LVII

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Luego de su charla, el día parecía extenderse ante ellos con la promesa de un nuevo comienzo.

Seungcheol y Jeonghan compartieron una última sesión de cariños en la cama, donde las risas se mezclaban con los susurros suaves, y todo parecía más real que nunca. Era como si no hubiera pasado el tiempo, como si siempre hubieran estado destinados a estar juntos.

Finalmente, ambos se levantaron de la cama, alargando las caricias de la despedida momentánea. Se dirigieron al baño, entre risas y palabras susurradas, listos para disfrutar de un baño relajante juntos.

El agua caliente los envolvió rápidamente, y pronto, la ducha se convirtió en un espacio de diversión y complicidad. Seungcheol, con delicadeza, empezó a frotar el shampoo en el cabello de Jeonghan.

—Extraño tu cabello largo y rubio —dijo Seungcheol, frotando suavemente la espuma entre sus dedos, disfrutando del contacto cercano.

Jeonghan se echó hacia atrás, mirando a Seungcheol con una expresión juguetona.

—¿De verdad? —preguntó, levantando una ceja—. ¿No te gusta mi cabello corto y negro?

Seungcheol sonrió de manera juguetona, sacudiendo un poco el cabello de Jeonghan antes de responder.

—Me encanta —dijo, mirando sus ojos—. Es solo que me acostumbré a tu otro estilo. Era... diferente, único. Pero este también me gusta.

Jeonghan soltó una risa suave, dejando que Seungcheol terminara de enjuagar su cabello.

—Bueno, cuando crezca un poco más, tal vez lo pinte otra vez —dijo, acariciándose el cabello con las manos mientras jugaban con el agua y las burbujas.

Después de un rato de juego y risas bajo el agua caliente, ambos salieron de la ducha, sintiéndose relajados y con una sonrisa en los labios.

Jeonghan fue directo hacia el termostato, subiendo la calefacción para que el departamento estuviera lo suficientemente cálido como para que ambos pudieran estar cómodos en pijama.

Mientras Seungcheol se vestía, Jeonghan no pudo evitar curiosear en la maleta de su novio y, con una sonrisa traviesa, robó una camiseta suya.

La camiseta, de un tamaño considerablemente más grande, le caía sobre los muslos, cubriéndolo parcialmente, mientras él se paseaba por el departamento en su ropa interior.

Cuando Seungcheol se terminó de ponerse sus pantalones y fue a ponerse su propia camiseta, Jeonghan lo detuvo, mirando fijamente su torso desnudo.

—No te pongas la camiseta —dijo Jeonghan con una sonrisa traviesa—. Me gusta la vista que tengo.

Seungcheol soltó una ligera risa, aceptando de inmediato la petición de Jeonghan.

—¿De verdad? —se burló mientras dejaba la camiseta en la cama—. Pues qué suerte tengo.

Ambos se dirigieron a la cocina para preparar el desayuno.

Jeonghan, con rapidez, puso el café a preparar, mientras Seungcheol le miraba, buscando algo para hacer.

—Quiero panqueques —dijo Seungcheol con una sonrisa mientras sacaba una sartén de los estantes.

Jeonghan asintió y le indicó dónde estaban los ingredientes. Seungcheol, con la receta en mente, comenzó a preparar la masa. Pero al llegar a la cocina eléctrica, comenzó a buscar el encendido, sin encontrar la manera de encenderla.

—¿Cómo que no sabes usar cocina a inducción? —le preguntó entre risas—. Seungcheol, ¿vives en el pasado o qué?

Seungcheol se rió nerviosamente, mientras miraba los controles táctiles de la cocina.

▸ Verano en Jeonju ៸៸ 𝙅𝙚𝙤𝙣𝙜𝘾𝙝𝙚𝙤𝙡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora