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Sebastian observó la habitación.
Algo le decía que no era normal.
Como cuando tienes la indecisión en la respuesta de un examen.

El lugar era tan bello y lucia costoso.
¿Por que se gastarían aquel presupuesto en un simple asistente?
Estaba en una planta privada donde solo había cuatro habitaciones, dos de ellas ocupadas por Horner y Wolff, la otra ocupada por el jefe de Ferrari.

El precio por noche debería ascender a más de los quince mil dólares, por lo que escucho.

Se detuvo y mejor se metió a bañar.
Le estaba doliéndole la cabeza, por sobre pensar.

Desde un principio todo aquello se veía tan raro.
Tan fácil y tentativo.
¿Que tal si terminaban siendo los jefes de alguna secta y lo sacrificaban?

Negó y terminó de bañarse.
Hoy puede descansar lo que resta de la tarde, según Horner y a Sebastián aquello le parece genial per que solo quiere dormir.

Mira hacia la silla de su izquierda donde ya tenía seleccionado su ropa de mañana.
No puede negar que está emocionado aunque no sepa mucho del deporte.
Ve una vez más lo que ha elegido. No era nada fuera de lugar.
Pantalones cortos, zapatos deportivos y una de las muchas camisas que forman parte de su uniforme.

Levanta las cobijas y se mete en la suave cama.
Es momento de recargar energía.
Ya tendrá que preocuparse mañana por saber que es lo que ha elegido.

•••

-!Mamá!- grita el joven dejando la mochila en una de las sillas del pequeño comedor.
Toma una manzana y la muerde ha venido corriendo y no ha almorzado nada.
-!Estoy en casa¡- se ríe por lo tonto que suena.
Pero se ha acostumbrado a gritar que ya está en casa cada que llega de algún lugar.

Como si con solo su presencia no disipará la dudas.

Pero aquella simple acción, lo hace sentir reconfortado y ni siquiera entiende por qué.

Su madre aparece con una sonrisa cálida en las escaleras la enfermedad ha dejado huella en sus facciones.

Su color es pálido ha perdido el rubor de sus mejillas y su cabello sigue cayendo.

Su corazón se apachurra tan rápido como una lata de aluminio bajo tu pie.

-¿por qué la cara triste? Hoy es el último día- comentó la mujer emocionada.
Sebastián se acerca a ella y la rodea con sus brazos el olor a lavanda y canela lo hace soltar solo algunas lágrimas.

-¡lo hiciste mamá! ¡Lo venciste!- alaga lleno de vida.

-hoy ganaré la batalla contra el Cáncer- besa su coronilla como siempre lo ha hecho y solo se quedan ahí viéndose uno al otro.

Son ellos dos solos contra el mundo.
Sebastián sabe que no necesita de nadie más que de su propia madre.

***

La camioneta cortesía de su padre parece ser de un modelo reciente.

Es un regalo que le ha enviado por su cumpleaños.
El quiere ser narcisista o orgulloso y simplemente rechazarla pero es verdad que su mamá no puede andar de Taxi a autobús cuando la enfermedad comenzó.

Y el presupuesto es corto cuando el seguro no cubre todo.

Además a Sebastián le gustaba manejar, le daba cierta libertad.
Como si pudiera llenarle el tanque y salir a donde sea.

Así que dejó de lado el gran coraje que tenía hacia su progenitor masculino y tomó el regalo.
Su padre era un hombre de mundo, alguien que podía salir en las revistas de negocios con aquellos tontos trajes estúpidamente caros.

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⏰ Última actualización: Oct 31 ⏰

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