18.- GUN

47 8 0
                                    

Tengo que tomarme la semana libre en el trabajo obligatoriamente (órdenes del doctor) pero paso cada momento despierto con Mirella y Lidiya, aprendiendo tanto como puedo acerca de los gustos y disgustos de la pequeña niña.
Resulta que Lidiya ama sólo a una de sus muñecas. Estaba extremadamente apegada a una Cabbage Patch Kid llamada Ivy Gail.
No tenía ni idea. Pensaba que le gustaban todas las Cabbage Patch Kid de cualquier forma, figura, o manera. Así que durante la semana, cuando Nas y yo fuimos a la plaza, le compré a Lidiya una Cabbage Patch Kid llamada Annabel Cherish, con algo del dinero de mis propinas. Elegí esta porque lucía un poco como un querubín gordito. También compré un pequeño carrito de muñeca para que Lidi pudiera pasear con su nueva amiga.
Cuando la llevamos a casa, se la mostré a Mirella quien, haciendo una mueca, me dijo que aunque era muy dulce de mi parte, Lidiya muy probablemente no la querría y que ella era muy especial.
Estaba ligeramente devastado. Y me deprimí.
¿Por qué no le gustaba mi muñeca? La compré sólo para ella. ¡Le gustaría mi maldita muñeca! Me gaste 600 dólares en esta muñeca anormal y su maldito carro.
Cuando Lidiya despertó de su siesta, le di la muñeca, y me escabullí escaleras arriba sin querer ver su reacción negativa. Me escondí debajo de las mantas y fui rudamente interrumpido de mi berrinche cuando Mirella me llamó.
Bajando las cobijas de mi cara, grité:
—¿Sí?
Podía escucharla sonriendo.

—Lidiya está preguntando por ti.
Mis pies se arrastraron hasta abajo, pero cuando entré a la sala, mi actitud cambió.
Lidiya estaba sentada en medio del suelo con Annabel Cherish, abrazándola a su lado y murmurando:
—Unn, juga. Mira. —entonces me vio y sonrió—. Unn. Mira.
Se levantó y se apresuró hacia mí en sus pequeñas piernas, mostrándome su nueva muñeca. Sonrío de oreja a oreja.
—¿Te gusta? —Alza la muñeca hacia mí y le doy un pequeño apretón—. Su nombre es Annabel Cherish.
Lidiya toma la muñeca, abrazándola por el cuello.
—Unn.
Niego con la cabeza.
—No angelito —la corrijo—, Annabel.
—Unn —murmura ella mientras gira a la muñeca para que conozca a su pariente, Ivy Gail.
Mirella suelta una risita.
—No puedo creerlo. Ha tenido otras Cabbage Patch, pero nunca las toma. Solo a Ivy.
Le sonreí a la mujer.
—Ahora tiene a Annabel.
Mírela negó con la cabeza ligeramente.
—No —observa—. Ahora tiene a Gun.
Y así es como llegó a ser la pequeña Guni.

Off bajaba ocasionalmente y desconsideradamente interrumpía mi tiempo con su hija, frecuentemente colándose en el almuerzo o comiendo con nosotros.
Un hombre agradable con cicatrices de viruela en la cara a quien los chicos llamaban Pox vino cada día de esa semana a revisarme. Cuando le pregunté si era doctor, todos parecieron evitar la pregunta.
Él me dijo que no parecía que hubiera ninguna secuela como resultado de la droga. Estaba feliz de escuchar eso, no es que estuviera preocupada. Tomé a Off de la mano lastimada y lo senté, obligando a Pox a revisar su dedo. Off trato de discutir, pero no estaba escuchándolo.
Todos parecieron aturdidos de que Off permitiera que el hombre lo revisara, incluyendo Sasha. Pero se sentó en silencio con mi mano en su hombro y dejó al doctor limpiar y poner cinta en sus dedos, dejándome satisfecho.

Pedí un momento en privado con el doctor y, reticentemente, Off me vio acompañarlo a su coche. Tan pronto como estuvimos lejos del oído, me aclaré la garganta.
—Quiero agradecerle por revisarme esa noche.
Él sonrió ligeramente.
—No fue nada. Pero tengo la sensación de que no me trajiste aquí afuera para agradecérme.
—No. —Me reí nerviosamente—. Supongo que no.
Notó mi incomodidad y trató de suavizarla.
—Gun, lo que sea que me digas será confidencial. Off podría golpear la mierda fuera de mí y no se lo diría.
Me reí en serio entonces.
—Suena como algo que él haría.
Su sonrisa cayó.
—Gun, cuando Jeremiah… —se detuvo y habló en voz baja—. ¿Te lastimó?
—¡No! —Di un grito apagado, poniendo una mano en mi pecho—. No de esa forma, no. Pero esto es acerca de eso, de hecho. —Me rasqué el brazo, avergonzado—.
Pox hizo un sonido de hmm.
—Bueno,
—No estoy tomando ningún anticonceptivo.
—Ah. —Sonrió—. Así que de eso se trata. —Se enderezó—. Hay un puñado de opciones. Como sea, si estás un poco abrumado o trabajas por la noche en un club para caballeros y es posible que olvides tomar algún método anticonceptivo—me guiño—, te recomendaría un implante. Hay uno, una pequeña barra, que es injertada en el brazo después de insensibilizarlo, y dura casi tres años. Es extremadamente popular para jóvenes. Ante mi esperanzada mirada, negó con la cabeza.

"OFF"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora