Off pasó por delante de tres parques antes de encontrar uno que considerara adecuado. Cuando señalé los dos primeros, bajó sus gafas de sol, se asomó por mi ventana, sacudió la cabeza y murmuró: —Demasiada gente.
Cuando hacía cosas como esta, me recordaba a mí mismo que aunque me pareciera extraño, yo no conocía a este hombre, de ahí el propósito de hoy. Me quedaría sentado y dejaría que hiciera las cosas a su manera. Tenía todo el tiempo del mundo para Off y sus excentricidades.
Ayudé a Lidiya salir del coche, tomé su manita, y esperé a que Off sacara la manta y la cesta de picnic y dirigiera el camino. Nos llevó a un corto recorrido desde el coche a un pequeño grupo de árboles en las afueras de la vegetación. Cuando Lidiya tiró de mi mano, la levanté y la abracé con fuerza, dándole tiempo a Off para que estirara la espesa manta de lana y estableciera la cesta.
Lidiya se retorció para que la soltara y, de mala gana, la dejé ir. En el momento que se escapó de mi mano, sus pequeñas regordetas piernas la alejaron de nosotros a una velocidad sorprendente para una con pies tan pequeños. Un jadeo se me escapó, y fui a correr tras ella, pero Off me detuvo con una mano en el brazo. —Ella está bien. Nunca se va muy lejos.
Él era su padre. La conocía mejor que yo, pero aun así, me preocupaba. —¿Estás seguro? —le pregunté vacilante mientras mantenía un ojo en ella.
Había encontrado una hoja que era de su agrado. Sabía esto porque se había quedado embelesada, sonriéndole como si se tratara de un rubí brillante en el sol. La sostuvo delicadamente en su desgarbada mano y se volvió, volviendo a nosotros a la carrera con la mano levantada sobre su cabeza para mostrarnos su botín.Mi corazón acelerado se desaceleró. Miré a Off, que sonreía a la niña. —Gracias, Lidi. Es encantadora.
Ella salió corriendo por segunda vez, pero vi que se detuvo a la misma distancia de antes, como si conscientemente supiera que ir más lejos era ir demasiado lejos.
Una cálida mano se cerró alrededor de la mía y me di la vuelta. Off señaló la manta. —Siéntate.
Estaba a punto de decirle que no necesitaba ayuda para sentarme, pero decidí no hacerlo. No quería enseñarle a Off que era desagradecido . Hoy no, de todos modos.
Con su ayuda, me senté con tanta gracia como me fue posible, y él se sentó tan cerca de mí como pudo sin llegar a tocarme. Era un día precioso, y con los árboles actuando como sombra, era positivamente encantador.
Los dos giramos la cabeza para observar a Lidi mientras jugaba a una distancia segura y cercana. Off abrió la cesta de picnic, comenzó a sacar elementos, y me los entregó a mí.
Cuando Off le dijo a Mirella que habíamos planeado robarle su pupila durante la tarde, ella insistió en elaborar una cesta de picnic para nosotros en vez de tener que comprar algo de comer. A mí me pareció bien. Quiero decir, Mirella me había hecho tostadas en alguna ocasión, y era bastante buena en ello. Estaba seguro de que podía hacer sándwiches con facilidad. A los diez minutos, tuvimos una cesta de picnic relativamente llena, una muñeca y una pelota para que jugara Lidiya si se aburría, su frazada en caso de que se sintiera con sueño, y botellas de agua de las que beber.
Mientras Off me entregaba productos, yo los colocaba delante de nosotros.
Mirella había hecho bien en empacar patatas fritas, bolsitas llenas de rodajas de manzana, fresas, palitos de zanahoria, rebanadas de pepino, cuadrados de queso, y galletas saladas finísimas, sándwiches, algunos de los ridículos muffins de arándanos de Ada, y, por último, pedazos de brownie del tamaño de un bocado. Sacó botellas de agua y me entregó una. La abrí, sorbiendo lentamente, mirándolo por el rabillo de mi ojo.
Se quitó la chaqueta, colocándola encima de la cesta para que no tocara el suelo, luego se quitó los gemelos y se enrolló las mangas de la camisa hasta los codos.
—Tengo mi primera pregunta. —Sonreí para mis adentros—. ¿Siempre vas en traje?
Él inclinó la cabeza. —Sí, la mayoría del tiempo.
Esperé por una explicación.
No obtuve nada.Mis ojos se estrecharon, le hice señas con las manos para que me dijera más.
Sus cejas se levantaron. —Eso es. No hay más.
Me burlé. —Oh, vamos a tener que hacerlo mejor. ¿Por qué llevas trajes todo el tiempo?
¿Tienes algo más que no sea atuendos de negocios? ¿Qué hay de un par de vaqueros? Miró a su hija, que había recogido un grupo de hojas, y respondió: —No sé por qué llevo traje todo el tiempo. Es una costumbre, supongo. Y sí, tengo otras prendas de ropa, incluyendo un par de vaqueros.
Oh mi.
Lo que daría por ver ese culo en un par de vaqueros bien ajustados. ¡Gah!
—Está bien. —Estaba satisfecho con esas respuestas. Abrí una bolsa, agarré un trozo de queso, y me lo tiré a la boca—. Ahora tú me haces una pregunta a mí.
Él no respondió durante mucho tiempo, y por un momento, pensé que no lo haría, pero luego abrió la boca y habló, clínicamente. —¿Amabas a tu madre?
Mi ceño se frunció.
¿Qué clase de pregunta es esa?
Le respondí con facilidad:
—Por supuesto que amaba a mi madre. Ella era la mejor. Su nombre era Clara, y me parezco a ella.
—Era hermosa entonces —pronunció Off, casi para sí mismo, y me volví al viejo yo, girando la cabeza para ocultar la vergüenza.
—Ella era hermosa, ¿pero sabes lo que la hacía deslumbrante?
—¿Qué?
Me volví hacia él. —Su sonrisa. —Sonreí—. Era contagiosa. Y cuando reía, todo su cuerpo se estremecía en un alegre, coreografiado movimiento. Era como si bailara con su risa.
Sonreía todo el tiempo, incluso cuando era difícil, y también se reía mucho. Mi garganta se espesaba cuanto más hablaba de ella. Terminé en un susurro:
—Ella era puro sol.
—Y entonces murió. —Fue tan morboso, tan lúgubre que hice una mueca.
—Y entonces murió —confirmé con un movimiento de cabeza—. Todo sucedió tan rápido. Fue al médico con dolores de estómago e hinchazón, y fue mal diagnosticada al principio. Cuando nos enteramos de que tenía cáncer de intestino, ya era demasiado tarde. Nos dijeron que duraría tres meses. —Fruncí el ceño ante el recuerdo—. Apenas llegó a dos.
—Lo siento.
Me encogí de hombros justo cuando Lidiya regresaba con otro grupo de hojas para agregar a la pequeña colección que había reunido. Esta vez, se sentó, justo en mi regazo, y alcanzó la bolsa de rodajas de manzana. La abrí para ella y le entregué una rodaja, abrazándo su vientre con un brazo y apoyando la mejilla en su cabeza. —¿Qué hay de tus padres, off? No los has mencionado.
—Están muertos —afirmó él sin emoción.
Le devolví su pregunta. —¿Los amabas?
Agarró una brizna de hierba, su ceño juntándose. —No entiendo el amor —comenzó—. El amor es sólo una palabra.
Mis cejas se levantaron en sorpresa. Podía ver que amaba a Lidiya, la amaba con todo lo que tenía dentro de él. Podía ver que amaba a Nas, e incluso a Sasha a su manera. No entendía cómo una persona rodeada de gente que lo amaba no entendía el amor. —Pero tú amas a Lidiya. Amas a Nas y a Sasha.
—¿Lo hago? —se cuestionó—. Me pondría en peligro para verlos felices. Daría mi vida para verlos a salvo. Lo haría. ¿Eso es amor? Quizás. —Su cabeza se inclinó hacia un lado—. Quizás es más.
Lidiya comía, balbuceando bajito, y entregándome cosas que encontraba fascinante, como la tapa de mi botella de agua. Medité sus palabras en silencio, y cuando creí haberlo entendido, hablé con suavidad. —Crees en el amor del verbo. No en el amor de la palabra. Su rostro se volvió y me miró como si se sorprendiera de que entendiera. Añadí:
—El amor, la acción. No amor, la emoción acuosa. —Sí —pronunció, asombrado.
Yo podría amarte, Off Jumpol.
El pensamiento me tomó por sorpresa. Me emocionaba y aterrorizaba al mismo tiempo.
Me mordí el interior del labio. —Entiendo.
Mi concentración estaba puesta en la niña, comiendo su peso en rodajas de manzana, pero sentía sus ojos puestos en mí. Girando mis dedos por los dulces rizos de Lidiya, la sostuve más cerca, usándola como una distracción demasiado linda.
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"OFF"
RomanceHola está historia es una adaptación que me gusta mucho el libro es de una trilogía de libros pero está historia en particular es mi favorita..es una historia completamente diferente de las otras que he subido, espero que les llegue a gustar mucho �...