Santiago estaba acostado en la oscuridad con la mirada fija y vacía en el techo mientras Mia estaba pegada a él y con la cabeza encima de su brazo. Sabía que estaba despierta, su cuerpo no se había quedado laxo ni su respiración suave, dos cosas que él asociaba con su descanso. Estaba acostada ahí en silencio, pegada contra su costado casi como si estuviera procesando todo lo que acababa de pasar.
Era un hijo de puta. Lo sabía, y estaba un poco arrepentido. Pero también sabía que no iba a parar. Había roto cada promesa que le había hecho hasta ahora, y, aun así, sabía que seguiría rompiéndolas. No la había introducido en su mundo con calma y tranquilidad. No la había tratado con suavidad. Ni con paciencia. Mia lo volvía loco, lo desquiciaba.
Santiago abrió la boca, pero después la cerró otra vez. Le debía una explicación por lo que había pasado esta noche y, aun así, su orgullo no dejaba que le dijera por qué. Le molestaba que ella se haya ido enojada, pero también al mismo tiempo le divertía y lo hacía sentirse orgulloso de ella, porque básicamente lo había mandado a cagar y lo había abandonado ahí.
Si hubiera estado con cualquier otro hombre, una escenita tan peligrosa como la que él había protagonizado esa noche habría más que justificado sus acciones. Él habría sido el primero que le habría dicho que corriera muy, muy lejos y lo más rápido que pudiera. Después él mismo le habría pegado una buena piña al pelotudo que la hubiera usado de tal forma.
Pero si ella intentaba alejarse de él, Santiago sabía perfectamente que no la dejaría escapar. Iría atrás de ella con todo lo que tenía, y, a menos que la atara a su cama y la mantuviera cautiva, no la iba a dejar ir. No todavía.—Lo que pasó esta noche no fue lo que pensaste —le dijo sorprendiéndose a sí mismo cuando la afirmación se le escapó de los labios.
Dios, Santiago no quería tocar este tema con ella ni ahora ni nunca. Si Mia no se había quedado para ver por ella misma lo que había pasado, ¿por qué tenía que explicárselo él?
«Porque es diferente y fuiste un pelotudo con ella. Se lo debes.»Mia se movió contra él y se apoyó en un brazo, el pelo le caía en cascada sobre el hombro. Él estiró la mano hasta la lámpara ante la necesidad que tenía de verla discutir con él. La suave luz le iluminó la cara y su piel brilló bajo la luz tenue.
Era hermosa. No había otra palabra para describirla. Era tan dulce que provocaba hasta un dolor físico al mirarla, menos cuando estaba enojada con él. Pero, sin embargo, tenía que admitir que lo habia calentado muchísimo cuando se había puesto tan celosa y orgullosa. Se la había querido coger ahí mismo para que le clavara las uñas en la espalda.—Creo que era bastante obvio lo que pasaba —dijo Mia entrecerrando los ojos. —La rubia me arrinconó en el baño y me dejó muy en claro que prefería al Caputo más joven y con más plata antes que a tu versión más vieja y con menos plata. Y también quería tips sobre cómo hacer para que la cojas. Y justo después lo único que veo es a los dos pegados mientras bailan, vos manoseandole todo el culo...
Ella se calló y respiró hondo. Santiago podía deducir que se estaba enojando otra vez, pero admiró que le dijera todo. No le tenía miedo, y eso le gustaba. Santiago no quería una mujer tímida, aunque sí quisiera a una persona completamente sumisa. Había una diferencia entre ser sumisa y no tener carácter.
Él quería una mujer fuerte con mente propia, pero que no se enojara por su dominancia. Ella podría ser la mujer perfecta para él, pero no estaba seguro de qué conclusiones sacar sobre eso.—Sé que nuestra relación no es pública. Y sé que estaba ahí por trabajo. Nadie sabe lo nuestro. No tendría que haber sentido tanta vergüenza, pero me sentí humillada y no podía hacer nada. Quería meterme abajo de una mesa y morirme, porque yo seguía pensando que teníamos un contrato. Yo te pertenezco, pero, por Dios, si yo soy exclusivamente tuya, entonces por lógica vos también sos exclusivamente mío, y aún así vos estabas tan cómodo y cariñoso con la rubia trola. Le sonreíste de esa forma tan especial, Santiago. Y vos no le sonreis a nadie.
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Appeal › [Santiago Caputo]
FanfictionSantiago, Agustín y Martín son tres de los hombres más ricos y poderosos del país. Están acostumbrados a conseguir todo lo que desean. Absolutamente todo. En el caso de Santiago se traduce en hacer realidad una fantasía concreta con una mujer que er...