XXIV

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El sol comenzaba a caer en Jeonju, pintando el cielo de un naranja cálido mientras los primeros invitados llegaban a la casa de Seungcheol, con motivo del cumpleaños de Mingyu.

El jardín trasero, iluminado por hileras de luces colgantes y antorchas repartidas estratégicamente, se llenaba del sonido de risas y conversaciones. Una larga mesa de madera con manteles rústicos albergaba botellas de vino, cervezas artesanales y platos preparados en casa.

Jeonghan se movía entre los grupos de personas, saludando con una sonrisa relajada pero buscando instintivamente a Seungcheol con la mirada.

Esa mezcla de anticipación y calma lo mantenía alerta, y aunque se permitía disfrutar del momento, el simple pensamiento de estar todo el tiempo a su lado lo carcomía. O más bien, lo detestaba. Parecía un puberto enamorado por primera vez.

—¿En qué piensas? —La voz de Soonyoung lo sacó de su ensimismamiento. Su primo lo miraba con una ceja levantada, claramente divertido—. ¿En Seungcheol otra vez?

Jeonghan soltó una risa ligera y apartó la mirada.

—No seas ridículo —respondió, aunque su voz lo delataba.

Soonyoung dejó las cajas que llevaba y se cruzó de brazos.

—Oye, si quieres mi consejo, mejor habla con él antes de que tus dudas te coman vivo. Lo sé porque... bueno, Minghao me tiene en la misma situación, sin definir nuestra relación y, estoy perdiendo la cabeza.

El tono desenfadado de Soonyoung no ocultaba la verdad en sus palabras. Jeonghan lo miró con una mezcla de sorpresa y comprensión. Nunca había pensado en Soonyoung como alguien que dudara o temiera, y verlo así le recordó que incluso los más confiados podían titubear.

—Gracias, Soon. Lo tendré en cuenta —murmuró, colocando la última fila de globos y observando el ambiente que había ayudado a crear.

Antes de que pudieran seguir conversando, la llegada de los invitados comenzó a llenar el ambiente de emoción.

Minghao apareció primero, trayendo un pastel cuidadosamente decorado. Su mirada se iluminó al ver a Soonyoung, y la sonrisa que le dirigió fue suficiente para que Soonyoung se pusiera nervioso de pies a cabeza.

—¡Miren quién está aquí! —anunció Jun, que llegó con un chico, un amigo que Jeonghan no conocía aún— Jeonghan, te presento a Chan. Amigo de Mingyu de la escuela —dijo Jun, dando un golpecito amistoso en el hombro del recién llegado.

—Encantado, Jeonghan —dijo Chan con una reverencia juguetona—. Jun me ha hablado mucho de ti. ¿Es verdad que eres un músico famoso en Seúl?

Jeonghan rió y negó con la cabeza.

—Jun exagera. Sólo toco en algunos bares y hago pequeños conciertos. Pero, ¿sabes? Aquí todo es tan diferente que a veces se siente bien que no te conozcan.

—Bueno, en este pueblo todos se conocen —respondió Chan, guiñando un ojo.

La conversación fluyó con facilidad, y en pocos minutos, Jeonghan se encontraba riendo con Chan como si fueran amigos de toda la vida.

La fiesta avanzaba con un ambiente cálido y animado. La música resonaba en el aire, y la conversación fluía con facilidad entre todos los presentes.

Jeonghan observaba cómo Seungcheol charlaba y reía con sus amigos, su risa profunda y contagiosa llenando el lugar.

Pero cuando la figura de alguien llamativo apareció en la distancia, la sonrisa de Jeonghan se desvaneció un poco.

Jihoon, con su caminar tranquilo y su mirada aguda, se acercó al grupo y saludó en general. Jeonghan parpadeó, sorprendido de verlo allí. No sabía que Jihoon y Mingyu fueran cercanos, y esa revelación lo tomó desprevenido. Se acercó a Seungcheol con una familiaridad que hizo que el estómago de Jeonghan se retorciera. Seungcheol lo recibió con un gesto amistoso y un comentario que Jeonghan no logró escuchar, pero que provocó una sonrisa en el rostro de Jihoon.

▸ Verano en Jeonju ៸៸ 𝙅𝙚𝙤𝙣𝙜𝘾𝙝𝙚𝙤𝙡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora