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El sonido de risas provenientes del patio llenaba la casa, donde los amigos del padre de Dahyun disfrutaban de una tarde juntos. Sana, siempre la anfitriona perfecta, se encontraba en la cocina preparando aperitivos. Pero la calma en su rostro apenas enmascaraba el cansancio que sentía. Los "accidentes" que Dahyun había protagonizado últimamente la tenían así, lo cuales, no eran más que constantes ataques disfrazados, y aunque Sana había tratado de ser paciente, de entender la confusión y el dolor que Dahyun sentía, su límite había llegado.

Dahyun observaba desde la puerta, sus ojos fríos y calculadores mientras Sana organizaba los bocadillos sobre una bandeja. Con pasos deliberadamente descuidados, Dahyun se acercó, y fingiendo torpeza la golpeó con su hombro justo cuando Sana iba a salir de la cocina.

El sonido de la bandeja cayendo al suelo resonó como una explosión en la mente de Sana. Los bocadillos, que había preparado con cuidado, estaban esparcidos por todas partes, arruinados. En el mismo instante, algo dentro de ella se rompió.

Sana respiró hondo, pero no fue suficiente para calmar la furia que sentía. En un arranque de rabia inusual en ella, dejó que sus emociones la dominaran. Con pasos rápidos y firmes, se giró hacia Dahyun y, con una fuerza que nunca había mostrado antes, la tomó del brazo.

—¡Ya basta! —exclamó, su voz un susurro cargado de ira mientras empujaba a Dahyun contra el refrigerador, su cuerpo temblando de frustración. Los ojos de Sana brillaban con una mezcla de rabia y dolor, una expresión que Dahyun nunca había visto en ella.

Dahyun, sorprendida por la reacción de Sana, se quedó congelada. No era la primera vez que había intentado lastimar a Sana físicamente, pero jamás había esperado una respuesta como esa. Siempre había sido Sana la que sonreía, la que dejaba pasar los golpes y el sarcasmo. Pero esta vez, la dulce paciencia de Sana se había evaporado.

—¿Qué te pasa, Dahyun? —dijo Sana con los dientes apretados, su voz baja pero amenazante—. ¿Crees que no me doy cuenta de lo que estás haciendo? Sabes que no fue un accidente. Ninguno de tus "accidentes" lo ha sido.

El corazón de Dahyun comenzó a latir más rápido, pero no por miedo. Había algo en la intensidad de Sana que la desconcertaba, algo que la hacía sentirse expuesta. Dahyun evitó mirarla a los ojos, pero podía sentir el calor de la mirada de Sana como un fuego que le quemaba la piel.

—Ya no puedo seguir soportando esto, —continuó Sana—. He sido paciente, te he dado espacio, pero esto... esto ha ido demasiado lejos.

Dahyun tragó saliva, su mente intentando procesar lo que estaba pasando. Sana no la había soltado, sus dedos apretaban su brazo con fuerza. El rostro de Sana estaba a centímetros del suyo, sus ojos enfocados en los de Dahyun con una mezcla de rabia y... algo más. Algo que Dahyun no podía descifrar.

Por un instante, la furia de Dahyun se apagó, reemplazada por una sensación extraña que no supo interpretar. Estaba acostumbrada a controlar la situación, a tener a Sana bajo su mando, a ser quien la hacía sentir pequeña. Pero ahora, con Sana tan cerca, sosteniéndola con tanta firmeza, algo dentro de ella vaciló.

Sana, por su parte, no se apartó ni por un segundo. Había estado luchando tanto por ganarse el respeto de Dahyun, por acercarse a ella, por demostrarle que no quería reemplazar a su madre. Pero ahora, con el dolor y la frustración acumulados, todo lo que podía hacer era defenderse. No podía permitir que Dahyun la siguiera lastimando de esta manera.

—No soy tu enemiga, Dahyun, —susurró Sana, suavizando un poco su tono, pero sin aflojar el agarre—. Nunca he querido reemplazar a tu madre. Solo he intentado... solo he intentado estar aquí para ti. Pero si no me dejas... no puedo seguir soportando esto.

[PAUSADO] MI MADRASTRA // SAIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora