Ya entrada la noche, Rachel se revolvía en la cama, incapaz de encontrar el sueño. Las pesadillas la habían perseguido, y la oscuridad de la habitación parecía amplificar sus temores. Con un suspiro, decidió que no podría quedársela más tiempo en esa cama, así que se levantó y salió de su cuarto.
Los pasillos de la torre de los Vengadores eran silenciosos, iluminados solo por la tenue luz que emanaba de las ventanas. Al llegar a la cocina, su mente se distraía con la idea de un vaso de agua fría o quizás un café caliente que la ayudara a calmar sus nervios.
Mientras buscaba la cafetera, de repente una sombra se movió rápidamente a su lado, y su corazón se detuvo por un instante. Su instinto le gritaba que se estaba acercando algo peligroso. Sin embargo, al girar la cabeza, se dio cuenta de que la figura que la había asustado era Bucky, que había estado de pie en la penumbra, observándola.
—Lo siento, no quise asustarte —dijo él, con una voz suave que rompió el silencio de la noche. Sus ojos reflejaban la luz de la luna que entraba por la ventana. —¿Te encuentras bien?
Rachel exhaló aliviada, pero su corazón aún latía con fuerza. —Sí, solo… no podía dormir,
—respondió, tratando de recuperar la compostura. —Tuve pesadillas.
Bucky asintió, comprendiendo. —A veces, lo mejor es hablar con alguien. ¿Te gustaría un café?
Rachel sonrió ligeramente, agradecida por su compañía. —Me encantaría. —Juntos, comenzaron a preparar el café, la tensión de la noche disolviéndose lentamente en la calidez de la conversación.
Rachel no pudo evitar reírse por un comentario irónico que Bucky había hecho sobre un entrenamiento reciente con los Vengadores. La risa fluyó como un alivio que dispersaba la oscuridad de la noche.
—Debo admitir que en un principio pensé que eras aburrido y que estabas serio todo el tiempo —le dijo, sonriendo mientras lo miraba a los ojos, disfrutando del momento.
Bucky se frotó la nuca, una expresión traviesa cruzando su rostro. —A veces, solo necesito un buen motivo para soltar una risa. —Hizo una pausa y añadió con tono burlón—. Y tú, al parecer, no eres una amenaza.
Rachel soltó una carcajada, sintiendo que la conexión entre ellos se fortalecía. —Tal vez deberías dejar que te conozca mejor. Puedo ser bastante divertida.
—¿Oh, realmente? —preguntó él, levantando una ceja en un gesto desafiante. —¿Qué tal si pruebas ahora?
Ella lo miró fijamente, considerando sus palabras. —Está bien, pero solo si me prometes no reírte de mí. —Ambos sonrieron, sabiendo que sería una tarea difícil.
—Hecho. Pero a cambio, tienes que prometerme que no me harás llorar de risa. No estoy listo para enfrentar eso ahora.
—Trato hecho —respondió Rachel, pensando en una broma que había escuchado recientemente. Con una voz exagerada, comenzó a contar una historia absurda sobre un gato que pensaba que era un perro, y su tono era tan ridículo que pronto ambos estallaron en risas.
A medida que la conversación avanzaba, la tensión de la noche se disipó por completo. Hablaban de todo, desde las cosas más triviales hasta anécdotas sobre sus misiones pasadas. Bucky compartió historias de sus días como soldado, y Rachel habló sobre sus sueños y aspiraciones.
La química entre ellos crecía, y el ambiente se volvía cada vez más ligero y acogedor. Sin darse cuenta, Rachel se sentía más a gusto con Bucky que con cualquiera que hubiera conocido en mucho tiempo.
—Sabes, no eres tan aburrido como pensé al principio —dijo Rachel, dándole un suave codazo en el costado.
—Y tú eres más divertida de lo que me esperaba —respondió Bucky, mirándola con una mezcla de admiración y sorpresa.
En ese momento, ambos sintieron que la conexión entre ellos era especial. Las risas y la complicidad que compartían comenzaron a crear un lazo más profundo, uno que podría llevar a algo inesperado en el futuro.
La noche avanzó entre risas y conversaciones, mientras Rachel y Bucky se sumergían en anécdotas y secretos, descubriendo más el uno del otro. La atmósfera era tan agradable que decidieron ver una película, eligiendo un clásico lleno de acción que los mantuvo entretenidos y riendo.
A medida que la trama se desenrollaba, ambos se acomodaron en el sofá, compartiendo una manta. La película se convirtió en un murmullo lejano mientras el cansancio de la noche se hacía cada vez más presente. Sin darse cuenta, las palabras y risas se desvanecieron, y pronto ambos se quedaron dormidos, la cabeza de Rachel apoyada en el hombro de Bucky. Por primera vez en años, no tuvo pesadillas; el sueño la envolvió en una paz que no recordaba haber sentido.
A la mañana siguiente, el resto de los Vengadores se reunió en la sala de estar. Nat fue la primera en entrar, y su mirada se detuvo en el sofá. Los encontró a ambos dormidos, con una expresión de tranquilidad que los hacía parecer completamente ajenos al mundo que los rodeaba.
—Esto no me lo esperaba —murmuró Nat, una sonrisa jugando en sus labios. Se acercó un poco más, asegurándose de no hacer ruido, mientras tomaba su teléfono para capturar el momento.
Poco a poco, los demás comenzaron a entrar, cada uno con reacciones sorprendidas. Steve arqueó una ceja, intentando ocultar una sonrisa, mientras que Tony, siempre listo para un comentario mordaz, no pudo resistir.
—¿Y qué tenemos aquí? ¿Una nueva pareja? —bromeó, provocando que Rachel se removiera en el sofá.
Bucky despertó de golpe, aturdido, y Rachel, aún medio dormida, levantó la cabeza, entrecerrando los ojos ante la luz.
—¿Qué…? —balbuceó, mirando a su alrededor, consciente de que los demás los observaban.
Nat se echó a reír, disfrutando de la confusión de sus amigos. —Parece que algunos han tenido una noche interesante.
Rachel, aún con el rostro sonrojado, se incorporó rápidamente, sintiendo la mirada de todos sobre ellos. —No es lo que parece… —comenzó a decir, pero las palabras se le ataron en la garganta.
—No se preocupen, no los juzgaremos… demasiado —intervino Steve, reprimiendo la risa.
Bucky sonrió, sintiendo una mezcla de vergüenza y diversión. —Fue solo una noche tranquila, eso es todo. —Miró a Rachel, quien intentaba esconder su sonrojo.
Mientras las bromas y los comentarios continuaban, Rachel y Bucky intercambiaron miradas cómplices, sintiendo que el momento había sido especial.
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Entré el amor y el odio
AcakEn un mundo de sombras y secretos, Rachel, una joven agente de Hydra, se encuentra con Bucky Barnes, el Soldado del Invierno. Criada para ser una arma letal, Rachel busca escapar de su pasado y encontrar la verdad sobre sí misma. A medida que se enf...