LIV

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El aire de la habitación se sentía denso, pesado por la incomodidad que ambos compartían, como si el tiempo que había pasado desde su última despedida se hubiera acumulado en cada rincón del lugar. El sonido del reloj en la pared era lo único que se escuchaba, marcando el compás de la tensión que flotaba entre ellos.

Seungcheol estaba de pie, frente a Jeonghan, viéndolo como si fuera la primera vez.

A pesar de los dos meses que habían pasado desde que se separaron, Jeonghan seguía siendo la misma persona: su mirada profunda, su suave expresión, su presencia que siempre lo había calmado.

Pero había algo diferente. Algo que él no podía identificar. Tal vez era el hecho de que lo había extrañado tanto que, por un momento, no supo cómo acercarse.

No podía dejar de pensar en abrazarlo. Quería tomarlo entre sus brazos, sentir la calidez de su cuerpo contra el suyo, y no soltarlo jamás. Pero sabía que eso no sería correcto. No después de todo lo que había sucedido. No después de dos meses sin verse, de no haber hablado, de no haberse explicado. No quería que Jeonghan lo tomara por sorpresa o, peor aún, lo rechazara.

El espacio entre ellos parecía estar cargado de preguntas no formuladas, de sentimientos no expresados.

Seungcheol respiró hondo, sintiendo como la ansiedad le oprimía el pecho. Tenía que hacer algo. Había venido hasta allí con un propósito claro: pedirle explicaciones, hablar. Necesitaba decirle lo que llevaba guardado todo este tiempo, las palabras que no había tenido valor de decir antes.

Jeonghan fue quien rompió el silencio. Su voz, suave pero clara, cortó el aire denso entre ellos.

— ¿Qué haces aquí? —preguntó, su mirada fija en Seungcheol.

Había algo en su tono que reflejaba la confusión, la sorpresa, pero también una pequeña chispa de esperanza. Algo que Seungcheol percibió enseguida.

Seungcheol vaciló por un momento. Su mente estaba en blanco, como si todas las palabras que había ensayado durante el trayecto hasta allí se desvanecieran en la incomodidad del momento. Finalmente, con un nudo en la garganta, respondió:

— Vine a verte.

Era una respuesta simple, pero no alcanzaba a expresar todo lo que sentía, todo lo que había planeado decir.

No podía empezar por ahí. La verdad, la verdadera razón por la que había venido, era mucho más profunda, y aún no sabía si estaba listo para compartirla.

Jeonghan lo miró en silencio, con los ojos entrecerrados, como si tratara de leer entre sus palabras.

Algo había cambiado en Seungcheol, algo que no sabía identificar. Aunque su físico seguía siendo el mismo, la mirada era diferente.

Había algo en él que parecía más distante, más cauteloso, y a la vez, más vulnerable. Jeonghan se preguntó si eso era algo que él mismo había provocado.

— ¿Por qué viniste a verme? —preguntó otra vez, esta vez con más firmeza en su voz. Su corazón latía más rápido de lo que le gustaría admitir.

Seungcheol, ahora un poco más nervioso, bajó la mirada, como si buscara la forma de articular lo que estaba a punto de decir.

— Necesito respuestas —susurró, sin dejar de mirar al suelo—. Escuché el sencillo que sacaste en solitario.

Jeonghan sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, sorprendiendo su corazón.

Había guardado esa pequeña esperanza en su pecho, deseando que Seungcheol escuchara la canción, pero no creía que lo hiciera. Había pasado tanto tiempo, y en su mente, Seungcheol ya estaba tan lejos de todo lo que él había creado.

▸ Verano en Jeonju ៸៸ 𝙅𝙚𝙤𝙣𝙜𝘾𝙝𝙚𝙤𝙡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora