En verdad que Adriel era insitente, no tuvo pudor alguno en seguirme a casa todo el maldito camino.
Desquiciado.
Cuando bajé del coche, el chófer me consultó si debía llamar a la policía, y por un segundo me vi tentada a decir que si, pero luego desistí, no quería llegar a ese punto.
Caminé dentro de mi edificio, y saludé a Esther y al hombre de cuarenta y tantos llamado Javier, era nuevo, pero lo había visto muchas veces recorriendo los pasillos, en especial mi piso. Me alegraba saber que había más seguridad, al menos no entrarían así por que si.
Tomé el ascensor, y cuando las puertas se abrieron en el décimo piso me quede estática. Adriel estaba jadeante y mojado mirándome como si quisiese saltarme encima.
Dios se que no suelo hablarte seguido, pero por favor... A Y U D A.
Cogí aire profundo y cuando lo quise esquivar me tomó del brazo y apretó sus dedos en mi piel sin lastimarme.
—Perdón.
—Ya lo has dicho...
—Perdón.
—No porque lo repitas quiere decir que...
—Perdón.
—Dejame hablar...
—Perdón.
—¿Por qué sigues disculpándote?
—Porque tengo mucha ganas de someterte. Y necesito que me perdones antes de que pierda los estribos...—entre abrí los labios atónita.
—Estas enfermo.—Pase por su lado tirando de mi brazo para que al fin me dejara ir.
—¿Quieres que lo ruegue? ¿Me arrodillo? ¿Eso quieres? —Lo ignoro y sigo caminado hasta estar frente a mi puerta.—Bien.—Se oyen pasos detrás de mi, y cuando lo veo nuevamente, él esta de rodillas, con la cabeza baja y las manos en sus muslos. ¿Se ha vuelto loco?.—Lo siento, te suplico que me perdones... por favor. Yo, yo haré un cambio, me esforzaré, lo haré distinto, lo prometo, Val. Solo dame una oportunidad, si te fallo, aceptaré que me ignores...
La puerta de casa fue abierta, y una Jessica curiosa se dejó ver.
—Pero que mierda...
Mire a Adriel y luego a mi mejor amiga que me veía con cara de "¿y a este que le pasa?".
—Levántate.—Ordené fríamente suspirando.—De pie, los vecinos saldrán, deja de hacer eso, es tonto...—Lo tomo del polo y hago que se coloque de pie de un solo tirón. Debo admitr que es tierno ver a un sujeto de dos metros, de rodillas como si fuese un niño regañado.—Te perdono..—Adriel me miró a los ojos y sonrió con tanta malicia qué se notaba hasta en sus ojos, como si hiciese un juramento de que esto no quedaría asi, él iba a vengarse tarde o temprano.—La primera y la última. Un error y me dejaran en paz.
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Dulce Fantasía | +21
RomanceHistoria no apta para menores de 18 años, ni personas sensibles. •°•°•°•°•°•° Confundir amor con obsesión es el primer paso a la locura. Pero ninguno de nosotros estaba del todo cuerdo, y eso nos hizo perder todo... Si pudiera volver el tiempo atrás...