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Dahyun sintió cómo el aire a su alrededor se volvía más denso, la proximidad de Sana intensificando todo. El deseo y la razón chocaban en su mente, creando una tormenta de emociones. "No puedo seguir así", pensó, mientras su mirada se mantenía fija en los ojos de Sana, que brillaban con complicidad.

—¿Por qué luchas tanto contra esto, Dahyun?—, insistió Sana, su voz un susurro tentador. —Solo estás desperdiciando el tiempo. Sabes que quieres hacerlo—. La confianza de Sana era como un imán, atrayendo a Dahyun hacia un abismo del que no estaba segura de querer escapar.

Dahyun trató de aferrarse a la lógica, a la razón que le decía que esto era un error.

—Sana, esto no puede continuar—, dijo, aunque la firmeza de su voz se desvanecía con cada palabra. Ella se dio cuenta de que, en el fondo, había una parte de ella que deseaba más de lo que estaba dispuesta a admitir.

Sana sonrió, como si entendiera completamente la lucha interna de Dahyun.

—Solo piénsalo. La vida es corta. ¿Por qué no disfrutar de lo que tenemos? Solo se trata de un poco de diversión—, dijo, mientras su mano regresaba a la rodilla de Dahyun, esta vez con más decisión.

Dahyun cerró los ojos por un momento, sintiendo cómo el calor de Sana la envolvía.

—No deberíamos...—, protestó, aunque su voz sonaba más como una súplica que como un rechazo. Ella quería sentir ese roce, esa conexión, pero el miedo la mantenía anclada.

—¿Qué pasa si no lo hacemos? ¿Y si te arrepientes de no haberlo intentado?—, preguntó Sana, acercándose más, su rostro tan cerca que Dahyun podía sentir su aliento cálido. —No puedes negar que hay algo entre nosotras. Estoy segura de que lo sientes—.

La resistencia de Dahyun comenzó a desvanecerse lentamente. En ese momento, se dio cuenta de que había algo liberador en dejarse llevar por el deseo. Con un impulso, tomó una respiración profunda y, sin pensarlo más, se giró hacia Sana.

—Está bien... supongo que solo un poco de diversión no estaría mal—, murmuró, sintiendo que la chispa dentro de ella se avivaba.

La sonrisa de Sana se amplió, y en un instante, la tensión se rompió.

—¿Ves? No fue tan difícil—. Y antes de que Dahyun pudiera reaccionar, Sana se lanzó hacia ella, sus labios encontrándose en un beso que desató todas las emociones que habían estado reprimidas.

Dahyun sintió que su mundo se desvanecía a su alrededor, perdiéndose en la intensidad de ese momento. No podía pensar en nada más que en la calidez de Sana y el deseo que ardía entre ellas. Finalmente, había tomado la decisión de dejarse llevar, y en ese instante, todo lo demás dejó de importar.

La presión del momento era casi eléctrica. Dahyun se dejó llevar, sus manos buscando el cabello de Sana, sintiendo la suavidad de sus mechones entre los dedos. El beso se profundizaba, y cada segundo parecía un pequeño universo en sí mismo. La sensación de libertad que había anhelado la envolvía, y su mente se deshacía de todas las dudas.

Sana, por su parte, se sintió triunfante al notar que Dahyun finalmente había cedido. La calidez del cuerpo de Dahyun contra el suyo era todo lo que había querido, y no pudo evitar sonreír en medio del beso. Era un instante de pura conexión, una liberación de la tensión acumulada durante días.

Dahyun se separó un poco, respirando entrecortadamente.

—¿Qué estamos haciendo?— preguntó, su voz apenas un susurro. Aunque la emoción seguía ardiendo en su interior, un pequeño hilo de realidad intentaba anclarla.

—Lo que deseamos, Dahyun—, respondió Sana, acercándose de nuevo con una dulzura que suavizaba el deseo abrasador. —No pienses tanto en ello. Solo disfruta.

