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Dalia caminó lentamente hacia Azriel.
Se arrodilló junto a él, mientras observaba su mano, apretada en un puño. Un temor palpable se apoderó de ella. Con delicadeza, colocó su mano sobre la de él..

Azriel la miró por un breve segundo. Sin embargo, pronto desvió la mirada hacia el suelo, como si la profundidad de su dolor fuera demasiado para soportar. Dalia sintió una punzada en su corazón al ver la lucha interna, que estaba cargando su esposo.

Aunque estaba al lado de él, parecía haber una distancia insalvable.

Dalia suspiró profundamente y, con manos temblorosas, sostuvo el rostro de su esposo. Quería que él la mirara, que la viera a los ojos y entendiera el amor que sentía por él. Con ternura, acarició sus mejillas con el pulgar, limpiando las lágrimas que surcaban su piel. Se acercó lentamente y besó suavemente sus labios. Azriel lloraba.

—Lo siento —dijo él, su voz herida y quebrada—. Lo lamento mucho, mi amor.

Dalia sintió que las lágrimas también comenzaban a brotar de sus propios ojos.

—No, yo lo siento —respondió, su voz entrecortada por la tristeza—. Estaba tan triste por no poder darte un bebé —tragó en seco, la carga de su dolor casi inaguantable—. Pensé que ya no me amarías.

Azriel inclinó su rostro en la mano de su esposa, como buscando consuelo en su toque.

—¿Por qué no entiendes que te amo? —dijo, su voz llena de sinceridad—. No importa que no tengamos un hijo, solo te amo a ti. —Besó delicadamente la mano de Dalia, su gesto impregnado de devoción—. ¿Acaso no es suficiente?

—Claro que lo es —respondió Dalia, temblando de miedo ante la vulnerabilidad de su corazón—. Eres todo lo que necesito.

Azriel no pudo resistir más. La atrajo hacia él, sus labios se encontraron en un beso.

El beso se intensificó, como si cada caricia fuera un intento de borrar las inseguridades que los habían atormentado.

El dolor que había oscurecido su vida. Pero después de todo, ellla lo amaba y ahora estaba segura de entregar su corazón.

Azriel rió suavemente mientras empujaba la puerta, Dalia lo siguió, sus labios aún buscando los de él, atrapada en un abrazo

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Azriel rió suavemente mientras empujaba la puerta, Dalia lo siguió, sus labios aún buscando los de él, atrapada en un abrazo.

Cayeron en la cama, un torbellino de risas y caricias. Azriel, con deseo y ternura, besó suavemente los senos de Dalia.

—Solo tú —murmuró, mirándola a los ojos, sus iris encendidos como llamas.

Dalia sintió que su corazón latía con fuerza ante la intensidad de su mirada.

—Únicamente tú —respondió, su voz suave mientras le devolvía el beso.

En ese momento, todo lo demás se desvaneció. Eran solo ellos.

Azriel continuó besando a Dalia, sintiendo la calidez de su piel bajo sus manos. Sus dedos exploraron lentamente las suaves curvas de las piernas de su lirio. La piel de Dalia se erizo ante su toque, parecía sentir fuego cada vez que la tocaba.

Con un movimiento delicado, Azriel subió sus manos hasta las bragas de ella, sintiendo la suave tela entre sus dedos.

—Te amo, Dalia —murmuró, su voz profunda mientras observaba cómo su mujer jadeaba, sus labios rosados y llenos de saliva tras tanto besarse.

—Te amo, más —respondió ella, un poco desorientada.

Azriel deslizó suavemente las bragas de Dalia, acercándose a ella. Su boca succionó aquellos pliegues, y comenzó a explorar con cuidado, creando un torrente de sensaciones que hizo que Dalia gimiera.

Apretó suavemente las piernas de Dalia. Ella se sintió atrapada entre las olas de placer y delirio.

—Ah... yo... —su voz se quebró, y en un instante, la llevó a un clímax.

Con el corazón acelerado, Azriel se tomó un momento para mirarla a los ojos, buscando su consentimiento en  Dalia, asintió.

Azriel entró en ella, sintiendo cómo sus cuerpos se unían en una perfecta sincronía. Sus manos se entrelazaron con ternura, mientras sus movimientos eran lentos y de liberados.

Las heridas del pasado parecían desvanecerse, dejando solo un espacio sagrado donde podían entregarse el uno al otro. Después de todo se amaban con intensidad.

Cada caricia, cada susurro, era un recordatorio de que solo existían ellos en ese momento...

Azriel se movió dentro de ella con más rapidez, sintiendo cómo la electricidad recorría su cuerpo en cada embestida. Las sensaciones se intensificaban, y no podía evitar dejarse llevar por la vorágine de placer que los envolvía.

Dalia jadeaba, su respiración entrecortada, jadeaba cada vez que el llegaba tan lejos, su aliento y el de él se mezclaban, el olor a mandarina y pino se enlazaron.

—Ah, Azriel... —susurró, sintiendo cómo sus palabras se transformaban en un gemido de satisfacción.

Él la observaba con intensidad, notando cómo sus ojos se cerraban de placer. Con un movimiento decidido, levantó las piernas de Dalia, posicionándola de manera que sus cuerpos se encontraran más profundo.

Dalia jadeaba, su cuerpo temblando de placer. En un instante de éxtasis, sintió cómo su cuerpo respondía, y  fue entonces cuando experimentó un squirt, un clímax que la dejó sin aliento, y su grito de placer resonó en la habitación.

Azriel, completamente perdido en la, se inclinó hacia ella, sus labios cerca de su cuello. Con un impulso primitivo, mordió suavemente la piel de Dalia, dejando marcas de deseo mientras su saliva se mezclaba con el sudor de su piel.

Colocó sus manos firmemente en la cadera de Dalia. Con un impulso apasionado, comenzó a dar fuertes estocadas, cada golpe resonando en la habitación y haciendo que la cama rechinara. La intensidad del momento se multiplicó, y Dalia jadeó, sus labios apenas susurrando:

—¡Azriel!

Él gruñó, dejándose llevar por la oleada de deseo que los envolvía. Las estocadas eran incansables, y Dalia sentía cómo cada movimiento los acercaba más a un clímax explosivo. Su cuerpo se retorcía de placer, y ella apenas podía contener los gemidos que brotaban de su garganta.

Finalmente, con un último empuje potente, Azriel alcanzó su orgasmo, un rugido de satisfacción lo lleno.

En medio de su orgasmo, continuó moviéndose dentro de Dalia, sintiendo cómo la oleada de placer lo envolvía por completo. Con cada embestida, dejó su semilla en ella.
Cuando finalmente se detuvo, Azriel, con un gesto celoso, puso su mano sobre la entrada de Dalia, asegurándose de que nada de lo que le pertenecía saliera de su interior. Dalia suspiró encantada, una risa suave escapándose de sus labios mientras disfrutaba de la posesividad de su esposo.

—Siempre tan celoso, Azriel —dijo, su voz llena de diversión.

Dalia notó que la marca en su piel comenzaba a brillar con una luz suave y resplandeciente, pero Azriel, perdido en sus propios pensamientos, no se dio cuenta.











Hola!

Por alguna razón este capítulo de la nada me aperieron números y el capítulo se perdió.

De igual manera, no pasa nada lo tengo ya corregido, pero aún así me preocupa que pase estas cosas, no se si es normal.

De igual forma se puede solucionar.

Estamos casi al final y casi comenzando la nueva historia. Super emocionado de lo que viene.

Nos vemos en el siguiente capítulo.

Sebas💋❄️

2/3💋

Flor del malDonde viven las historias. Descúbrelo ahora