A falta de una respuesta por parte de Dahyun, Sana volvió a atacar sus labios con un beso profundo, mientras su mano se deslizaba suavemente por la espalda de Dahyun, acercándola más a ella, como si quisiera borrar cualquier distancia entre ambas. Dahyun sentía su corazón latir con fuerza, cada parte de su ser vibrando con una mezcla de emociones que no podía ni quería detener.
Después de lo que pareció una eternidad, Sana se apartó lentamente, su respiración agitada. Aún con sus rostros cerca, Sana la miró a los ojos, su voz baja pero firme.
—¿Ves lo bien que nos entendemos?—, murmuró, sus dedos aún jugueteando con la camisa de Dahyun. —Ahora, quiero que seas obediente, Dahyun. Que hagas lo que te pido... y pasemos más tiempo de calidad juntas. No tienes que resistirte—, dijo, su tono suave pero cargado de una advertencia implícita.
Dahyun, todavía bajo la influencia del momento y del control que Sana ejercía sobre ella, no pudo rechistar. Asintió lentamente, su mente nublada por los besos, incapaz de negarse o protestar.
—Está bien...—, susurró sin oponer resistencia, como si finalmente aceptara el destino que Sana había trazado para ambas.
Sana, satisfecha, le dedicó una sonrisa pequeña pero triunfante, acariciando suavemente la mejilla de Dahyun.
—Sabía que terminarías entendiendo—, añadió con un tono casi afectuoso, como si todo esto fuera solo una muestra de su particular forma de cuidar a Dahyun.
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Horas más tarde, ambas estaban en la cama, aparentemente relajadas, viendo una película. La pantalla iluminaba tenuemente la habitación, y el sonido de los diálogos llenaba el espacio. Pero, en realidad, el foco de atención de Dahyun no estaba en la película.
Sana, recostada a su lado, había comenzado a acariciar lentamente las piernas de Dahyun desde que se habían acomodado juntas. Al principio, el toque había sido sutil, casi como un roce casual, pero con el tiempo, las caricias se hicieron más constantes, más intencionadas. La mano de Sana se deslizaba suavemente por el muslo de Dahyun, subiendo y bajando con una calma casi hipnótica.
Dahyun intentaba concentrarse en la película, pero su mente estaba completamente enfocada en el toque de Sana. Su cuerpo, tenso al principio, pronto comenzó a relajarse, aunque su corazón seguía latiendo a un ritmo acelerado. Cada vez que los dedos de Sana rozaban su piel, un pequeño escalofrío recorría su cuerpo, haciéndola estremecer.
Nerviosa, Dahyun se mordía el labio, preguntándose si debía decir algo, detenerla de alguna manera, pero a la vez, no podía negar que le gustaba. La calidez del contacto, la manera en que Sana la tocaba con una mezcla de ternura y posesión, hacía que Dahyun se sintiera atrapada en una corriente de sensaciones que no quería abandonar.
Sana, por su parte, parecía disfrutar del poder que tenía sobre Dahyun. Sus caricias no eran rápidas ni desesperadas; eran lentas, casi calculadas, como si supiera exactamente el efecto que tenía en ella. De vez en cuando, Sana desviaba la mirada de la pantalla para observar la reacción de Dahyun, notando cómo sus mejillas se sonrojaban y cómo su respiración se volvía más irregular.
—¿Estás bien?—, murmuró Sana con una sonrisa suave, aunque conocía perfectamente la respuesta.
Dahyun asintió débilmente, incapaz de articular una palabra sin que su voz traicionara el nerviosismo que sentía. A pesar de todo, no hizo ningún intento por detener las caricias. De alguna manera, el nerviosismo mezclado con el placer era una sensación que la hacía sentir viva, en un estado que apenas podía comprender.
La película seguía, pero para Dahyun, ya no tenía importancia. Sana, con su toque, había capturado toda su atención, y aunque una parte de ella seguía nerviosa, otra parte se estaba rindiendo, dejándose llevar por completo.
El ambiente en la habitación seguía cargado, las caricias de Sana se mantenían suaves y constantes sobre el muslo de Dahyun. Justo cuando Dahyun comenzaba a hundirse por completo en esa sensación, escucharon el sonido de la puerta principal abriéndose.
Dahyun se tensó de inmediato, y Sana, con una rapidez sorprendente, retiró su mano de su pierna, adoptando una postura relajada como si nada hubiera ocurrido. Ambas dirigieron la mirada hacia la pantalla, fingiendo interés en la película que apenas habían estado viendo.
—Es mi papá—, susurró Dahyun, nerviosa, sus mejillas aún rojas por lo que acababa de pasar.
El sonido de pasos subiendo las escaleras se acercaba, y en cuestión de segundos, la puerta de la habitación se abrió. El padre de Dahyun apareció, con una sonrisa cálida en su rostro, notando la escena delante de él: su hija y Sana, aparentemente disfrutando de una noche tranquila viendo una película juntas.
—¡Hola chicas!—, saludó con entusiasmo, sus ojos llenos de ternura al verlas. —Veo que están pasando tiempo juntas. Es bonito verlas así— las felicitó con cariño.
Sana, siempre rápida para adaptarse, le sonrió con dulzura, fingiendo que todo había sido normal.
—Claro, amor. A Dahyun y a mí nos encanta pasar juntas—, dijo con su tono habitual encantador.
Dahyun asintió con una sonrisa nerviosa, aún sintiendo los rastros del toque de Sana en su piel, pero tratando de mantener la calma. Su papá se acercó un poco más, mirándolas con cariño.
—Sana, de verdad me alegra mucho que le hagas compañía a Dahyun—, comentó antes de darles una última sonrisa y salir de la habitación, cerrando la puerta detrás de él.
Tan pronto como la puerta se cerró, Dahyun soltó un suspiro de alivio, su cuerpo aún temblando ligeramente por la mezcla de nervios y el reciente contacto de Sana. Sana, por su parte, la observaba con una mirada divertida, pero no dijo nada, solo volvió a acomodarse en la cama, como si nada hubiera pasado.
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Luego de que la película terminó, Sana se estiró lentamente, pero sus ojos seguían fijos en Dahyun, con una intensidad que no había disminuido en toda la noche. Se inclinó hacia ella, acercando sus labios con una sonrisa juguetona.
—Es hora de que te vayas a tu habitación—, susurró, su voz suave pero firme.
Dahyun apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que los labios de Sana se presionaran contra los suyos en un beso corto, pero lleno de un deseo que hacía eco de todo lo que había sucedido antes. Fue un beso que, aunque breve, la dejó sin aliento, con el sabor de Sana aún en su boca cuando se separaron.
—Buenas noches—, murmuró Sana, su tono cargado de insinuación, mientras le daba un suave empujón hacia la puerta.
Dahyun, todavía algo aturdida, asintió y salió de la habitación, sus pasos un poco inestables mientras se dirigía a su propio cuarto, con el corazón latiendo rápido y la mente revuelta por todo lo que había pasado.
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[PAUSADO] MI MADRASTRA // SAIDA
Fiksi PenggemarUna trágica historia en donde Dahyun sin quererlo cae ante los encantos de la nueva esposa de su padre. Porque aún después de odiarla le es inevitable enamorarse de aquella dulce mujer que solamente intentaba empatizar con ella. + Contenido homosexu...