograban esfumarse temporalmente cuando mi mente se ocupaba en otras cosas. Mi familia y amigos se preocupaban, y con razón. Querían que buscará ayuda psicológica, pero yo me resistía.

Sé que la necesito, que la necesito ahora más que nunca. Pero no puedo, no quiero. El miedo a revivir los traumas del pasado es abrumador. Aunque intento convencerme de que son solo recuerdos, la verdad es que me atormentan cada día.

Muchas veces he dicho que la necesito y no la busco, siempre hablo de eso, pero nunca hago nada.

La idea de enfrentar esos demonios de nuevo me paraliza. A veces prefiero vivir en este limbo de dolor y desesperanza antes que arriesgarme a revivir el infierno que ya viví.

No puedo sanar, y no sé si realmente quiero hacerlo. Porque si sanar implica recordar y revivir el dolor, no sé si podría soportarlo

En cuanto a mi salud mental, me he hecho promesas que no he podido cumplir. A pesar de mi buena voluntad, siempre acabo haciéndome daño, ya sea psicológica o físicamente. Es un ciclo que no logro romper.

Eso ha seguido creciendo, expandiéndose como una sombra oscura que me consumía por completo, hasta que llegó Violeta a mi vida. La misma chica que ahora está al otro lado de la puerta, suplicándome que le dé alguna señal de vida.

Martin y Ruslana habían estado intentando que reaccionara, pero llegó un momento en que me sumí tan profundamente en mis pensamientos que dejé de escuchar todo lo que me rodeaba. Me aislé en un mundo de oscuridad y dolor, donde nada más parecía existir.

Vacía y rota

Así me sentía. Completamente desconectada del mundo. Dejó de importarme todo, incluyendo mi propia existencia. Solo existía, sin propósito ni dirección. Era como si estuviera flotando en un vacío emocional.

Nunca podré explicar con palabras exactas lo que siento en este momento. Pero si tuviera que encontrar una analogía, sería como caminar por la calle y de repente, todo se apaga. No hay nadie más que tú. No importa nadie más que tú.

Te sientes sola, incomprendida y aislada. Y sientes que siempre te sentirás así. O peor aún, que cuando crees que estás "bien", es solo tu cerebro engañándote, distrayéndote hasta que el dolor y el sufrimiento regresen, pero esta vez, mucho peor.

Te sientes en una cuerda floja, balanceándote precariamente entre la vida y la oscuridad. La incertidumbre es agobiante, y el miedo a caer es constante.

Más que una segunda oportunidad//kiviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora