Capitulo 33|Feliz cumpleaños

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Violeta Hodar.

—¿Cómo no vas a significar nada para mí, Violeta? Si lo er...

De un momento a otro, empiezo a ver cómo suelta un gimido de dolor. Me acerco rápidamente a ella.

—¿Qué te pasa? —pregunto, preocupada, mientras me acercaba al ver que levanta el tobillo.

—¿Qué sientes, Kiki? —vuelvo a hablar, acercándome más a ella, con la intención de ayudarla.

Se estaba medio tambaleando y temía que se cayera. Su rostro reflejaba dolor.

—Me dio una punzada fuerte en el tobillo —dijo, aún con dolor, apretando los dientes.

—Chiara, ¿podemos ir dentro? por favor. Te dije durante la semana que tenías que usar las muletas. El doctor te lo dijo.  Te dijo unas cuatro semanas o más dependiendo de como te ibas recuperando, y solo llevas dos —le recordé, tratando de ser suave pero firme.

—Vale, entremos, pero ayúdame, me duele al pisar — Pidió, con la voz llena de dolor.

Finalmente, entramos y la senté en el sillón. Le puse un cojín para que dejara el pie levantado y se sintiera más cómoda.

—Chiara, no has hecho bien el tratamiento. El otro día te pusiste a correr por la casa. Has tocado piano y hasta guitarra. No has descansado ni el brazo ni el tobillo.

—Pero es que no me dolía, Violeta —respondió tratando de justificar su comportamiento—. Puedo caminar super bien y el brazo lo puedo mover bastante bien. Durante la semana en el hospital y la anterior, he reposado mucho y lo sabes. Recién esta semana me puse a hacer más cosas, porque pensé que ya estaba mejor.

Y era verdad, sinceramente. No había tenido dolores ni de cuerpo, incluso. Lo estaba llevando bastante bien, considerando la gravedad del accidente que había tenido.

—Pero no importa, Chiara —insistí con firmeza—. ¿Ves que ahora si te duele? Debe ser porque no te lo has cuidado bien. No has usado muletas. Solo tienes esa férula en el pie y en el brazo, y te la has sacado para tocar piano. Y puede tener consecuencias graves.

—Violeta, he seguido todo lo que el doctor me ha dicho y dado — se defendió —. Lo he cumplido, menos eso, pero porque no me dolía y pensé que estaba bien.

Estaba bastante enojada porque sabía que le estaba doliendo mucho y era porque no se había cuidado bien. Y también me sentía culpable por no haberla regañado tanto, por no haberla obligado a descansar más. Pero en realidad, estaba más enojada y molesta por lo que había pasado antes. Estaba muy dolida.

Me había dolido que me haya dicho que no éramos nada. ¿Cómo puede pensar que no somos nada después de todo? ¿Después de todos los momentos que hemos compartido? Me duele, me hiere profundamente. Entiendo todo lo que ella siente, la comprendo cada día, hago todo para que esté bien, para que se recupere... ¿y qué? No sirve de nada. Solo sirve para que me diga que no somos nada. Absolutamente nada.

Lo peor de todo es que yo sé que ella no lo dijo literalmente. Sé que lo dijo en base a sus miedos e inseguridades profundamente arraigados, que la acechan desde hace tiempo. Quizás yo también me asustaría al saber que nos comportamos como una pareja y que no lo somos oficialmente. Pero la verdad es que a mí me da igual.

Con Chiara, me siento segura, protegida y amada. Siento que lo tengo todo, que nada falta en mi vida. Y me daría igual si lo oficializamos ahora, mañana o dentro de muchos meses. No necesito un título para saber que estamos juntas, que somos una pareja en todos los sentidos.

Para mí, solo era un título de algo que ya tenemos, algo que ya vivimos y sentimos. Obviamente, quiero ser su novia, quiero que el mundo sepa que estamos juntas, que somos una pareja.

Más que una segunda oportunidad//kiviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora