17.- OFF

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Conduje a casa sin sentir mis manos. El agotamiento hacía eso algunas veces. Estaba adormecido y mientras me dirigía a mi casa, miré por la ventana de mi coche, inseguro de si quería o no entrar a mi propia casa.
Estaba ansioso. No me gustaba eso.
Lamiendo mis labios secos, salí del coche y caminé hacia la puerta del frente. La abrí, escuchado por algunas señas de vida.
No escuché nada Mi corazón se saltó un latido.
Las luces estaban apagadas. La única habitación que tenía iluminación era la cocina. Me dirigí directo ahí, y encontré a Nas sentada a la mesa de la cocina, con una taza de café en sus manos. Estaba ahí sentada, con los ojos cerrados y un fruncimiento cruzando su bonito rostro. Obviamente no me había escuchado entrar.
Me aclaré la garganta.
Sus ojos se abrieron rápidamente y se giró.
Sonrió tristemente.
—¿Cómo fue? ¿Todavía está vivo?
Suspiré, flexionando mis dedos doloridos.
—Lo suficientemente vivo para sentir mis manos en él durante mucho tiempo.
Sus cejas se elevaron.
—¿Te detuviste? —Dejó salir una respiración—. No pensé que fueras capaz de hacerlo.
—Casi no lo hago —confesé tranquilamente.

Su ceño se frunció.
—¿Por qué lo hiciste?
—Gun.
El ceño de mi hermana se suavizó y una mirada cálida ocupó su lugar.
—El es algo, ¿eh?
—Es un desastre —le dije—. Los problemas lo siguen por todos lados. Me arrincona cuando no quiero hablar. Me sonríe y se ríe ante cosas que no son graciosas. Me roba comida justo de la mano. —Sacudí mi cabeza—. Y todo eso lo hace perfecto. Nastasia me miró como si quisiera llorar. Aclaro mi garganta y pregunto:
—¿Todavía está Pox aquí?
Ella parpadeó rápidamente, tragando fuerte.
—Eh, no. Dice que parece que Jeremiah no usó mucho de lo que sea que le diera. Probablemente porque estaba muy borracho. Dijo que estaría dormido toda la noche y que tal vez buena parte de la mañana. Tienes que despertarlo cada hora y revisarlo. —Bajó sus ojos—. Para asegurarte de que esté respirando.
—¿Qué? —No pensé que fuera tan serio.
Nas se encogió de hombros y aclaró su garganta, su voz rompiéndose.
—Pox no estaba segura de si Jeremiah realmente le dio lo que dijo que le dio.
Sin saber exactamente qué es, resulta difícil saber los efectos secundarios que podría tener. Porque es tan pequeño, ¿sabes? Somos afortunados que todo lo que tenga sean chupetones. —Su rostro se desmoronó y bajó su mentón para esconder sus lágrimas—. Es mi culpa —susurró y sus hombros se sacudieron—. Debí de haber mantenido un ojo en el.
Han pasado años desde que vi a mi hermana llorar y dolió observarlo hoy tanto como lo hizo en ese entonces.
Caminé hacia ella, la agarré por el antebrazo y la levanté de su silla. No necesitó más persuasión. Cayó contra mí, empujando su cabeza en mi pecho y sollozando silenciosamente. Envolví un brazo alrededor de sus hombros y usé el otro para acariciar su cabello.
—Está bien.
Ella sacudió su cabeza.
Besé su cabello.
—Estará bien. Ha sobrevivido durante mucho tiempo sin nosotros. Gun es fuerte.
Nas asintió en acuerdo, luego levantó su rostro lleno de lágrimas y murmuró:
—Sólo es que me siento responsable.

—No —dije y la apreté para reiterar mi punto—. Tú no hiciste esto. No fue tu culpa.
Ella rodó los ojos pero sonrió.
—No me mientas, Off.
—Yo no miento —juré.
Asintió y respondió tranquilamente.
—Lo sé. —Nos separamos y levantó su bolso—. Está durmiendo en el sofá de la sala de estar.
Cuando levanté una ceja, me dio una mirada de descaro.
—Oye, soy fuerte y todo, pero no lo suficientemente fuerte como para llevarlo escaleras arriba sin romper nuestros cuellos.
Levanté mis manos y le di una mirada que decía que no diría una palabra.
La acompañé afuera, la abracé una vez más y cerré la puerta detrás de ella.
Caminé hacia la sala de estar, deteniéndome para encender la luz del salón y así poder ver lo que estaba haciendo. Me paré frente al sofá, bajando la mirada hacia el pequeño hombre.
Incluso en su estado inconsciente, era hermoso.
Inclinándome, lo levanté sin esfuerzo y nos llevé a ambos escaleras arriba, por el pasillo hasta mi habitación. Encendí la luz y me quedé quieto.
Anika estaba sentada en el borde de mi cama, esperándome.
Levantó la mirada y luego miró hacia Gun. Su ceño se frunció en confusión.
Miró alrededor de la habitación, parpadeando y empezó a notar las cosas de Gun alrededor del lugar. Se puso de pie.
—No lo entiendo —empezó.
—¿Qué no entiendes, Ani?
—¿El puede quedarse en tu habitación, una persona que has conocido por un segundo, y yo, una persona que has conocido toda tu vida la envías a dormir a la habitación de huéspedes? —Sonaba herida.
Moví a Gun en mis brazos, luego caminé alrededor de Anika para apartar las mantas en el otro lado de la cama y bajarlo gentilmente.
—Necesito mantener un ojo en el. —Es todo lo que dije.
No escuché a Anika irse. Estaba ocupado con Gun, quitando su ropa, dejándol en su ropa interior. Jalé las mantas hasta su barbilla. Su frente estaba caliente al tacto pero estaba temblando.
Caminando hacia la puerta, la cerré desde adentro, moviendo la manija para asegurarme que nadie pudiera entrar y luego apagué la luz. Cuando estuve satisfecho, me quite mi ropa, saqué el sofá y me acosté. Una sábana cubriéndome.

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