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Advertencia +18

Los jadeos en la habitación eran lo único que se escuchaba, un eco íntimo que llenaba el aire. Cada beso de Azriel hacía que Dalia se sintiera más cerca de la locura; sus labios ardientes despertaban sensaciones que la arrastraban al abismo.

—Ahora vuelvo, espera un segundo —dijo Azriel, su voz suave.

Dalia asintió, la expectación marcando sus rasgos mientras él se alejaba. Sus ojos lo siguieron. Él iba a buscar hielo.

—Ya está —dijo Azriel, riendo, con esa chispa traviesa.

Azriel tomó un cubito de hielo, y, con un gesto juguetón, lo colocó en su boca. La mirada de Dalia se iluminó con curiosidad mientras él se acercaba.

Con delicadeza, Azriel empezó a pasar el hielo en su abdomen, y Dalia se estremeció por el frío, una sensación inesperada que la hizo reír mientras su piel se erizaba.

Después se colocó otro en la boca y lo paso por los pechos erectos de su esposa, ella gemia por esa sensación nueva. La lengua de Azriel lamio toda la línea de agua que dejó el hielo.

—Solo tú —dijo Azriel, su voz baja y llena de intensidad.

Entrelazó sus dedos con los de Dalia. Sin previo aviso, se inclinaron el uno hacia el otro, sus labios encontrándose en un beso profundo que robó el aliento a Dalia. La calidez de su cuerpo la envolvió mientras la lengua de Azriel se deslizaba con destreza en su boca, explorando cada rincón con una pasión voraz.

Bajo su mano, hasta las bragas de su esposa y metió su mano en ellas, llego hasta el clitoris de su lirio que estaba húmedo y hizo movimientos circulares a su clitoris.

Dalia jadeo sorprendida y miró a Azriel.

Azriel se levantó su dedo y se adentro en su vuelva, sintió como ella se estremeció y poco a poco empezo a abrirse camino, si iban a hacer el amor, lo harían con paciencia y cuidado. Pero al ver como ella empezaba a menear las caderas, dio una embestida con sus dedos.

—¡Ah! Azriel—se quejó, era raro, ella sentía placer y dolor.

Dalia jadeó, al sentir como Azriel devora sus pechos, y esa sensación no iba acabar por que seguía jugueteando su entrada.

Con delicadeza, tomó un trozo de hielo y lo rozó sobre las bragas de su esposa. Al instante, Dalia jadeó de sorpresa, su rostro retorcido en una mezcla de placer y excitacion.

—Yo creo... Creo que estoy lista—murmuró Dalia, sintiendo su corazón acelerarse.

Su mano temblaba ligeramente, deteniendo a Azriel.

—No te preocupes, amor —dijo Azriel, acariciando suavemente la cintura de su esposa.—Seré delicado —respondió suavemente al llamado de Dalia.

Se acercó a la entrada de Dalia. Y con un movimiento rápido, bajo el cierre de su pantalón, su pene hizo fricción en la entrada de ella. Empezó a entrar suavemente en Dalia, tratando de no lastimarla.

Al instante, Dalia gimió de dolor al sentir como su esposo penetró y Azriel susurró un poco, una mezcla de dolor y alivio, Dalia estaba muy tensa y apretada.

Azriel inclinó la cabeza y besó suavemente el cuello de su esposa, buscando tranquilizarla con cada roce de sus labios. Luego, mordió delicadamente la piel suave de Dalia, y ella jadeó, la sorpresa de la caricia recorriéndole el cuerpo. Sin embargo, ya no estaba tensa; en un impulso rápido, hizo un movimiento para entrar más rápido.

Flor del malDonde viven las historias. Descúbrelo ahora