Extra 2: Especial Halloween

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El tiempo había hecho lo suyo. Los años se deslizaron lentamente desde aquella última despedida en el aeropuerto, donde Jungkook y Jimin apenas pudieron intercambiar miradas, miradas que decían más que mil palabras.

En todo ese tiempo, Jungkook se había establecido en Japón, un país donde podía reinventarse, donde ya no era Copycat, sino alguien más. La vida con Namjoon, Taehyung y Yoongi les había ofrecido la tranquilidad que tanto ansiaban, una rutina de trabajo discreta y silenciosa, lejos del caos y la sangre que alguna vez empapó sus cuerpos y sus pesadillas.

Jimin, por su parte, se quedó en Corea, rodeado del inquebrantable apoyo de Hoseok. Cada día era una lucha por encontrar normalidad en medio de la ausencia de Jungkook, pero había logrado construir una vida estable, aunque los recuerdos de aquel "te amo" dejado en su buzón todavía lo perseguían en sus momentos más vulnerables.

Jungkook había encontrado una extraña paz en Japón. Una que había olvidado que existía, una que solo creyó encontrar y sentir en los brazos de aquel chico que amó.

Los días en Tokio eran una mezcla de anonimato y rutina. Trabajaba en una pequeña fábrica de juguetes, algo sumamente gracioso de imaginarlo, pues jamás creyó hacer algo como esto, dándole felicidad a niños y jóvenes, ganándose la vida de forma honesta, aunque siempre con la cautela de quien ha vivido en la oscuridad.

El miedo de ser descubierto aún lo rondaba, pero al menos aquí, era libre de ser alguien nuevo.

Jimin, por su parte, había construido una estabilidad más visible, pero eso no lo hacía menos frágil. Aunque Hoseok había sido un apoyo fundamental, y su vida parecía haber recuperado algo de normalidad, había noches en que el silencio de su apartamento le recordaba la ausencia de Jungkook. Recordaba aquel último "te amo" tanto en la nota como por su voz casi inaudible y aunque había decidido seguir adelante, parte de él todavía anhelaba esa conexión perdida.

Mientras tanto, Jungkook, aunque inmerso en su nueva vida, pensaba en Corea más de lo que le gustaría admitir. Había días en que su mente volvía a Jimin, a la última vez que lo vio, a la última mirada que compartieron en el aeropuerto, a la última vez que bailaron, a la última vez que escucharon aquella canción que la nombraron como suya.

¿Cómo habría cambiado Jimin? ¿Había encontrado la felicidad que ambos habían perdido en aquel torbellino de caos y violencia?

Jimin, por su lado, pensaba lo mismo. Pero el miedo a buscar respuestas lo mantenía en silencio.

¿Deberían buscarse?

Jungkook limpiaba parte de su mesa donde pintaba algunos juguetes, mirando de reojo a Namjoon, quien revisaba el teléfono con una sonrisa en los labios.

—¿De qué te ríes? ¿Alguna buena noticia?

—¿Estás listo para esta noche? —Preguntó Namjoon— solo estaba recordando la última vez que celebré esta fecha.

Jungkook suspiró, dejando el trapo sobre la mesa.

—No sé, hyung... no soy muy fan de las fiestas. —Se encogió de hombros mirando en dirección hacía el calendario que señalaba la fecha de ese día.

Namjoon rió.

—Es Halloween, Jungkook. Necesitas salir de la rutina. Además, Yoongi y Taehyung están emocionados por esta fiesta. De todos nosotros, eres el único que no trata de convivir en sociedad, a penas hablas en la fábrica con tus compañeros y prometiste seguir adelante en todo aspecto.

Jungkook lo miró, dudando.

—No es que no quiera, es solo que... a veces me siento como un impostor, incluso después de tantos años. Aquí, en Japón.

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