19: Celebraciones y tensiones

1 0 0
                                    

La sala de la casa de los García estaba decorada con globos y serpentinas. Lara había decidido celebrar su victoria en la competencia con una pequeña reunión en casa, invitando a sus amigos más cercanos. Sin embargo, la alegría era agridulce. Sabía que sus padres todavía no estaban del todo convencidos de que el patinaje fuera un camino viable para ella.

Cuando sus amigos llegaron, el ambiente se llenó de risas y música. Clari fue la primera en entrar, trayendo un pastel que había hecho con la ayuda de su hermano. Su entusiasmo era contagioso.

—¡Felicidades, campeona! —exclamó mientras la abrazaba. —Te lo merecés, Lara.

—Gracias Cla. No sé qué haría sin vos.

La noche avanzaba entre juegos y anécdotas. Lara se sentía más ligera, pero sabía que su alegría no duraría. Cuando el grupo se sentó a la mesa, y los primeros bocados del pastel empezaron a desaparecer, sus padres hicieron acto de presencia.

—¡Qué alegría verlos a todos! —dijo su madre, esbozando una sonrisa forzada.

—Espero que todos estén disfrutando de la comida. Hicimos lo posible para que estén cómodos —añadió su padre, tratando de romper el hielo.

Lara notó que el tono de su voz era distinto. Tenían un aire de preocupación que no podía ignorar. Mientras la conversación fluía, ella se sentó al lado de Clari, sintiendo su apoyo. Sin embargo, al mirar a sus padres, vio que estaban conversando entre ellos con miradas serias.

En un momento, su padre se inclinó hacia ella.

—Lara, ¿podemos hablar un momento? —preguntó, su voz grave y seria.

Lara sintió que un escalofrío le recorría la espalda. Con un gesto, hizo una señal a su amiga para que se quedara con el grupo, y se dirigió hacia el jardín con sus padres.

—¿Qué pasa? —preguntó, tratando de mantener la calma.

—Queremos hablar sobre tu futuro, Lara —dijo su madre, su expresión inquebrantable. —Sabés que estamos muy orgullosos de tu victoria, pero no podemos ignorar lo que hemos hablado antes.

—Mamá, lo que quiero es... —Lara comenzó, pero su madre la interrumpió.

—Lo que queremos decir es que no podés dejar de lado la empresa. Es nuestra herencia, y vos sos la única que puede continuar con ella.

—Pero eso no es lo que quiero. Quiero ser patinadora y terminar mis estudios.

—Entendemos tus sueños, pero... —dijo su padre, y Lara sintió que la presión aumentaba—. La vida no es solo sobre lo que querés, también hay responsabilidades que asumir.

Las palabras de su padre golpearon con fuerza. Lara sintió que sus esperanzas se desvanecían, mientras una lucha interna comenzaba a gestarse en su corazón.

—No quiero seguir con la empresa, papá. He dedicado mucho tiempo a esto y es mi momento de brillar en el patinaje.

—Esto no se trata solo de vos, Lara. Hablamos de la familia, del legado.

—¿Y qué hay de mis sueños? —gritó, sintiéndose abrumada por la frustración.

La tensión en el aire era palpable. Finalmente, su madre se acercó, poniendo una mano en su hombro.

—Solo queremos lo mejor para vos. Por favor, pensalo.

Lara se sintió atrapada entre el amor de sus padres y su deseo de seguir su pasión. ¿Por qué era tan difícil hacerles entender que sus sueños eran importantes? Después de una breve discusión, decidió regresar a la fiesta. Cuando volvió, Clara la miró con preocupación.

—¿Todo bien? —preguntó, notando la tensión en su rostro.

—No, en realidad no. Mis padres no entienden.

—Lara, siempre hay un camino. No dejes que esto te agobie.

A medida que la noche avanzaba, Lara intentó disfrutar de la celebración, pero las palabras de sus padres resonaban en su mente. 

No podía dejar que su amor por el patinaje se desvaneciera.

DeslizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora