Mia se bajó del taxi en la esquina de Avenida Maipú y Juncal, solamente tenía que caminar un poco hasta el edificio que albergaba las oficinas de HCM, y suspiró por el buen tiempo que habia. El viento le alborotaba el pelo y daba indicios del fresco que para la fecha en la que estaban era poco más que inevitable. Los días se estaban volviendo más fríos mientras el otoño se iba y dejaba paso al invierno.
Santiago no vivía muy lejos de allí, una moderna urbanización residencial de lujo, mientras que Agustín vivía en Nuñez, mucho más cerca de Mia. Sin embargo, ella estaba segura de ser la razón por la que Agustín nunca se había mudado más cerca de su oficina. Y luego estaba Martín, que vivía en Palermo.
Se precipitó hasta el enorme edificio que albergaba el HCM y sacó rápidamente el pase de seguridad para poder dirigirse hacia el torno que llevaba a los ascensores. Agustín le había dado el pase cuando le hizo una visita guiada por las oficinas de HCM unos cuantos años atrás, pero apenas lo había usado ya que siempre que venía estaba con él. Por lo que ella sabía, ese pase podría haber dejado de funcionar, y entonces tendría que identificarse con los de seguridad para que la dejaran pasar. Solo que, antes de perder todo ese tiempo, a lo mejor se acobardaba, daba media vuelta y se iba.
Afortunadamente, no tuvo ningún problema. Bajó la mirada hacia su reloj cuando el abarrotado ascensor llegó, accedió a él y se colocó como pudo al fondo ya que mucha más gente empujaba para entrar. Eran las diez menos cinco y odiaba llegar tarde. Y no es que ahora llegara tarde —al menos no todavía—, pero Mia era una de esas personas a las que siempre les gustaba llegar temprano. Se ponía nerviosa si no lo hacía, y llegar con tan poco tiempo de antelación la había puesto ansiosa.
No tenía nada que ver con que estuviera tan empeñada en obedecer la orden de Santiago, tampoco es que él fuera a querer su cabeza si llegaba tarde. Pero había habido algo en su voz que la hacía mostrarse recelosa de llevarle la contraria. Y si era honesta consigo misma, estaba loca por saber por qué le había dicho que acudiera a la cita de forma tan autoritaria.Carolina la había empujado prácticamente a la ducha y la había vestido después como si Mia fuera una nena que no tuviera ni idea de qué llevar ni de cómo vestirse. Tras elegir unos pantalones que se le ceñían hasta arriba de su rodilla, agarro una camisa. Le secó el largo cabello dándole volumen y ondeándole algunos mechones para darle una apariencia más alocada. Carolina juraba que melenas como la de Mia volvían locos a los hombres, pero esta última no tenía muy claro que quisiera volver loco a Santiago. Sí, había estado más de una vez en sus fantasías adolescentes —y adultas—, pero, ahora que se había acercado a ella de forma más personal, sentía un inmenso poder que radiaba de él.
La había intimidado y le había hecho pensarlo dos veces antes de decidir si podría algún día manejar a un hombre como él.
Mia apenas se había puesto maquillaje; no era que no llevara, sino que de alguna forma arreglarse demasiado para esta reunión misteriosa con Santiago parecía… desesperado, como si llevara un cartel de neón en la cara que dejara claro cuáles eran sus intenciones y sus deseos. ¿Y si se trataba de un encuentro completamente mundano? ¿No se sentiría como una boluda si iba vestida para seducirlo y después se daba cuenta de que solo quería saber cómo estaba? De todas formas, ¿quién mierda sabía lo que él estaba pensando? Santiago no era de los que iban contando sus pensamientos y sentimientos al mundo.Justo cuando quedaba un minuto para las diez, Mia salió del ascensor y se apresuró hacia la recepción de HCM. Elena, la recepcionista, le sonrió y saludó a Mia mientras se acercaba. Mia no tuvo tiempo de decidir si estaba loca por haber aceptado acudir a la cita, ni de serenarse y calmarse antes de lanzarse a los lobos. Apenas tenía un minuto para entrar en la oficina de Santiago.
—Con Santiago nos reunimos a las diez —dijo Mia sin aliento.
—Ya le aviso que llegaste —dijo Elena mientras agarraba el teléfono.
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Appeal › [Santiago Caputo]
FanfictionSantiago, Agustín y Martín son tres de los hombres más ricos y poderosos del país. Están acostumbrados a conseguir todo lo que desean. Absolutamente todo. En el caso de Santiago se traduce en hacer realidad una fantasía concreta con una mujer que er...