Después de una cena llena de miradas furtivas y risas nerviosas, las dos se encontraron a solas en la habitación de Dahyun mientras el hombre de la casa yacía en su oficina terminando unos cuantos deberes de la empresa.
El ambiente era ligero, pero la tensión que habían creado durante la cena seguía latiendo entre ellas.
Sana, con su habitual picardía, se acercó a Dahyun, sus ojos brillando con una mezcla de deseo y travesura.
—Sabes, estaba pensando...— comenzó, sonriendo mientras se acomodaba más cerca de ella en la cama. —Deberías usar faldas más a menudo.
Dahyun frunció el ceño, un poco confundida.
—¿Faldas? ¿Por qué?— preguntó, aunque en el fondo ya podía adivinar la respuesta.
—Porque me encanta verte las piernas—, respondió Sana, su voz suave y sugerente. —Y me gusta poder tocarlas—. La insinuación era clara, y Dahyun sintió un escalofrío recorrer su cuerpo.
—Sana...— comenzó Dahyun, sintiendo el calor subir a su rostro, pero Sana no le dio tiempo de continuar.
—Imagina que estamos en un lugar donde solo somos nosotras. Quiero que seas libre de mostrarme lo que me gusta—, dijo Sana, su mirada fija en Dahyun, como si intentara hipnotizarla.
—¿Te gustan tanto?— preguntó Dahyun, sintiendo una mezcla de vergüenza y emoción al mismo tiempo.
—Me encantan—, afirmó Sana, inclinándose hacia ella. —Y no hay nada que me ponga más feliz que verte sonreír cuando te hago sentir bien.
Dahyun se mordió el labio, sintiendo que el corazón le daba un vuelco.
—Bueno, tal vez podría considerar usar faldas más a menudo—, respondió, intentando no parecer demasiado entusiasmada.
La sonrisa de Sana se amplió, y se acercó un poco más, acariciando suavemente la pierna de Dahyun.
—Me parece una gran idea. Estoy segura de que te verás increíble.
Dahyun sintió que las palabras de Sana la envolvían como un abrigo cálido, haciéndola querer experimentar más en ese juego entre ellas. La promesa de lo que vendría a continuación llenaba el aire con una energía vibrante, y a medida que las miradas de ambas se entrelazaban, todo parecía posible.
Mientras Dahyun se acomodaba en la cama, todavía sintiendo la calidez del momento con Sana, el sonido de pasos en el pasillo hizo que su corazón se acelerara. Su padre estaba subiendo las escaleras, y ella sabía que no podían ser sorprendidas en ese instante tan íntimo.
Sana, siempre rápida, se giró hacia Dahyun, sus ojos brillando con una mezcla de emoción y urgencia.
—Tengo que irme—, dijo, acercándose para darle un rápido beso, pero este fue más pasional de lo que Dahyun había anticipado.
Dahyun sintió un escalofrío recorrer su cuerpo mientras sus labios se encontraban, el momento lleno de un deseo reprimido que apenas lograban contener. Cuando Sana se separó, su rostro estaba ligeramente sonrojado.
—Buenas noches, Dahyun—, susurró, su voz cargada de promesas.
—Buenas noches—, respondió Dahyun, aún aturdida por el beso, mientras Sana se giraba para salir de la habitación.
Sana salió rápidamente, justo cuando su esposo abría la puerta de su habitación. Ella se dio la vuelta, sonriendo con dulzura.
—Amor—, dijo con un tono inocente, tratando de parecer lo más natural posible frente a su esposo.
—Hola, Sana. ¿Todo bien?— preguntó el padre de Dahyun, su voz llena de calidez.
—Sí, solo vine a arropar a nuestra pequeña—, respondió Sana, señalando la habitación de Dahyun con un tono tierno.
El hombre sonrió, pensando que era un momento dulce entre su esposa y su hija.
—Es bueno ver que se cuidan mutuamente—, dijo, satisfecho al recordar ese momento en el que Dahyun cuidó de ella cuando tuvo miedo de la tormenta.
—Siempre—, contestó Sana, su sonrisa nunca desapareciendo mientras se dirigía hacia la puerta de la habitación. Su mente corría, sabiendo que había cruzado un límite, pero también emocionada por lo que vendría.
Una vez en su habitación, Sana se recostó en su cama, sintiendo la adrenalina de la situación. La conexión con Dahyun era más fuerte que nunca, y aunque las circunstancias las mantenían en un juego de escondidas, sabía que su historia apenas comenzaba.
Dahyun, recordando lo que Sana le había pedido, empezó a incluir más faldas en su vestuario. Aunque al principio se sintió un poco nerviosa, pronto notó cómo a Sana le brillaban los ojos cada vez que la veía con una de ellas.
Un día, Sana sorprendió a Dahyun con un par de faldas nuevas, cortas y coquetas, acompañadas de una sonrisa pícara.
—Te van a quedar perfectas—, comentó Sana, entregándoselas mientras dejaba que sus dedos rozaran suavemente las manos de Dahyun.
Cuando Dahyun apareció con una de esas faldas al día siguiente, no pasó ni un minuto antes de que Sana la atrapara a solas.
—Sabes que me encanta verte así—, susurró, sin poder evitar deslizar una mano por la espalda de Dahyun, deteniéndose en su trasero y apretándolo con descaro. Dahyun se tensó un poco, pero no pudo evitar disfrutar la cercanía de Sana, su toque tan familiar y a la vez tan tentador.
—Sana—, murmuró Dahyun, intentando mantener el control, pero su tono traicionaba lo mucho que la afectaba. Sana solo sonrió, satisfecha, y le dio un pequeño apretón más antes de dejarla ir, como si no hubiera hecho nada.
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Otro día, cuando Dahyun usaba otra de aquella faldas, Sana la interceptó en uno de los pasillos de la casa, justo cuando Dahyun iba distraída. Con una mirada intensa, la atrajo hacia ella, bloqueando su camino suavemente.
—¿Sabes lo hermosa que te ves en esa falda?—, susurró, su tono cargado de intención. Sin darle tiempo a reaccionar, las manos de Sana comenzaron a deslizarse por el cuerpo de Dahyun, acariciando su cintura y subiendo lentamente. —Me encanta tu cuerpo...— continuó, su toque descarado, explorando cada curva sin prisa. Dahyun sintió que su respiración se aceleraba, la piel erizándose al sentir las caricias seguras y posesivas de Sana.
Aunque estaba sorprendida por el atrevimiento, no podía negar que le gustaba cómo Sana la hacía sentir en esos momentos.
Sana, moviéndola con una facilidad sorprendente, como si Dahyun fuera solo una muñeca bajo su control. Sin esfuerzo alguno, la giró suavemente y la empujó contra la pared, acomodándola a su gusto. Cada vez que sus manos la tocaban, lo hacía con una precisión descarada, buscando la posición perfecta para poder besarla o acariciarla con más comodidad.
Dahyun, atrapada en la intensidad del momento, apenas podía resistirse. Sentía cómo Sana la manejaba a su antojo, su cuerpo respondiendo instintivamente a cada toque, cada beso. Aunque la situación la dejaba sin aliento, una parte de ella se rendía completamente a ese control, dejándose llevar por el deseo que ambas compartían.
A/N
Queremos drama? 😈
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[PAUSADO] MI MADRASTRA // SAIDA
FanfictionUna trágica historia en donde Dahyun sin quererlo cae ante los encantos de la nueva esposa de su padre. Porque aún después de odiarla le es inevitable enamorarse de aquella dulce mujer que solamente intentaba empatizar con ella. + Contenido homosexu...