Dahyun sintió que sus dudas se desvanecían. La chispa que había estado ocultando en su interior estaba lista para arder.

—Es que... no quiero que esto termine mal—, admitió, aunque la confesión casi la hizo sonrojar.

—No tiene por qué terminar mal si no queremos que lo haga—, dijo Sana, inclinándose hacia ella una vez más, pero esta vez deteniéndose a un milímetro de sus labios. —Lo que tenemos es especial, y nadie tiene que enterarse.

Esa última afirmación resonó en Dahyun. La idea de tener algo solo para ellas, un secreto compartido que desafiaba las expectativas, era irresistible.

—Está bien... solo un poco más—, aceptó, sintiendo que la adrenalina corría por sus venas.

—Eso es lo que me gusta oír—, dijo Sana, y en un movimiento rápido, tomó la mano de Dahyun, guiándola hacia su habitación. —Vamos a estar más cómodas aquí.

Al entrar en la habitación, Sana cerró la puerta suavemente detrás de ellas, asegurándose de que el mundo exterior quedara fuera. La atmósfera se volvió densa y cargada de anticipación. Con un aire de determinación, se volvió hacia Dahyun, acorralándola contra la puerta, sus ojos brillando con una mezcla de deseo y desafío.

Sana se acercó lentamente, su aliento cálido en el espacio entre ellas. Su mano se deslizó hacia la cintura de Dahyun, acariciándola con suavidad pero con una firmeza posesiva. Un escalofrío recorrió la espalda de Dahyun al sentir la calidez de la mano de Sana, un toque que la hacía sentir deseada y al mismo tiempo vulnerable.

—¿Estás lista?— susurró Sana, su voz cargada de promesas. Antes de que Dahyun pudiera responder, Sana se inclinó hacia ella y la besó con deseo. Sus labios chocaron con la fuerza de una tormenta, desatando todo lo que habían reprimido.

Dahyun sintió cómo la inseguridad se disipaba, reemplazada por una mezcla de emoción y deseo. La calidez de la mano de Sana en su cintura la aprisionaba suavemente, pero también la hacía sentir segura, como si estuviera bajo la protección de alguien que realmente la deseaba. Era un baile delicado, una coreografía improvisada de sus corazones latiendo al unísono.

Sana apretó a Dahyun contra la puerta, su cuerpo presionando el de ella, creando una conexión intensa entre ambas. La mano de Sana se movía por la cintura de Dahyun, bajando un poco, como si marcara su territorio y al mismo tiempo la invitara a unirse a ella en ese momento. Dahyun pudo sentir el ritmo acelerado de su propio corazón, latiendo al compás del deseo que se había acumulado entre ellas.

—¿Por qué luchas contra esto?— preguntó Sana entre besos, su voz un susurro seductor. —Sabes que esto es lo que queremos.

Dahyun se dejó llevar por la intensidad del momento, sus manos buscando el cabello de Sana, sintiendo la suavidad de sus mechones entre los dedos. La presión del cuerpo de Sana la hacía sentir viva, y cada segundo parecía un pequeño universo en sí mismo. La sensación de libertad que había anhelado la envolvía, y su mente se deshacía de todas las dudas.

Ambas sabían que estaban cruzando una línea, pero la tentación era demasiado fuerte. El deseo que las unía era casi palpable, como un hilo invisible que las ataba. En medio de risas nerviosas y susurros cómplices, Dahyun y Sana se sumergieron en un mundo nuevo, dejando atrás el miedo y permitiéndose ser simplemente ellas mismas.

Dahyun, sintiendo la presión y el calor que emanaba de Sana, se dio cuenta de que no quería que ese momento terminara. No quería retroceder. Así que, con una chispa de valentía, se entregó por completo a la conexión que estaban creando, abrazando la pasión que había estado esperando.

[PAUSADO] MI MADRASTRA // SAIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora