El dulce sabor de la duda

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— Dunk...

— Mmmm...

— Dunki...

— 5 minutos más...

Lo escucho reír suavemente y entonces me doy cuenta, Joong sigue aquí. Su mano continúa acariciando una de mis orejas. Mi posición es cuanto menos vergonzosa... Lo tengo totalmente atrapado entre mis brazos y piernas. Mi cabeza descansa encajada en su cuello, y con cada respiración puedo saborearlo.

El recuerdo de anoche llega a mi mente y ronroneo.

— ¿Siempre te despiertas con esta energía?

— ...no...

— Mmm... me halagas.

Joong me besa la cabeza. Esto no ayuda a calmarme...

— No puedo quedarme más, debería haber abierto la tienda hace una hora y media...

— ¡¿Qué?!

Lo dejo libre y me levanto de la cama apresurado. Estoy recogiendo su ropa y, cuando voy a entregársela, lo encuentro mirándome con una sonrisa muy tierna...

— Gracias.

— ...

Se levanta y empieza a vestirse. Una vez listo, se acerca, me besa en la frente y, mientras me observa, acaricia desde mi oreja hasta mi barbilla.

— No quiero irme...

Suspira con los ojos cerrados y, al abrirlos de nuevo, aparece su preciosa sonrisa.

— Que tengas un día hermoso, Dunki.

Y se va.

Vale... no pasa nada, el sexo es algo natural, y Joong es guapísimo, es normal que mi cuerpo reaccione a él. Sin más.

Me doy una buena ducha, me aplico mis cremas, seco mi cabello, me visto con una de mis camisas favoritas, la del corazoncito, y cuando estoy listo, busco mi móvil.

Cuando lo encuentro, veo una notificación. Al desbloquearlo, mi corazón comienza a latir más rápido y trago saliva.

Joong: ¿Te apetece un café más tarde? Delante de mi tienda hay una cafetería monísima, yo mismo me ocupo de la decoración. Si te animas, esta es la ubicación.

📍 dirección

Pd: El café y el dulce también corren por mi cuenta.

Tengo un conflicto. ¿Quiero ir? Por supuesto... pero no sé si es lo correcto. Y si con esto le estoy dando un mensaje erróneo. No me interesa. Bueno, sí. No quiero que me interese.

No respondo, decido darme unos minutos para pensarlo antes de tomar una decisión, pero mis pensamientos están desordenados y no logro decidirme.

¿Y si llamo a Phuwin?

Sí.

Eso es.

Agarro mi móvil y busco su contacto. ¿Seguro que es buena idea? ¿Y si se entera de TODO? Oh... vamos, es imposible.

Llamo a Phuwin.

— ¡Dunk! Hola, ¿todo bien? Es raro que me llames...

— ¿Ah? ¿Qué tiene de raro?

— ...¿pasa algo, Dunk?

— No, es solo... Joong me está invitando a café y...

— ¿No sabes si ir? ¿A qué le temes? ¿Te gusta, no?

— ¡¿Qué?!

— ¿Sabes? Tu reacción tan alarmada me hace pensar que no solo te gusta como amigo...

— ...No sé a qué te refieres. Tengo que colgar.

— Dunk... vamos, es un café, un dulce, y una charla agradable con Joong. Yo ni me lo pensaría. Y todos esos conflictos internos que te escucho desde aquí... déjalos aparcados y solo disfruta. Dudo que Joong te deje caer, pero si pasa algo, estaré como red de seguridad. Prometido.

— ...cállate. Cuelgo.

— Jajaja...

Y cuelgo. ¿Qué se ha creído? Cree que lo sabe todo...

Voy al mensaje de Joong, hace ya dos horas, es posible que la oferta ya no siga en pie.

Dunk: Perdona Joong, quizá ya sea tarde, pero si aún sigue en pie la oferta, me acerco ahora.

Joong: Escribiendo...

Joong: Te espero ❤️

Sonrío. Pido un taxi. Bloqueo el móvil, lo guardo en mi bolso y voy por mi abrigo.

Una vez listo, compruebo cuánto falta para que llegue el taxi. Como pone que le queda poco, salgo a esperarlo y, mientras espero, una chica se acerca para pedirme una foto. Cuando terminamos, el taxi ya me está esperando. Me subo, le doy la dirección y nos ponemos en camino.

Paso todo el trayecto nervioso.

Cuando estamos frente a la floristería de Joong, noto que me tiembla uno de los párpados y me esfuerzo por ocultar todos estos nervios. Pago y salgo del taxi.

Entro sin pensarlo dos veces, con el piloto automático de modelo profesional, pero cuando lo veo, toda la contención desaparece.

— ¡Dunki! Ven, dime qué te parece.

Viene corriendo hacia mí, me agarra de una de mis muñecas y me lleva hasta un precioso centro de mesa.

— Vale, mira, tengo dudas sobre usar estos tulipanes rojos o estos claveles. ¿Qué opinas?

— Son preciosos... no puedo elegir.

— Mmmm... vale, si yo te regalara uno de los dos, ¿cuál te gustaría recibir?

Los miro, lo miro a él...

— ¿Y tú? Si me tuvieras que regalar uno, ¿cuál elegirías?

— No, ninguna de ellas. Te regalaría un girasol.

— ¿Un girasol?

— Ajá.

— ¿Por qué un girasol?

No me responde, solo me regala una de sus preciosas sonrisas.

— Creo que para este centro me quedaré con los claveles. ¿Termino y vamos por ese café?

— Vale, y... ¿postre?

Me da vergüenza, pero quiero ese dulce que me prometió.

— Por supuesto, Dunki, puedes pedirme todo lo que quieras.

Esa frase es muy peligrosa.

♥️🐈
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Más que un nekoboy (JoongDunk)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora