El precio del poder

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La oscuridad de la noche cubría la ciudad como un manto, pero en el mundo de Samantha, el peligro no tenía horario. Sentada en su oficina, una vista panorámica de la metrópoli iluminada a sus pies, Samantha revisaba unos documentos. No eran simples contratos; eran acuerdos de millones, tratos oscuros que movían los hilos del poder. Ser la mafiosa más temida del mundo no era algo que viniera sin esfuerzo. Cada decisión, cada movimiento, significaba que alguien más caía para que ella se mantuviera en la cima.

Abril entró en la sala con una elegancia despreocupada, su presencia destacaba entre la frialdad del lugar. Aunque había pasado poco tiempo desde que se adentró en la vida de Samantha, ya había empezado a entender que todo aquí tenía un precio. Nada era gratis.

—¿Trabajando tarde? —preguntó Abril, sentándose frente a ella con una copa de vino en la mano.

—Siempre —respondió Samantha sin levantar la vista de los documentos—. Alguien tiene que mantener este imperio. Si no lo hago, alguien más lo va a intentar. Y no pienso darle a nadie esa oportunidad.

Abril sonrió con cierto respeto. Sabía que Samantha no solo hablaba de negocios; su mundo estaba lleno de traiciones, alianzas quebradizas y amenazas constantes. No era solo cuestión de dinero, era de supervivencia.

—Y dime, Abril —dijo Samantha, finalmente levantando la mirada hacia ella—, ¿tú ya decidiste cuál es tu lugar en todo esto? Porque aquí o estás conmigo, o estás contra mí. No hay puntos intermedios.

Abril la miró a los ojos, su confianza nunca vacilante. —Estoy contigo, Sam. Pero quiero algo claro: no soy una simple espectadora. Si voy a estar a tu lado, quiero estar en el juego de verdad. Quiero jugar tan sucio como tú.

Samantha arqueó una ceja, sorprendida pero al mismo tiempo intrigada. —Jugar sucio, ¿eh? Ten cuidado con lo que deseas, princesa. En este mundo, los deseos pueden convertirse en pesadillas antes de que te des cuenta.

Abril sonrió con un destello de desafío. —No soy de las que se asustan fácilmente. Ya te lo dije, estoy lista para lo que sea.

Samantha soltó una carcajada seca, apagando su cigarro en un cenicero de cristal. —Bien, como quieras. Pero si quieres jugar en mi mundo, tendrás que ensuciarte las manos. Aquí no sobrevives siendo bonita y millonaria. Aquí sobrevives siendo una hija de puta. —Se inclinó hacia adelante, sus ojos clavados en Abril—. ¿Estás preparada para eso?

—Más que nunca —respondió Abril, sin titubear.

En ese momento, el teléfono de Samantha sonó. Su asistente le informó que uno de los socios más importantes del cartel estaba a punto de traicionarla. Una movida clásica: alguien intentaba arrebatarle territorio y poder. Era el tipo de jugada que hacía que el mundo de Samantha nunca dejara de girar en torno a la violencia.

—¿Ves? —dijo Samantha, poniéndose de pie de repente—. Ni un maldito segundo de paz. Siempre hay alguien esperando clavarme un cuchillo en la espalda.

—¿Y qué vas a hacer al respecto? —preguntó Abril, claramente interesada.

Samantha se giró hacia ella con una mirada feroz. —Lo que siempre hago: enseñarles por qué soy la más cabrona de todas. Vamos, te llevaré a ver cómo se maneja una traición.

Minutos más tarde, ambas estaban en uno de los clubes que Samantha usaba como fachada para sus operaciones. El lugar estaba repleto de figuras importantes, cada una de ellas jugaba su propio juego de poder. Pero esta noche, Samantha no estaba para juegos. Llamó a uno de sus hombres de confianza y en cuestión de minutos, el traidor fue traído al centro del club, rodeado por los guardias de Samantha.

—Así que creíste que podrías pasarte de listo conmigo, ¿eh? —dijo Samantha, su voz helada como el acero—. ¿De verdad pensaste que no me enteraría?

El hombre intentó hablar, pero su voz temblorosa lo delató. —No es lo que parece, Samantha. Yo... yo solo estaba buscando una mejor oportunidad. Pero nunca te traicionaría.

—¿Mejor oportunidad? —Samantha se inclinó hacia él, su mirada era una mezcla de desdén y furia contenida—. En este mundo, no hay mejores oportunidades. Solo decisiones malas y peores. Y tú acabas de tomar la peor.

Sin darle tiempo para más excusas, Samantha sacó su arma, un gesto que heló a todos en la sala. Pero no disparó. Solo lo miró con una frialdad escalofriante.

—La próxima vez que alguien piense que puede traicionarme... bueno, no habrá una próxima vez. —Miró al traidor con desprecio antes de hacer una señal a sus hombres—. Sáquenlo de aquí. Que todos vean lo que le pasa a los que juegan conmigo.

Mientras los guardias arrastraban al hombre fuera del club, Samantha se volvió hacia Abril, una sonrisa torcida en su rostro.

—¿Eso es lo que querías ver? —preguntó Samantha, con la misma ferocidad en su voz.

—Exactamente —respondió Abril, completamente inmersa en el mundo oscuro de Samantha—. Y me encanta.

—Bien. Porque si sigues conmigo, esto es solo el comienzo. Vas a tener que ensuciarte mucho más las manos antes de que esto termine. Y créeme, terminará con sangre.

Samantha terminó su copa de un solo trago y lanzó la copa vacía a un lado, donde se estrelló contra el suelo.

—Ahora sí, querida. Bienvenida al juego real.

Hola está nota es para decirles que Alana le esposa de rivers ya no es la esposa, solo que no se me ocurrió como hacer un capítulo así y sentí que seria bastante aburrido.

Pero bueno eso era todo y por favor no se olviden de votar para que esta historia tenga apoyo 🤠

"DEL PORTE" G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora