Capítulo 24

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El teléfono de Santiago sonó justo cuando estaba entrando por las puertas del edificio de oficinas a la mañana siguiente. Había llegado más temprano de lo habitual. Ya se había convertido en un hábito, una rutina que le era cómoda y a gusto, el ir al trabajo con Mia después de haber pasado la noche en su departamento. La noche anterior se había quedado inquieto y nervioso, y se había pasado la mayor parte del tiempo pensando en silencio mientras se imaginaba a Mia en su cama, sola, tal y como él estaba en la suya.
No le gustaba sentirse de esta manera. Odiaba que de alguna forma fuera dependiente de Mia para sentir esa paz mental que solo sentía cuando ella estaba cerca. Lo hacía sentirse como un boludo desesperado y avaricioso, y con la edad y experiencia que tenía no debería estar comportándose de esa manera.

Hizo una mueca cuando vio que era su mamá la que llamaba. Dejó que saltara el contestador mientras entraba en el ascensor y se prometió devolverle la llamada ya en la privacidad de su oficina. La conversación que iban a mantener no deseaba tenerla en público. O al menos, se imaginaba por dónde irían los tiros.
Las oficinas estaban vacías y en silencio. Sin embargo, Santiago caminó hacia el pasillo donde se encontraba la suya. Mia no llegaría hasta dentro de una hora y media, y ya sentía la ansiedad y la excitación. Los puños se le cerraron cuando se sentó atras de la mesa.

Tendría que haber ido al departamento de Mia antes del trabajo. Tendría que haber mandado un auto para que la vaya a buscar cuando terminara de cenar con Agustín. Pero había decidido probarse a sí mismo que no la necesitaba. Que no pensaba en ella cuando no estaba con él. Necesitaba ese espacio entre ambos, porque esa mujer se estaba convirtiendo muy rápidamente en una adicción de la que no tenía esperanza ninguna de recuperarse. Aunque hasta el momento eso le estuviera yendo muy bien.

Agarró el celular y llamó a su mamá, entonces esperó mientras daba tono de llamada.

—Mamá, soy Santiago. Perdón por no atenderte. Estaba entrando a la oficina.

—No podes creer lo que te voy a decir —le dijo, la angustia era evidente en su voz. No había tardado ni un segundo en llegar al asunto por el que había llamado.

Santiago suspiró y se tiró para atrás en la silla; ya sabía qué era lo que venía a continuación. Aun así, le preguntó y fingió ignorancia.

—¿Qué pasa?

—¡Tu papá dice que quiere reconciliarse conmigo! ¿Lo podés creer? Estuvo acá anoche.

—¿Y qué es lo que querés vos? —le preguntó con suavidad.

Ella balbuceó durante un momento y después se calló. Era evidente que no esperaba que Santiago no reaccionara a ese bombazo. O quizás es que no había pensado todavía en lo que ella quería.

—Dice que no se acostó con todas esas mujeres. Que me quiere y que quiere recuperarme, y que es el mayor error de su vida —continuó con rabia. —Se compró una casa, Santiago. ¡Una casa! ¿Te parece que eso no es pasar de página y no superar nuestro matrimonio?

—¿Lo crees?

Hubo otro silencio bastante claro. Entonces Santiago la escuchó suspirar con fuerza y se la pudo imaginar derrotada y derrumbada.

—No sé —le contestó con un tono molesto en la voz. —Vos viste las
fotos, Santiago. Todo el mundo piensa que se acostó con esas mujeres, incluso aunque sea mentira. Y ahora viene arrastrándose porque, según él, fue un error. Después de toda la humillación que sufrí y por todo lo que me hizo pasar, espera que lo perdone así nomás y que me olvide y haga de cuenta que no me abandonó después de treinta y nueve años de matrimonio.

Santiago se mordió la lengua porque no había nada que pudiera decir. No era una decisión que él pudiera tomar por ella, y tampoco le podía meter en la cabeza que perdonara a su papá porque él sabía muy bien cómo se sentía. Qué irónico era que su propia exmujer hubiera venido a suplicar al mismo tiempo que su papá lo hacía también. Ni mucho menos iba él a volver con Juana, así que entendía el enojo que tenía su mamá en lo referente a su papá. Sería un grandísimo hipócrita si la incitara a ir en esa dirección.
Nunca lo haría, aunque en el fondo de su corazón quería que sus papás volvieran a estar juntos. Su familia. Dos personas a las que había admirado toda su vida.

Appeal › [Santiago Caputo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora