Capítulo 1: Nacimiento

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Quiero compartir con ustedes una idea que he estado desarrollando desde hace un tiempo. Espero que la disfruten

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La luz del sol se filtraba tímidamente entre los paneles de madera de la finca Zenin, iluminando el ambiente austero y solemne que caracterizaba a la poderosa familia. Aquella mañana, el silencio en los pasillos era más pesado de lo habitual. Las criadas se movían con nerviosismo, mientras que los guardias permanecían atentos, como si el aire estuviera cargado de una tensión invisible.

En el interior de una de las habitaciones más privadas de la finca, Naobito Zenin, el líder del clan, permanecía de pie, con los brazos cruzados y una expresión impasible en el rostro. El ambiente era sofocante, pero él no mostraba ni una pizca de incomodidad. Frente a él, su esposa yacía en la cama, agotada tras horas de esfuerzo.

"Una más..." murmuró Naobito, como si hablara consigo mismo. "Otro Zenin."

El grito de la madre resonó en la habitación, seguido por el llanto agudo de una recién nacida. Las parteras se apresuraron a recibirla, limpiándola con manos expertas. Una de ellas la envolvió con cuidado en una manta y, temblorosa, se acercó a Naobito, quien extendió los brazos con desinterés.

"¿Y bien?" preguntó, sin apartar la vista del pequeño bulto envuelto.

La partera bajó la cabeza y presentó a la bebé, cuyos llantos ahora se habían reducido a pequeños murmullos. El rostro de Naobito permanecía inexpresivo, aunque sus ojos analizaban a la pequeña con un escrutinio frío.

"Es una niña, Naobito-sama."

Naobito observó a la niña en silencio durante unos instantes. Sus ojos pequeños y rasgados brillaban con una intensidad inusual. Había algo en ella, una presencia que se hacía notar incluso en su estado más vulnerable. Era diferente.

"La llamaremos Makima,"sentenció sin darle más vueltas. Sin más palabras, Naobito se giró y salió de la habitación, dejando a las parteras y a la madre de la recién nacida atrás. Una vez que el líder del clan se fue, las mujeres rodearon a la madre, con cuidado y respeto. Le entregaron a la bebé, que se removía inquieta entre las mantas.

La madre de Makima observaba a su hija con una mezcla de ternura y orgullo. El pequeño cuerpo de la bebé se acurrucaba contra ella mientras buscaba su pecho para alimentarse. Su cabello castaño rojizo, idéntico al de su madre, reflejaba la luz suave de la habitación. Con cada respiración de la niña, la madre sentía una conexión más profunda, casi inexplicable, como si el destino ya hubiese trazado un camino imponente para ella.

"Serás fuerte, mi pequeña," susurró la madre con una voz suave, pero firme, acariciando la cabeza de Makima mientras la bebé continuaba alimentándose. "Y nadie te doblegará... nadie estará por encima de ti."

Sus palabras eran una promesa. Sabía que, en el clan Zenin, el poder lo era todo. Y aunque Naobito era un hombre exigente, la madre de Makima veía en su hija un futuro aún más grande, uno que ni siquiera su esposo podría prever.

La pequeña Makima, aún sin entender esas palabras, parecía más tranquila, como si, en lo más profundo de su ser, ya estuviera asimilando esas ideas. La madre sonrió, con la certeza de que su hija llevaría consigo esa fuerza que nadie podría desafiar.

"Mi dulce niña... no importa lo que venga, serás invencible."

La madre acarició suavemente el rostro de la pequeña Makima, notando la calma que irradiaba, casi inusual para un recién nacido. Sentía que había algo más profundo en esos momentos de conexión, como si su hija, desde su primer respiro, ya tuviera una presencia inquietante, algo que todavía no podía explicar, pero que la llenaba de orgullo y cierta inquietud.

Jujutsu Kaisen: La Hechicera del ControlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora