▸ Verano en Jeonju ៸៸ 𝙅𝙚𝙤𝙣𝙜𝘾𝙝𝙚𝙤𝙡

XXXVII

La casa estaba tranquila y en penumbra cuando Soonyoung revisó su teléfono una vez más. La notificación del mensaje de Minghao seguía iluminando la pantalla.

No contestes (XMH): "¿Puedes venir a mi casa? Es importante. Perdón por la hora."

Soonyoung frunció el ceño. Miró el reloj: eran casi las doce de la noche. Era extraño que Minghao quisiera hablar a esa hora, pero la curiosidad y algo más que no quería admitir lo impulsaron a responder. De todas formas, había accedido a tener esa charla.

Soonyoung: "Voy en unos minutos."

Se levantó rápidamente, sintiendo un nerviosismo que no podía ignorar. Quería creer que era una conversación casual, pero al abrir su armario para elegir una camisa, su reflejo le devolvió una mirada ansiosa. Optó por algo sencillo, pero pasó más tiempo del habitual acomodándose el cabello y asegurándose de que su apariencia estuviera perfecta.

Cuando salió al frente de la casa, las risas suaves de Mingyu y Wonwoo lo detuvieron. Estaban sentados en los escalones, hablando en voz baja mientras compartían una taza de té que Mingyu había insistido en preparar.

—¿Y tú a dónde vas tan tarde? —preguntó Wonwoo, levantando una ceja cuando vio a Soonyoung abrocharse los zapatos con evidente prisa.

Soonyoung parpadeó, algo nervioso por el tono inquisitivo.

—Solo... voy a ver a Minghao. Me pidió que habláramos.

Wonwoo ladeó la cabeza, divertido, mientras Mingyu soltaba una carcajada.

—Oh, claro, una charla "amistosa" a medianoche —dijo Wonwoo, usando los dedos para hacer comillas en el aire.

—Es en serio, no es nada raro —respondió Soonyoung, tratando de sonar casual, aunque su rostro empezaba a calentarse.

—A esa hora, esas charlas nunca terminan bien. O bueno, dependiendo de cómo lo mires... —intervino Mingyu con una sonrisa traviesa—. Solo digo, si vas, al menos lleva preservativos.

—¡No es para eso! —exclamó Soonyoung, llevándose las manos a la cara en un intento de ocultar el evidente sonrojo que lo delataba.

Mingyu se encogió de hombros, divertido, mientras Wonwoo sonreía con ese aire sereno y misterioso suyo.

—Bueno, entonces buena suerte con tu charla... amistosa —dijo Wonwoo, haciendo énfasis en la última palabra.

—¡Por Dios, no va a pasar nada de eso! —exclamó Soonyoung, completamente rojo y agitando las manos con desesperación—. ¡No sé por qué hablo con ustedes!

Los dos se rieron mientras él se alejaba apresuradamente, aunque no podía evitar sentir cómo el calor en sus mejillas se intensificaba con cada paso que daba hacia la casa de Minghao.

.

La casa de Minghao estaba casi completamente apagada cuando Soonyoung llegó, excepto por la luz cálida del porche que iluminaba su figura esperándolo en la entrada. Minghao, apoyado despreocupadamente contra el marco de la puerta, levantó la mano en un saludo cuando lo vio llegar.

—Llegaste —dijo Minghao con una pequeña sonrisa mientras le hacía un gesto para que entrara.

Soonyoung tragó saliva y asintió. Minghao lo invitó a pasar, y Soonyoung no pudo evitar notar el aroma a incienso suave que impregnaba la sala. Era algo tan típico de Minghao, como si cada detalle a su alrededor estuviera diseñado para reflejar su personalidad.

Se sentó en el sofá mientras Minghao desaparecía un momento. Cuando volvió, traía dos latas de cerveza en las manos.

—¿Cerveza? —preguntó, alargando una hacia él.