capitulo 6

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Capitulo 6:  El Regreso a la Oscuridad

Rachel despertó sobresaltada en una camilla fría y dura. El cansancio de la misión todavía la invadía, pero algo no estaba bien. Miró a su alrededor, sus manos estaban atadas fuertemente a los lados de la camilla. Intentó liberarse, pero los grilletes eran demasiado ajustados.
—¿Qué está pasando? —preguntó con la voz tensa, mirando a su alrededor con desesperación.
Una figura oscura apareció ante ella, un hombre alto con el rostro cubierto por sombras. Su expresión era seria y distante, y en sus manos sostenía una aguja llena de un líquido transparente.
—Tu padre dio órdenes —dijo el hombre, sin mostrar ninguna emoción en su voz.
Rachel frunció el ceño, confundida. ¿Su padre? ¿Qué órdenes? Sabia que estaba en medio de algo grande.
—¿Qué órdenes? —exigió, con el corazón acelerado. Trató de desatarse, pero los grilletes no cedían. Su respiración se aceleraba, y el miedo comenzaba a apoderarse de ella.
El hombre no respondió. Con movimientos precisos, cargó la aguja y avanzó hacia ella. Rachel luchó por liberarse, intentando inútilmente apartarse, pero nо tenía suficiente fuerza.
—No... ¡No! —gritó, pero antes de que pudiera hacer algo más, el hombre le clavó la aguja en el brazo. El líquido frio entró en su sistema, y, poco a poco, sus músculos comenzaron a relajarse.
Sintió cómo su cuerpo se volvía pesado, su mente cada vez más nublada. El miedo que antes la había invadido comenzó a desvanecerse, sustituido por una calma extraña y artificial. Su respiración se normalizó, y su mirada perdió intensidad.
—¿Qué... qué me hiciste? murmuró débilmente, mientras su visión se volvía borrosa.
—Solo cumplo órdenes —dijo el hombre, alejándose de la camilla mientras ella se desvanecía.
Horas después, Rachel volvió a abrir los ojos, su cuerpo seguía pesado por la inyección. Los primeros momentos fueron confusos, pero luego se dio cuenta de que aún estaba atada a la camilla. Su mente trataba de aclararse cuando escuchó una voz que la sacudió por completo.
—Hasta que despiertas —dijo una voz familiar, con un tono burlón.
Rachel giró la cabeza lentamente hacia la fuente del sonido. Su "padre" estaba parado allí, con una sonrisa que no traía consuelo. Su semblante era serio, pero sus ojos brillaban con una malicia que Rachel no había visto antes. La atmósfera era tensa, y ella apenas podía procesar lo que estaba ocurriendo.
—¿Qué... qué me harás? —susurró con la voz débil, apenas capaz de hablar.
Su padre la observó en silencio por un momento antes de hablar, su tono se volvió más severo, casi desaprobador.
—¿Pensaste que no me daría cuenta? —Su sonrisa desapareció por completo, dejando solo frialdad en su rostro.
Rachel lo miró, aún desorientada, su corazón empezando a latir más rápido por el miedo. No tenía idea de lo que estaba hablando.
—¿De qué hablas? —preguntó, tratando de entender mientras la confusión se mezclaba con la creciente angustia.
—El Teseracto, Rachel. De eso hablo —su voz era cortante. Hizo una pausa, como si estuviera dándole una última oportunidad de ser honesta—. ¿Qué sentiste?
Rachel sabía que no debía decir la verdad. Si lo hacía, quién sabía qué podría hacerle. Luchó contra la creciente sensación de terror que amenazaba con paralizarla.
—Nada —mintió, su voz apenas un susurro.
Una sombra de diversión cruzó el rostro de su padre, pero rápidamente fue reemplazada por una expresión oscura y peligrosa.
—Oh, Rachel —dijo con una calma que la hizo estremecer—. No me mientas o será peor para ti.
—No te estoy mintiendo —dijo Rachel, su voz temblorosa pero firme, jurando con todas sus fuerzas. Su padre la miró fijamente, acercándose más a ella. Su expresión era oscura, y la intensidad en sus ojos la hizo sentir aún más atrapada.
—Sé que mientes —replicó con frialdad—. El Teseracto te llamó, causó algo en ti, lo sé perfectamente.
Rachel sintió un escalofrío recorrer su columna. No sabía a qué se refería exactamente, pero su mirada decía que él estaba convencido de algo que ella no comprendía.
