11.- GUN

41 9 0
                                    

No estaba seguro del momento en el que abrí los ojos por primera vez la mañana siguiente, ni la segunda, pero cada vez que abría mis ojos, levantaba la cabeza para revisar el sofá cama. Las primeras dos veces, la silueta de Off era aparente. La tercera vez que comprobé, las sábanas habían sido dobladas y descansaban en una esquina del colchón.
Pestañeé soñoliento a la cama hecha, e independientemente de cuantas veces traté de volverme a dormir después de eso, el sueño no me llegaba.
Parpadeando, salí de la cama, acomodando las sábanas, y arrastrando los pies con cansancio hacia el baño para lavar mi rostro y cepillar mis dientes con mi nuevo y llamativo cepillo de dientes.
Cepillé mi cabello y Cuando me consideré presentable, bajé las escaleras, llamando:
—¿Hola? ¿Alguien en casa?
Respondieron desde la habitación de la parte izquierda.
—Aquí, señorito Gun.
Tan pronto como entré en la cocina, sonreí. Lidiya, vestida con un vestido en color rosa ligero con mangas de volantes, su cabello en una coleta enrollada perfectamente en la parte superior de su cabeza, se sentaba en una silla alta, introduciendo directamente en su boca lo que parecían ser espagueti.
Mirella, sentada a su lado, me sonrió.
—Buenas tardes, señorito Gun.
Con mi voz todavía áspera por el sueño, gruñí:
—Oh, Dios. Por favor. No tienes que ser formal conmigo. Gun servirá perfectamente, ya que intento llamarte Mirella.

La anciana mujer sonrió.
—Puedo hacer eso —Dirigió una mirada de burla a Lidiya—. Ahora, usted, señorita necesita comer y Mirella necesita usar el baño.
Miré a Lidiya, quien era la imagen de la calma mientras se alimentaba a sí misma.
—Puedes ir tranquilamente. Yo estaré pendiente de ella.
Su apariencia era dudosa.
—¿Alguna vez has cuidado a un bebé de dos años? Pueden ser un poco agobiantes.
Parpadeé.
—¿Estás planeando pasar todo el día en el baño?
La mujer se echó a reír.
—No. Sólo unos minutos.
Caminé hacia la cafetera y llené una taza.
—Bueno, está bien. Tomando la silla que ella acababa de usar, le aseguré:
—Estaremos bien. —Sonreí a la bebita con pestañas que harían a una mujer adulta llorar en un berrinche envidioso—. De acuerdo, pequeña. Tengamos la fiesta en paz. Soy nueva en esto.
Lidiya respondió tomando algo de comida en su pequeña cuchara y ofreciéndomela en alto mientras hablaba cosas inentendibles.
Fui tocada por su ofrecimiento. Mi sonrisa se suavizó.
—No, amorcito, ese es tu almuerzo. —Levanté mi café—. Este es el desayuno de Gun.
Pero ella insistió, sosteniendo su cuchara con más fuerza que antes. Meneé mi cabeza una vez más.
—Estoy seguro de que está delicioso, pero en verdad, no puedo.
Habló más cosas inentendibles y algo parecido a:
—Yest, uni. Yest.
Retrocedí, sorprendida.
—¿Acabas de decir Guni?
Pronunció:
—uni. Zheno. Uni. Uni. Yest.
Mi sonrisa fue gigante.

—¿Sí dijiste mi nombre, verdad? Eres muy inteligente.
Detrás de mí vino:
—Quiere que comas con ella.
Jadeando sobresaltado, mi cuerpo entero se sacudió en miedo y, levantando una mano hacia mi pecho, me giré para ver a Off inclinado contra el marco de la puerta que conduce a la lavandería, observándonos. —Me asustaste hasta el alma. ¿Cuánto tiempo has estado de pie ahí?
Caminó adentrándose en la cocina y casi me tragué mi lengua. Off en un traje era delicioso, pero Off usando pantalones deportivos en color gris colgándole debajo de las caderas, su camiseta negra apretada adhiriéndose a su amplio pecho con sudor, y su cabello castaño oscuro deliciosamente despeinado era increíble.
—El tiempo suficiente para saber que los niños te asustan.
Estaba a punto de negar ese hecho cuando Nas entró por la puerta trasera usando una pequeñita camiseta blanca transparente que mostraba su ombligo, un sostén negro visible para todos con un par de ojos, unos vaqueros azules y sandalias de tiras planas del color de la arena. Quitándose sus grandes gafas de sol, me señaló.
—Tú. Levanta tu culo, báñate, y vístete. Tenemos mierda que hacer.
Miré de ella a Off y de regreso.
—¿En serio?
Asintió.
—Tú y yo, en el club, mezclando bebidas. Puede que terminemos muy ebrios para trabajar esta noche, pero hey —lanzó un ligero encogimiento de hombros y luego sonrió perversamente—, es un riesgo que estoy dispuesta a tomar.
Mordí el interior de mi labio.
—En realidad quería hablar con ustedes sobre eso.
Aclaré mi garganta y comencé:
—Estoy seguro de que me vieron anoche. Traté de hacer un buen trabajo. De verdad que lo intenté, pero creo que no sirvo para ello. Me paré un momento y luego añadí:
—Destrocé tantos vasos que Anika se culpó por los últimos. Luego fui enviado al final de la barra para “estudiar” la guía de bebidas. —Resoplé una risa sin humor—.
No soy estúpido. Sé que estaban tratando de sacarme del bar para así poder realizar algo de trabajo. El cuidarme no es parte del trabajo.
Silencio, después Nas habló.
—Oh, wah wah wah. El pobre Gun está teniendo un momento difícil sirviendo tragos. Que alguien saque el violín de una vez.
—Oye —respondí con irritación.

"OFF"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora