-Jeonghan?- Mingyu preguntó mientras íbamos de vuelta a casa
Después del incidente en el baño, no quería estar cerca de Jeonghan, así que le había pedido a Mingyu que me llevara a casa treinta minutos después.
-Es mi exmarido- respondí monótonamente y nos quedamos en silencio
Todavía no podía creer el descaro que tuvo Jeonghan de acorralarme en el baño. Por si fuera poco, casi me besa. Nunca antes había iniciado un beso conmigo, así que decir que me sorprendió sería quedarme corta.
Estaba a punto de ceder. Eso era lo que siempre había querido, pero entonces recordé que estaba con Yeji. Que seguramente la había besado y había hecho otras cosas con ella. Eso fue lo que me dio la fuerza que necesitaba para alejarlo de mi. No podía dejar que me usara así. Ya no. El tenía a Yeji y yo no era nada para el, excepto la madre de su hijo.
Jeonghan nunca fue celoso o posesivo cuando se trataba de mi. Solía hacerlo con Yeji cuando eran adolescentes y lo consideraba atractivo. Imaginaba lo bien que me sentiría si el hiciera lo mismo conmigo. Nunca lo hizo, nunca se molestó hasta ahora.
Estaba celoso. Se notaba por la forma en que se comportaba todo el tiempo. Se que pensó que no me había dado cuenta, pero lo hice. Lo noté cuando estaba mirando fijamente a Mingyu y a mi con la mandíbula trabada y las manos apretadas.
Me confundía y no entendía por qué se comportaba así. Claro que le mentí y le hice creer que Mingyu y yo nos acostábamos juntos, pero fue para quitármelo de encima. Honestamente, no pensé que lo llevaría al límite como lo hizo. Una parte de mi quería celebrar que en realidad estaba mostrando emoción cuando se trataba de mi, pero también sabía que no podía contar con eso.
Mingyu no me quería de manera simple y pura. No iba a engañarme creyendo que había algo más en su comportamiento.
-Creí que estaba con Yeji, según los informes es tu hermana- Mingyu dijo confundido
-Lo es
-¿Entonces cuál es el problema? ¿Simplemente salta de una hermana a la otra?
Me estremecí ante ello. Mingyu era nuevo en la ciudad, así que no sabía lo que había pasado nueve años atrás. Aunque me gusta estar cerca de él, no me sentía cómoda contándole cómo mis estúpidas acciones arruinaron mi vida hace años.
-Es complicado y no quiero hablar de ello
Sinceramente, no quería pensar en ello. He pagado lo suficiente por mi error y pensar en ello no me trae más que dolor.
-Vale... no te presionaré, pero que sepas que estoy aquí para ti si necesitas hablar- mi cuerpo se ablandaba ante sus palabras
Nadie me había dicho eso. Si tenía un problema, me las arreglaba sola, porque nadie estaba ahí para atraparme cuando me caía. O para ofrecerse a escucharme. Siempre estaba sola.
-Gracias, Mingyu- murmuré con la garganta atascada por la emoción
Pronto entramos en mi calle y segundos después paró fuera de mi casa. Como el caballero que es, Mingyu me ayudó a salir del coche y me acompañó hasta mi casa.
Ya era tarde y podía ver a mi vecina espiando a través de la cortina.
-Me lo pasé bien, aunque fue corto... la próxima vez prometo llevarte a comer algo- me sonríe
Su sonrisa era tan contagiosa que me encontraba devolviéndole la sonrisa. Jeonghan y el se parecían an algunas cosas. Su confianza estaba a otro nivel.
-Estás demasiado deguro de ti mismo- me burle sin pensar en Jeonghan
-No seguro, solo esperanzado...¿eso es un sí?
Asiento con la cabeza, emocionada. Esta vez fue directo. Es imposible que dijer esas palabras si no las dijera en serio, ¿verdad?
-Vale, nos vemos pronto, guapa... que pases una buena noche- da un paso hacia mi y me besa en la mejilla
El calor que se extiende por mi mejilla probablemente era perceptible. Eso hizo que me sonrojara más.
-Tu también Mingyu
-Vale, entra, quiero escucharte cerrar la puerta antes de irme
Me empuja hacia la puerta. La abro, entro y cierro detrás de mi. Apoyada en la puerta, escucho sus pasos alejarse. Unos segundos después, su coche arranca y se marcha.
No tengo nada que hacer, así que decido irme a la cama. Mi mente tenía sentimientos contradictorios con respecto a Jeonghan y Mingyu.
*****
El timbre de mi puerta me despierta de mi no muy tranquilo sueño. Gimo cuando miro el despertador y veo que marca las siete y veinte de la mañana.
No tenía que levantarme. No hasta las nueve. Hoy era domingo y normalmente suelo ir a la iglesia. No me malinterpreten, no soy creyente, pero la iglesia era una obligación cuando era joven y la adopté como una parte de mi rutina.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
