XVIII

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El mercado local estaba más lleno de lo habitual esa tarde, con las luces del atardecer teñiendo los puestos de un cálido naranja. Jeonghan caminaba lentamente entre los tenderetes, con una bolsa de tela en la mano y una lista mental de las verduras que necesitaba comprar.

Su abuela había pedido ingredientes frescos para la cena, y él había decidido encargarse, aunque, en realidad, una de las partes favoritas de su rutina se había vuelto el ir al mercado. Disfrutaba de estos pequeños momentos en el pueblo, donde todo parecía más relajado, más cercano.

Aunque, no podía negar las ganas de ver a cierto local que no salía de su mente desde hace semanas.

Mientras recorría los puestos, escuchaba el murmullo de las conversaciones, el regateo amistoso y el olor a comida casera que impregnaba el aire. Era una atmósfera que empezaba a apreciar, aunque al principio le había resultado completamente ajena.

El bullicio de la ciudad no era nada como esto. Aquí, las personas se conocían entre sí, y las sonrisas no eran una formalidad, sino una muestra de afecto genuino.

Jeonghan dobló una esquina y se encontró con el puesto que la familia de Seungcheol atendía. Lamentó no verlo en el puesto, pero igualmente estaba feliz, ya que Jun, su hermano menor estaba allí detrás del mostrador, organizando unas cestas de tomates. Jeonghan le sonrió y se acercó.

—¡Ey, Jun! —saludó Jeonghan, dejando caer la bolsa de tela sobre el mostrador—. Vine por unos vegetales para la cena. ¿Cómo va todo?

Jun levantó la vista y le devolvió una sonrisa rápida. Tenía la camisa arremangada y las manos ligeramente manchadas de tierra, pero eso ya no le molestaba en absoluto. Era parte del trabajo.

—Va bien —respondió Jun, con la tranquilidad que le caracterizaba—. Hoy estamos vendiendo como locos. ¿Qué necesitas?

Jeonghan comenzó a enumerar las cosas que necesitaba mientras Jun las recogía con rapidez, sin dejar de bromear sobre la vida tranquila en el pueblo comparada con la ciudad. Era fácil hablar con Jun, siempre tan relajado y simpático.

Pero algo al fondo llamó la atención de Jeonghan.

Mientras Jun pesaba algunas cebollas, Jeonghan notó una figura familiar a lo lejos, más allá de los puestos. Entre la multitud de compradores y vendedores, distinguió a Seungcheol, de pie frente a un pequeño puesto, conversando con otro chico.

Lo que inicialmente había sido solo una curiosidad pasajera, se transformó en una incomodidad inesperada. Jeonghan entrecerró los ojos para tratar de ver mejor, pero no quería parecer demasiado obvio. El chico con el que Seungcheol hablaba era más bajo que él, parecía ser menor, pero de alguna manera, la cercanía entre ambos le pareció demasiado... íntima.

Había algo en la manera en que el otro chico lo miraba, algo en la sonrisa tranquila de Seungcheol, que provocó una pequeña molestia en el pecho de Jeonghan.

—¿Te pasa algo? —preguntó Jun, interrumpiendo sus pensamientos mientras le pasaba la bolsa con los vegetales.

Jeonghan parpadeó, tratando de quitarse esa sensación de encima, pero la curiosidad era más fuerte.

—Eh... ¿Sabes quién es ese chico? —preguntó, haciendo un gesto sutil en la dirección de Seungcheol.

Jun levantó una ceja y siguió la mirada de Jeonghan hasta donde Seungcheol estaba, todavía charlando con el chico. Con su usual franqueza, respondió:

—Ah, ¿Jihoon? Es el ex de Seungcheol.

La palabra "ex" resonó en la cabeza de Jeonghan como un eco, rebotando contra sus pensamientos. 

▸ Verano en Jeonju ៸៸ 𝙅𝙚𝙤𝙣𝙜𝘾𝙝𝙚𝙤𝙡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora