Capítulo 7

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Este capítulo puede contener escenas no aptas para todo público. Se sugiere discreción. No romantices este libro, es moralmente incorrecto. Y NO debe ser tomado como un ejemplo.

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—Baja eso...—insite él mientras lo apunto con mi cuchillo.

Había logrado liberarme y cortar su cuello en un movimiento torpe, pero exitoso. Ahora podía ver el hilo de sangre que manchaba su polo blanco, aún que él ni siquiera se inmutaba.

—¡Lárgate, vete. Maldito psicópata!—Insito asustada sin dar brazo a torse.

—Conejita...—Su maldita voz provoca que mi corazón se contraiga. ¡¿Por que tiene ese poder sobre mi?! Es un maldito desconocido.—Baja eso, última oportunidad.

—¡¿Me amenazas?!—consulto con sarcasmo.—¡Eres un maldito idot-!—me sujetan de atrás y me levantan del suelo.—¡Sueltame!—Grito asustada y suelto el cuchillo dejandolo caer al suelo.—¡Dejame, maldita sea. Sueltame!—Grito una vez más sin darme por vencida.

—¡Quieta!—el sujeto detrás de mi habla al fin. Logrando que mi cuerpo se tense. Su voz me parece familiar, pero en este momento no se de donde.

—¿Te gusta la sensación, Conejita?—El hombre que me ataco al principio, y el mismo de aquella noche, está frente a mi, mirándome con una sonrisa en sus labios. Es lo que más resalta en el pasamontañas, eso y sus ojos azules, pero no cualquier azul, el de sus ojos es brillante y muy electrico.—¿Que te parece si terminamos lo que dejamos inconcluso la última vez?—Pasa la punta del cuchillo por mi torso y rasga mi pijama.

—Sueltame...—Repito una vez más, y el hombre detrás de mi me sujeta aún más firme.—Por favor.. —susurro bajito y el de ojos eléctricos frente a mi, se acercó tomando mi mandíbula en el proceso.

—No ruegues..—gruñó bajo, y luego se acercó mas y besó mis labios con agresividad. Mordí su labio inferior en respuesta, hasta sentir el sabor de su sangre en mi boca.—¡Maldita sea!—Me abofeteo con rudeza haciendo que mi cabeza se gire hacia un lado, sentí mi mejilla arder y mi rabia junto con adrenalina dispararse, pero lejos de asustarme me reí maliciosa.

Él había provocado algo en mi.

—¿Que pasa no te gusta tu propio sabor?—Me burle entre carcajadas. Y él tomó represalias tomándome del mentón y sonriendo ampliamente. Tiene una sonria tan sadica y asquerosamente sexy.—¡¿Que, cabron?!—Lo enfrenté con una gran sonrisa que intentaba competir con la suya.

—Te mostraré. —Informó acariciando mi mejilla maltratada.—Veremos si sigues riendo después de lo que te haré.

—Pruebame.—Musito desafiante.

Dulce Fantasía | +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora