"En un beso, sabrás todo lo que he callado"
Pablo Neruda.
Calypso
Confesiones íntimas.
Tengo que dejar la boca abierta para que el aire entre en mis pulmones vacíos. Lykos no me da tregua con sus embestidas cambiando aveces con movimientos circulares de caderas.
Rodamos sobre la cama quedando yo sobre él. El contacto visual me está volviendo loca. Hace de lado mi cabello antes de besar mi cuello y dejar marcas.
Mis caderas son las que hacen el trabajo ahora, me muevo lentamente siguiendo el ritmo de sus besos sobre mi cuerpo.
El acto es más romántico, más tierno y pasional.
—Sí, así.
Se aferra con sus brazos a mi cuerpo pegándome a él moviéndonos los dos al mismo tiempo.
Siento que me voy a venir, el cuerpo me tiembla, mis paredes vaginales se contraen. Lykos se da cuenta y empieza a moverse aún más fuerte sin parar ni para respirar.
—¡Lykos! —mete una mano entre nuestro cuerpo y se encuentra con mi órgano de placer— ¡Oh dios, sí!
Tiemblo sobre él presa de las sensaciones que están experimentado mi cuerpo débil.
Su miembro se agranda dentro se mí tocando ese punto que detona mi orgasmo y le mojo no solo a él sino también la cama con el líquido que sale de mí con su mano frotándome el clítoris sin piedad de mi estado ya casi inconsciente.
Sale de mí tras vaciar hasta la última gota de su semen en mi coño. Me deja acostada boca arriba a su lado con los ojos cerrados tratando de volver mi respiración a la normalidad.
—Te amo, preciosa.
Aún con los ojos cerrados, siento su dedo delinear el centro de mi pecho. Subiendo y bajando.
Siento su respiración en mi cara, entonces abro los ojos poquito a poco.
Yo no quiero dañar este momento tan mágico y fuerte que acabamos de crear. Y al callarme es lo que pasará.
Ya sabe que lo amo y no veo la necesidad de estarle diciendo todo el tiempo.
Me acerco a él, dejo besos por todo su cuerpo, bajando a su miembro listo otra vez para otra ronda. Subo mis ojos sobre él y tiene los ojos en cada paso que doy en su cuarto.
—Quiere más, y yo también te amo — sonreímos los dos.
Me anima a tomar su miembro completamente en la mano y así lo hago. Está caliente y las venas le marcan en toda la longitud. Dejo un beso en su punta antes de meterlo completamente en mi boca.
Oírlo soltar maldiciones con tanto intensidad es mi señal para aumentar el ritmo de mi boca y de mi mano sobre su pene. Con mi otra mano libre, empiezo a masajear sus huevos haciendo que gruñe fuerte.
Saco su polla de mi boca salpicando saliva. Miro la imagen que tengo delante de mí y sonrió. Lo tengo justo donde quería. Preso del deseo y con la guardia baja.

ESTÁS LEYENDO
LA RULETA NEGRA [+21]
RomanceCalypso tenía una vida apacible en España, hasta que la tragedia la obligó a dejarlo todo atrás. Ahora, en las gélidas sombras de Canadá, se ha convertido en una mujer calculadora, guiada solo por la sed de venganza. Su única misión: hacer pagar a l...