—Te hice estudios —continuó él, sus palabras sonando casi satisfechas—. Tu ADN cambió por completo.
Rachel lo miró incrédula, tratando de procesar lo que estaba diciendo. ¿Su ADN? ¿Cambió? ¿Qué significaba eso? El miedo comenzó a mezclarse con la confusión. Sabía que lo que fuera que estaba pasando con su cuerpo no era normal, pero jamás imaginó algo tan drástico.
—¿Qué… qué me hiciste? —preguntó con voz rota, sintiendo la desesperación arremolinarse en su pecho. Su padre esbozó una sonrisa cruel.
—No te hice nada —respondió con una frialdad escalofriante—. Fue el Teseracto. Ahora eres más valiosa que nunca, Rachel, y lo que sea que sientas o experimentes a partir de ahora, ya no te pertenece. Me pertenece a mí. Rachel sintió cómo las palabras la golpeaban como una tormenta, su mente luchaba por comprender lo que esto significaba para su vida y su futuro.
—¿Qué me harás? —preguntó Rachel, su voz quebrada mientras lo miraba con desesperación.
Su "padre" sonrió de manera siniestra.
—Tenerte bajo mi control, como antes —respondió, con una frialdad que la hizo estremecer.
Rachel apretó los puños, luchando contra las ataduras y el terror que la invadía.
—Prometiste que no ibas a jugar con mi mente otra vez —dijo, su voz temblando al recordar las horribles experiencias del pasado.
Él soltó una carcajada burlona.
—Y tú fuiste una estúpida en creer que no lo haría más —se rió con crueldad, disfrutando de la desesperación de Rachel.
Sacó una libreta roja de su chaqueta, una libreta que Rachel reconoció al instante. Sabía muy bien lo que eso significaba. Dentro de esa libreta estaban las palabras rusas que él había usado para controlarla antes, para manipular su mente y doblegar su voluntad.
—Por favor, no —suplicó Rachel, sintiendo las lágrimas asomar en sus ojos. Sabía lo que venía, el dolor y la pérdida de sí misma.
Sin prestar atención a sus súplicas, su "padre" comenzó a recitar las palabras en ruso, su tono frío e implacable. Cada palabra era una cadena que Rachel sentía cerrarse alrededor de su mente, debilitando su resistencia.
—No… no… —murmuró entre dientes, intentando aferrarse a su voluntad, pero sentía cómo las barreras dentro de su mente empezaban a derrumbarse una vez más. La oscuridad familiar comenzaba a invadirla.
Él continuaba, pronunciando cada palabra con precisión:
—"Anhelo", "odio", "oscuridad", "nueve" —susurraba en ruso, cada palabra resonando como un martillo en la mente de Rachel.
Ella luchaba internamente, intentando resistir, pero sentía cómo el control volvía a apoderarse de ella, invadiendo sus pensamientos, apagando su voluntad. Cada palabra que él decía profundizaba más ese oscuro poder sobre ella.
Finalmente, sus ojos vacíos se encontraron con los de su "padre". Sin poder evitarlo, su boca se movió por sí sola, su voz ya no le pertenecía.
—Готова к выполнению —dijo en ruso con tono monótono, que significaba: "Lista para cumplir."
Su "padre" sonrió satisfecho, observando cómo el control se había reinstalado. Rachel ya no era más que una marioneta bajo su mando, atrapada una vez más en esa oscura prisión mental de la que tanto había intentado escapar. El hombre la desató con movimientos precisos y lentos, mientras Rachel se incorporaba en la camilla como una marioneta, sin voluntad propia, sus ojos vacíos mirando a la nada.
—Por una extraña razón, el Teseracto cambió tu ADN —dijo con una risa fría, observándola con satisfacción. — Eres mucho más valiosa ahora, soldado.
Rachel no respondió, no era necesario. Su mente estaba en blanco, capturada completamente por las palabras de su "padre".
—Ahora-continuó él, acercándose con una mirada triunfal.
—necesito que cumplas tu misión. Tráeme el Teseracto y elimina a cualquiera que se atreva a interferir. ¿Entendido?
Rachel, sin vacilar, asintió levemente.
—Entendido —respondió con voz apagada.
—Bien —dijo él, sonriendo aún más -, puedes irte y cumplir con lo que te pido.
Rachel se levantó lentamente, sus movimientos mecánicos, y salió de la habitación. Su misión había sido implantada, y nada, ni nadie, podría detenerla ahora.

Entré el amor y el odio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora