Capítulo 9

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Luego de perder mi trabajo en la libreria, no tuve otra opción que tomar la propuesta de Angeles, y ser tutora de Franco

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Luego de perder mi trabajo en la libreria, no tuve otra opción que tomar la propuesta de Angeles, y ser tutora de Franco.  Era mejor eso que ser mesera en un bar de mala muerte donde probablemente seria acosada por hombres ebrios y asquerosos.

Después de tocar el timbre del gran portón de metal, una voz se escucho a través del aparato.

—¿Si?

—Soy Valery Stein..—informé casi sobre el aparato,  tenia miedo que no me oyera bien.

—Señorita Stein. ¿La tutora del niño Franco?—interrogó la voz femenina.

—Si.

El portón eléctrico se abrió de par en par, y entré sujetando la correa de mi bolso con firmeza, la mansión donde Angeles vivía era enorme.

—Señorita Stein. Por aqui.—Un hombre de traje y con un auricular en su oreja derecha me guió por el gran jardín hasta la entrada. Habían muchos más como el, eran casi un escuadrón de ejército, todos dispersos en el territorio.

Una mujer con conjunto de falda y saco negro, abrió la puerta principal y me sonrió amigable.

—Señorita Stein. Adelante, soy Ana el ama de llaves, la señora Keller la espera en la biblioteca.—Me hizo pasar y cerró la puerta detrás de mi.

—Mucho gusto, Ana.—Contesto mientras la sigo detrás. Ella caminó en línea recta y pasó por debajo de una gran escalera, para entrar en la segunda puerta. Detrás de esta, una gran biblioteca repleta de libros, decorada con luces, sillones y una gran mesa de roble con sillas del mismo material.

Mi gran sueño.

—Val..—Franco corrió hacia mi con una sonrisa, abrazó mis piernas y me miró desde su altura.

—Hola..—Correspondi su abrazo colocandome a su altura.

—Val, que bueno que llegas.—Angeles me sonríe alegremente.—Franco estaba algo ansioso desde que supo que tu serias su tutora.—Agrega divertida.

—¿Podremos pintar como la última vez?—Franco me ve con ilusión meneando sus pestañas con suavidad.

—Mm no veo por que no.—Acarició su cabellera castaña y él salta alegremente.

Angeles menea la cabeza y me ve con diversión.

—Espero se comporte, si no es así, házmelo saber, estaré en mi oficina. Si necesitas algo, dile a Ana, ella te lo dará.—Asegura mirando a su hijo de reojo.—Compórtate, ¿Si rayito de sol?

—Si mami..—Contestó Franco tomando mi mano y arrastrándome hacia la mesa.—Adios mami...

Angeles soltó una pequeña carcajada y se despidió con un beso hacia su retoño travieso.
La puerta se cerró y ambos tomamos lugar en las sillas de madera.

Dulce Fantasía | +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora