Capítulo 22

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Como era de esperar, el lugar a donde iban a tomar algo era La Mansión en Palermo, un club de striptease bastante conocido del que Santiago, Martín y Agustín eran clientes habituales. Agustín y Martín ya estaban ahí hablando con dos mozas cuando Santiago entró en la sala vip. Las miradas de las chicas se fueron inmediatamente a Santiago con el interés reflejado en sus ojos. Él las echó con una mirada después de pedir con tono consiso lo que iba a tomar, y ellas salieron de la suite.

—¿Mal día? —le preguntó Martín cuando Santiago se sentó.

Se quería reír. «Mal día» no empezaba ni siquiera a describirlo. Era uno de esos días para dejar anotado en un libro de récords. No lo pensó dos veces y lo compartió con ellos. Agustín y Martín eran las únicas personas en las que confiaba para cualquier cosa personal.
Santiago hizo una mueca.

—Mi papá vino a la oficina hoy para comer conmigo.

—Mmm —murmuró Agustín. —Sé que es una mierda. Y a todo esto, ¿cómo está tu mamá?

—Cené con ella el fin de semana. La tuve que arrastrar hasta un restaurante. Incluso pensé en convencerla para que venda la casa y se mude a un departamento en el centro, pero creo que ya no hace falta.

Martin levantó una ceja.

—¿Por qué?

Santiago suspiró.

—Mi papá decidió que la cagó y que quiere volver con mi mamá. Por eso quería almorzar conmigo hoy.

—Dios —dijo Martín.

Agustín gruñó.

—¿Es pelotudo? Se cogió a todas las trolas de Buenos Aires. ¿En qué pensaba?

—Según él, no cogió con ninguna y no significaron nada para él.

Martin revoleo los ojos.

—Es la excusa más boluda que escuché.

—Decimelo a mí.

—Dios, tuviste un día de mierda en serio —murmuró Agustín. —Primero tu papá y después Juana.

—Sí. Mi mamá no me paró de llamar para criticar a todas las mujeres con las que estuvo mi papá. Y ahora seguro me va a llamar por todo esto.

—¿Vos querés que vuelvan? —le preguntó Martín con curiosidad.

—Nunca quise que estuvieran separados —contestó Santiago con un tono serio. —No tengo ni idea de que mierda tenía mi papá en la cabeza. Cuando lo quiere explicar parece una pelotudez enorme. Creo que ni él entiende lo que hizo. Así que, sí, me gustaría que estén juntos de nuevo, pero quiero que sean felices, y, si mi papá va a salir de nuevo con estas pelotudeces, prefiero que se queden así. No quiero que mi mamá pase por eso otra vez.

—Y hablando de reconciliaciones -dijo Martín de forma casual. —¿Qué mierda hacía Juana en tu oficina?

La mandíbula de Santiago se tensó y sus dientes rechinaron. Lo último que Santiago quería era hablar de Juana, pero también entendía que sus amigos querían saber. Lo ayudaron muchísimo cuando Juana lo dejó. Se quedaron al lado de él cuando ella empezó a decir cualquier barbaridad, y era normal que se preocuparan cuando ella había vuelto a aparecer.

—Me imagino que la echaste a la mierda —dijo Agustín con el ceño fruncido.

Santiago se rió, animándose. Siempre podía contar con Agustín y Martín para ir directo al punto.

—Le dejé en claro que tenía cero interés en volver.

—Quiere plata —dijo Agustín con seriedad. —Hice unos cuantos llamaditos. Ya se gastó casi todo lo que le pagaste en el divorcio y apenas se mantiene con la pensión alimentaria que le estás pagando ahora.

Appeal › [Santiago Caputo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora