Negocios en las sombras

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El amanecer asomaba en el horizonte, pero para Samantha y Abril, el tiempo no significaba nada. Mientras el mundo despertaba, el poder de Samantha seguía dominando las calles. Sentada en su mansión, con un cigarro en la mano y una copa de whisky al lado, Samantha miraba a Abril, quien paseaba por la habitación, perdida en sus pensamientos.

—¿Qué te pasa, princesa? —preguntó Samantha sin quitarle los ojos de encima—. Ayer viste cómo se manejan las cosas en mi mundo, y hoy te noto... demasiado tranquila.

Abril se detuvo, cruzándose de brazos. —Solo estaba pensando en lo que significa estar aquí, contigo. En lo que esto implica para las dos.

Samantha se rió, una risa corta y llena de desdén. —¿Para "las dos"? —repitió, ladeando la cabeza—. Esto no se trata de un "nosotras", Abril. Aquí todo se reduce a quién manda y quién obedece. ¿O de verdad pensabas que esto es otra cosa?

—Lo sé —respondió Abril, sin dejarse intimidar—. Lo que quiero saber es si tú entiendes lo que significa tener a alguien cerca en tu posición.

Samantha la miró en silencio por unos segundos, midiendo sus palabras. —La confianza no es algo que se da en este juego, princesa. Aquí no confío en nadie. Ni siquiera en ti.

Abril sonrió con un toque de ironía. —Entonces, ¿por qué estoy aquí? Si no confías en mí, ¿por qué me mantienes cerca?

—Quizá porque me diviertes —respondió Samantha mientras apagaba su cigarro—. O porque quiero ver hasta dónde eres capaz de llegar antes de que te rompas. —La mirada de Samantha era intensa, como si estuviera probando a Abril, viendo qué tan lejos podía empujarla.

Antes de que la conversación pudiera continuar, el teléfono de Samantha sonó. Su asistente la puso al tanto de una situación: una familia rival había estado moviéndose en su territorio, desafiando su autoridad. No podían dejarlo pasar.

—Al parecer, algunos imbéciles creen que pueden jugar conmigo —murmuró Samantha, poniéndose de pie—. Abril, vístete. Tenemos que ir a dejar las cosas claras antes de que se nos salgan de control.

Abril asintió y la siguió sin hacer preguntas. Sabía que el mundo de Samantha no era uno en el que pudieras dudar. Si querías sobrevivir, tenías que estar lista para cualquier cosa.

El encuentro tendría lugar en un club de la ciudad, donde las familias solían discutir sus diferencias, aunque esas "discusiones" rara vez se resolvían con palabras. Samantha lo sabía bien. Al llegar, los hombres de Samantha se posicionaron alrededor del lugar, listos para cualquier eventualidad.

—Aquí es donde las cosas se ponen interesantes —dijo Samantha mientras bajaba del coche. Su tono era serio, pero había una chispa de emoción en sus ojos. La mafiosa más temida del mundo estaba a punto de hacer otra jugada, y no había lugar para errores.

Dentro del club, los rivales estaban esperando. El ambiente era tenso, pero Samantha no mostró ni un rastro de duda. Caminó hacia ellos con paso firme, como si ya hubiera ganado.

—¿Creen que pueden invadir mi territorio? —dijo Samantha con calma, mirando directamente al líder del grupo rival—. Voy a darles una oportunidad: pueden retirarse y dejar de meterse donde no les llaman, o...

El líder del otro grupo la interrumpió, intentando sonar desafiante. —Has estado ocupando demasiado espacio, Samantha. Es hora de que alguien más tenga su oportunidad.

Samantha soltó una carcajada seca. —¿Una oportunidad? —repitió—. El mundo es mío porque yo tuve las agallas para tomarlo. Tú solo estás aquí porque te lo permití.

El hombre la miró con desdén, pero Samantha no le dio tiempo para responder. Dio un paso más hacia él, dejando claro que no había espacio para la negociación. —Esto no es un juego, y si piensas que puedes enfrentarte a mí, vas a descubrir lo que pasa cuando te metes con alguien que no tiene miedo.

El silencio llenó el lugar. Nadie se atrevió a moverse mientras Samantha mantenía su mirada fija en el líder rival. Al final, él bajó la vista, sabiendo que no tenía opción.

—Bien. Veo que al menos tienes un poco de sentido común —dijo Samantha, dándole la espalda—. Ahora, lárgate de mi territorio antes de que cambie de opinión.

Abril observaba en silencio, impresionada por la forma en que Samantha manejaba cada situación. Verla en acción era como ver a un depredador dominando su caza, sin perder nunca el control.

Cuando salieron del club, Abril se acercó a Samantha. —Eres buena en esto —dijo, aún con el ritmo acelerado por lo que había presenciado.

Samantha sonrió, una sonrisa que no era exactamente de alegría, sino de satisfacción. —No es sobre ser buena. Es sobre ser la mejor. Y mientras yo esté aquí, nadie va a quitarme ese lugar.

Abril asintió, sabiendo que cada vez se adentraba más en el mundo de Samantha. Y aunque sabía que era peligroso, también sabía que no podía retroceder.

"DEL PORTE" G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora