Con la competencia nacional a solo una semana de distancia, el ambiente en el club se volvía cada vez más tenso. Lara podía sentirlo en cada patinadora, en cada conversación en el vestuario. Camila, su principal rival, se mostraba más arrogante que nunca, convencida de que esta vez sería ella quien ganaría el primer lugar.
—Espero que estés lista, García —dijo Camila un día mientras se encontraban en los pasillos—. Porque esta vez no voy a dejar que te lleves la medalla tan fácil.
Lara sonrió forzadamente mientras apretaba los cordones de sus patines. Estaba acostumbrada a los comentarios de Camila, pero esta vez algo en su tono era distinto. Había más malicia, más seguridad en su voz, como si ya estuviera saboreando la victoria antes de tiempo.
—Nos vemos en la pista, Camila —respondió Lara, intentando sonar despreocupada.
Camila le dedicó una última mirada despectiva antes de marcharse, y Lara respiró hondo para calmar los nervios que se apoderaban de su cuerpo. Sabía que estaba bajo una enorme presión, tanto de su familia como de sí misma. Siempre había sido la mejor, la que destacaba. ¿Y si esta vez no era suficiente? Las dudas la asaltaban en los momentos más inesperados.
Max la observaba desde la barrera. Parecía darse cuenta de todo, pero como siempre, no decía nada. Era su forma de entrenar, dejaba que sus patinadores enfrentaran sus miedos solos, sin interferir demasiado. Sin embargo, había algo en la manera en que la miraba hoy que la descolocaba.
¿Era preocupación? Lara no estaba segura, pero esa mirada la hacía sentir expuesta.
Esa tarde, el entrenamiento fue brutal, como todos los anteriores. Pero Lara, lejos de debilitarse, se aferraba a su rutina como si fuera lo único que la mantenía en pie. Cada salto, cada giro, le servía para despejar la mente de todo lo que la agobiaba fuera del hielo. Sabía que Max seguía sus movimientos de cerca, siempre evaluando, siempre exigiendo más.
Al final del día, cuando ya no quedaba nadie en la pista, Max se acercó a ella.
—Tu triple axel sigue siendo inestable —dijo, rompiendo el silencio.
Lara estaba agotada, pero asintió, consciente de que no había estado a la altura de su propio estándar. Sin embargo, antes de que pudiera disculparse o justificarse, Max continuó.
—Estás presionándote demasiado, y eso te está pasando factura.
Lara lo miró sorprendida. No esperaba que él reconociera algo así. Hasta ahora, siempre había sentido que su enfoque era el de endurecerla más, empujarla más allá de sus límites.
—No puedo aflojar —respondió ella, su voz quebrada por el cansancio—. Si aflojo ahora, todo lo que hice no va a servir de nada.
Max la observó en silencio por un momento, y Lara sintió que su mirada la atravesaba, como si pudiera ver más allá de su fachada de fortaleza.
—Nadie te está pidiendo que aflojes. Pero si seguís así, vas a terminar rompiéndote antes de la competencia.
Había algo en su tono que la hizo detenerse, que la hizo escuchar realmente. Max, a su manera, estaba mostrándole una preocupación genuina. Por un segundo, Lara vio una faceta de él que nunca antes había visto, una más humana, más cercana.
—Solo te estoy diciendo que te cuides, García —agregó, antes de darse la vuelta y alejarse.
Esa noche, las palabras de Max no dejaban de rondar en su mente. Sabía que tenía razón, pero ¿cómo podía frenar ahora, cuando estaba tan cerca de su objetivo?
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Desliz
Novela JuvenilEn el mundo del patinaje, donde cada movimiento cuenta y cada salto es un desafio, Lara se ha convertido en una estrella brillante, conocida por su elegancia y destreza sobre el hielo. Sin embargo, detras de su exito, se esconde un vacio que sólo el...