Capítulo 29 Sanguinario.

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Capítulo 29 Sanguinario.

Leyla

La regencia está en total silencio esperando a que traigan a los culpables del atentado que tiene en hilo a su Pakhan. Los hombres de la Bratva anhelan y quieren venganza por lo sucedido, en sus miradas pesan las vidas de los que perdieron pero también pesa la destrucción de unos de sus emblemas de poder. Estoy a un costado de la tarima junto con Vitali quien me acompaña, debe notar mi evidente nerviosismo. Sé lo que sucede en este lugar y eso no me tranquiliza en lo más mínimo. Cuando Yerik me pidió que viniera, un hormigueo llenó mi estómago y debo confesar que el miedo me invadió. No soy una asesina, pero no niego que quiero ver sufrir a esos bastardos que buscaron este final. En la tarima están Orel y Boris sus semblantes duros y no dan lugar a duda de lo que se viene será una carnicería

Comienzan los vítores por parte de los hombres que están aliados frente a la tarima. No me sorprende, debido a que Yerik aparece arrastrando a tres hombres, los trae encadenados de las manos. Todos de raza asiática, dos de ellos no superan más de los cincuenta años y uno de ellos es solo un muchacho. No se parecen en lo más mínimo a la imagen que tenía en mente, perfectamente podrían ser personas que venden sus productos en el barrio chino. Su imagen no es para nada la de alguien que ejecuta un atentado.

—¡Estos bastardos son los culpables de que nuestro Pakhan esté herido! ¡¿que hacemos a los que nos atacan?! —Grita Yerik.

—¡krov saa krov! ¡krov saa krov! ¡krov saa krov! (sangre por sangre) — Rugen los hombres haciendo retumbar el lugar.

Por alguna razón aprieto la mano de Vitali que está a mi lado. No me gustaría nunca ser la enemiga de la Bratva, la manera en que arden con rabia sedienta de sangre, solo me hace estremecerse más con lo que sé que vendrá en los próximos minutos. El que yo este aquí solo es para ver que los que dañaron Akim paguen por lo que hicieron, al principio no quería venir por la promesa que le había hecho a mis amigos, pero mi orgullo pudo más ya que Orel afirmó que me cagaría de miedo como la última vez que estuve aquí. Pero ahora creo que lo mejor debió ser no haber caído en sus provocaciones y haberme quedado en el hospital junto a Akim.

—¡Deben conocer a la mujer que encontró a estos bastardos! —Exclama a viva voz Orel estirando su brazo en mi dirección.

—No quiero ir ahí, Vitali. —aprieto su mano ante mi ruego.

—Maldito imbécil... debemos ir.

Vitali apoya su mano en mi espalda encaminándome escaleras arriba, quedando expuesta ante todos los hombres de la Bratva, puedo sentir sus miradas fijas en mi, estudiando cada uno de mis movimientos, intento respirar calmadamente repitiendo una y otra vez que yo puedo con esto. Suprimir el hecho de que estos hombres perfectamente podrían matarme si me consideran una amenaza para su organización no es muy tranquilizador, ya que nadie haría nada por mi, el único que podría detenerlos está dormido en un camilla de hospital.

Paso de Orel y me posiciono al lado de Boris quien toma mi mano alzándola delante de todos. —¡Con ustedes la mujer de nuestro Pakhan! ¡Quien nos entregó a las ratas! ¡Yarostnyy!

—¡Yarostnyy! ¡Yarostnyy! ¡Yarostnyy! —Gritan sus hombres alzando el puño mostrando la quemadura con forma de estrella de ocho puntas.

El silencio toma lugar cuando Yerik levanta su palma derecha, arrastra a los hombres y los sienta en una silla a cada uno de ellos, esta permite amarrar tanto el cuerpo como sus extremidades. Hay una mesa llena de artefactos, que no dudo que sean para provocar el mayor dolor posible. Miro a los hombres que están siendo sujetados a las sillas, dos de ellos no muestran ningún remordimiento en sus rostros, como si ya tuvieran asimilado su destino. En cambio el muchacho más joven mira el panorama sudoroso, moviendo sus ojos de un lugar a otro, intentando buscar una oportunidad de escape que estoy segura que no tendrá.

Fusión Peligrosa (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora