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Desde su llegada al aeropuerto una multitud de paparazzis los habían asaltado.
Preguntas tontas y otras más serias llovían sobre sus cabezas, Max no se detuvo a contestar ninguna.

El vuelo había sido cero satisfactorio, volar solo era muy cansado.
Distinguió el auto que lo llevaría al hotel y de ahí a descansar.
Mañana tendría a primera hora entrenamiento.

Aún así Max se dio el permiso de salir de su habitación y bajar al restaurante.
Tenía mucha hambre y no quería comer solo.

Era otra cosa que lo ponía de muy mal humor.

Con Sergio se acostumbró a comer en compañía.
El mexicano le había enseñado que comer con alguien más hacía que la comida supiera mucho mejor.
Y aunque al principio el hola des pensaba que aquello era una tontería, pronto entendió por que era tan satisfactorio comer a lado de alguien.

Se había duchado y puesto ropa cómoda para salir.
Su cabello estaba cubierto por la misma gorra que lo había a acompañado desde su salida de casa.

-!Max¡- alguien gritó su nombre desde algún rincón del bonito lugar.
El neerlandés no pudo distinguir quien era.
¿Un fan? ¿Colega o amigo?
También podía ser su imaginación, en ocaciones lo hacía, escuchaba su nombre en lugares vacíos.
-!por aquí¡- grito alguien de nuevo provocando que dejara la carta.

Su mirada clara por fin pudo ver de quien se trataba.
Carlos tenía una de sus manos arriba, haciéndose notar.
En unas mesas adelante de el estaban algunos pilotos comiendo.

Era otra cosa que el había notado, más bien que Sergio había dejado.
El era terrible como compañero, un enemigo terrible en la pista.

No tenía muchos amigos dentro de aquella sección de curvas.
El no les dedicaba más palabras de las necesarias y si lo hacía no eran precisamente sonrisas y abrazos.
A Max le gustaba pensar que Checo no tenía ningún enemigo, a diferencia de él.

¿Cómo podría?

Con esa bonita sonrisa llena de sentimientos y sus ojos brillantes.
Su novio era el mejor cuando se trataba de hacer equipo, de buscar patrocinadores, de hacerlo sentir seguro.

De hacerlo sentir amado y de reparar cosas que el no había descompuesto.

Max saludó, tratando de regalar una sonrisa.
Pensó que simplemente se trataba de un saludo, pero la señales que esté hacia le indicaron que quería que se acercara.
El dudo por un momento hasta que noto que otro de los pilotos presentes era Charles.
Su amigo le mostró una sonrisa suave y Max pudo confiar en que lo querían cerca.
Tal vez solo era lastima.

Aún así se levantó y con paso rígido camino a la gran mesa.
Se recordaba las palabras que Checo le decía.
~de donde yo vengo no hay nada mejor que comer en compañía de los seres que amamos, nos recuerda que no estamos tan solos como en ocaciones sentimos~

Max nunca lo había visto de aquella manera, tal vez por que no venía de una familia que profesará el amor.
Tomó asiento a lado de Pierre y Lance.
Estaba rígido.
Mientras de nuevo releía el menú.

Escuchó varias voces conocidas, una platica sobre deportes marinos.

-bonita gorra- los ojos azules de Max eran dos dagas de hielo que dejaron al dueño de aquella frase muy quieto.
No tenía problema con que reconocieran que la gorra no era de él, tampoco que supieran que pertenecía a Sergio. El problema fue el tono en que lo expresó, con ese deje de burla mal escondido.

-¿apenas te das cuanta de lo bonita que es Alex?- Stroll se encargó de responder.
El neerlandés sabía muy bien lo agresivo que podía llegar a ser el canadiense, había estado ahí una vez que Sergio lo intentó controlar.

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