27. 𝐄𝐤𝐤𝐨

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El bosque era un lugar tranquilo, sobre todo al amanecer, cuando los pájaros empezaban a cantar y el sol se asomaba por los edificios de Piltóver, tiñendo el cielo de un color anaranjado

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El bosque era un lugar tranquilo, sobre todo al amanecer, cuando los pájaros empezaban a cantar y el sol se asomaba por los edificios de Piltóver, tiñendo el cielo de un color anaranjado.

___ era una persona madrugadora. Le gustaba la tranquilidad, y donde podía encontrarla era allí, en el bosque, metida entre los árboles.

No era una chica peculiar, pero su gran habilidad con el rifle destacaba entre sus talentos. Había sido la ganadora de muchas medallas, y practicaba para unirse al ejército, a la policía, o a algo para ayudar a la ciudad, así que practicaba todos los días en el bosque, donde no molestaba a nadie, y nadie la molestaba a ella.

Pero, durante el trayecto, escuchó el ruido de unas hojas moverse. Al principio pensó que sería un conejo, pero al ver que seguían moviéndose a su alrededor, sacó el arma y se preparó para disparar a cualquiera que la estuviese acosando.

Creía que sería algún ladrón, asesino en serie, o algún personaje pintoresco de su imaginación que pudiera acabar con ella, pero, al ver a aquel niño pelirrojo en cuanto salió del arbusto, bajó el rifle y volvió a tomar aire. Calculó que tendría unos diez años y no dudó en que fuera de Zaun al ver la ropa que llevaba.

— Hola — dijo ella —. Me has asustado — sonrió.

— Hola... — contestó algo cabizbajo.

El niño parecía asustado, o avergonzado. A ___ no se le daban bien los críos, pero intentó comportarse de la manera más inocente posible.

— ¿Te pasa algo? — preguntó.

— Necesito... — dijo, casi en un susurro —. Necesito ayuda.

— Vale — asintió —. ¿Que pasa?

Pero el niño, a pesar de su amabilidad, no se fiaba de ella. Miraba constantemente el arma, rascándose el brazo, incómodo. ___, al darse cuenta, se colgó el rifle en la espalda y esperó a que dijera algo más, pero no dijo nada.

— Oye — lo llamó con calma —. No voy a hacerte daño — dijo, alzando las manos.

— ¿Lo prometes? — preguntó, algo inseguro. ___ asintió con la cabeza.

Entonces, el niño empezó a andar sin aviso. ___ intuyó que debía seguirle, así que lo hizo. El sol penetraba por las hojas, dejando pequeños rayos de luz marcados en el camino de tierra.

Se percató de que el niño llevaba una máscara colgada en un lateral, y ___ se dio cuenta de que pertenecía al grupo de los firelights. Habían estado atacando la ciudad en forma de protesta. Lo ignoró y siguió su camino para averiguar el motivo de su petición de ayuda.

Unos metros más adelante, el niño se paró y se dio la vuelta, esperando a que la chica llegase a su lado. En cuanto estuvieron al lado, el niño señaló un matorral de bayas y ___ lo miró, sin tener ni idea de a donde tenía que ir.

ARCANE - one shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora