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Recomendación escucha Villains - Luca Fogale.

D

alia caminaba con pasos lentos, sosteniendo un ramo de lirios blancos en sus manos. Una leve sonrisa se formó en su rostro cuando sintió los cálidos rayos del sol acariciarle la piel.

– Hola, hijo –susurró con una felicidad suave en su voz.

Frente a ella se alzaba el majestuoso árbol llorón, cuyas ramas colgantes danzaban suavemente al compás del viento. Dalia se arrodilló con cuidado,  mientras colocaba con ternura el ramo entre las ramas del árbol.

—¿Has estado bien? Mamá ha estado muy bien —continuó, su tono aún alegre, aunque el nudo en su garganta comenzaba a apoderarse de ella—. Tal vez tengas un hermanito... Espero que seas feliz, mi amor.

Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos, surcando sus mejillas. Dalia sintió que su corazón se desgarraba con cada palabra, la ausencia de su hijo la llenaba de tristeza.

—Me hubiera gustado verte y amarte tanto, hijo —susurró, la voz quebrada por el dolor.

Con una mano, acarició suavemente la corteza del árbol, buscando consuelo.

—Mami lo lamenta —susurró Dalia, su voz apenas audible entre el viento que acariciaba las hojas del árbol llorón—. Pero ahora sé que tú vienes a mostrarme que la vida es cruel, pero también es hermosa... y tú fuiste mi caos. Gracias por enseñarme amar.

Su sonrisa temblaba bajo el peso de las lágrimas que seguían deslizándose por su rostro.

—Hasta pronto, mi niño —murmuró mientras se levantaba lentamente.

Se despidió de su bebé, su alma entrelazada con la del pequeño ser que nunca pudo abrazar, pero que siempre llevaría en su corazón.

Desde la distancia, Azriel observaba en silencio, incapaz de acercarse más. Ver a Dalia así, enfrentando su dolor con una valentía que él aún no poseía, lo llenaba de una mezcla de admiración y pesar. Su corazón seguía herido, incapaz de abrirse por completo ante la memoria de su hijo. Aún necesitaba tiempo, tiempo para sanar, para poder enfrentarlo. Ojalá pudiera ser tan valiente como ella.

Dalia, al percatarse de su presencia, le suena con ternura. Sin decir una palabra, caminó hacia él y lo envolvió en un abrazo reconfortante.

—Vamos —murmuró él, en un tono suave, tomando la mano de Dalia con cuidado.

Hoy sería la despedida. Caín y Caleb no regresarían al mundo humano, al menos no por un tiempo. Azriel sabía que este adiós marcaría un cambio.

Al llegar al salón, Dalia sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Frente a ella, una enorme grieta comenzaba a abrirse en el suelo, dividiendo el espacio en dos con un sonido profundo y ominoso.

Enfrente estaba Cain y a su lado Xion.

—Nos vemos pronto —dijo Caín, sosteniendo a Xion en sus brazos.

Dalia sintió un nudo en la garganta al ver a su esposo sonriendo. Se acercó rápidamente, dejando que sus sentimientos la guiaran, y envolvió a Xion en un abrazo cálido y protector.

—Espero que seas feliz —dijo Dalia, su voz temblando ligeramente.

—Y yo espero lo mismo de ti —respondió Xion, sosteniendo las manos de su hermana.

—Cuídate, Xion —dijo Bianca, acercándose para abrazarlo también.

Xion asintió, su corazón desbordando sé de trizteza.

Flor del malDonde viven las historias. Descúbrelo ahora