Capítulo 27: Lyra

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Zein estrechó la mano a un hombre que solo era distintivo por su sombrero negro panamá. El acuerdo de 2900 Méritos se llevó a cabo en el renovado y acristalado salón de este señor.

SEÑOR SOMBRERO: Muchas gracias por hacerme la mudanza.

Zein parpadeó y jadeo. Se llevó la mano a la frente y se abanicó con los dedos.

SEÑOR SOMBRERO: Ve a comer, que lo estarás deseando.

ZEIN: Y a ducharme.

Una hora más tarde, Zein comía en la mesa junto a Hanina y Mahdi, en pijama celeste. El cabello aún lo tenía húmedo, de modo que algunas gotas caían en el plato de sopa con garbanzos.

HANINA: ¿Te han pagado bien?

ZEIN: .

Zein se terminó el plato.

MAHDI: Hoy ibas a eso, ¿no?

Zein acudió a la cocina, fregó platos y cubiertos y regresó al comedor.

ZEIN: . Descansaré un rato y me iré.

HANINA: Tienes la camisa amarilla en el armario.

ZEIN: Gracias.

Zein entró en el dormitorio.

Cuatro horas más tarde, sorteaba las calles por el norte de los Jardines de Lidian. Vestía, además de aquella camisa, los pantalones blancos, zapatos negros y unos guantes del mismo color ante el acechante frío. El cabello ya se le había secado por completo. El cielo ya oscurecía por completo.

La fachada del Mestalla había sido renovada. El color negro y naranja predominaban, aunque no de manera sólida, sino traslúcida. Ahora, los jugadores insignia no se mostraban impresos en 2D, sino relucientes en murales colgantes 3D.

Zein se dirigió a una de las bocas y esperó a que la cola avanzada. Frente a las puertas, había dos Guardias de ojos multicolor caleidoscópicos.

GUARDIA: Siguiente.

Llegó el turno de Zein. El Guardia le estrechó la mano.

GUARDIA: Muy bien. Siguiente.

Zein ingresó. A su izquierda, se elevaba una rampa que conducía a las tribunas más altas.

ZEIN: Diría que me toca por aquí.

Zein llegó hasta la cuarta planta. Al mirar a la izquierda, descubrió el verdor del campo y las butacas naranjas de la cara trasera al escenario del concierto.

ZEIN: Supongo que sería por aquí.

Zein salió a la zona de las butacas. Nada más mirar al campo y al escenario, sintió vértigo.

ZEIN: Ya no me acordaba de lo particular que era Mestalla.

Zein avanzaba y leía los asientos. Finalmente, se sentó en el indicado.

ZEIN: Estupendo.

Zein venía cómo a los lados y abajo las butacas se llenaban. Inclinó el cuello, para ver el escenario con más claridad. Las pantallas de este aún permanecían apagadas.

ZEIN: ¿Y si voy ahora?

De pronto, la megafonía sonó. El silencio en las gradas y en la parte del campo se produjo.

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