23: Más allá de las expectativas

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Las semanas pasaron rápidamente, y la fecha de la competencia se acercaba. Lara sentía una mezcla de emoción y nerviosismo. Max había sido una gran fuente de apoyo, y sus entrenamientos estaban dando frutos. Sin embargo, la presión de su familia seguía acechando.

Un día, mientras Lara estudiaba en la biblioteca de la universidad, recibió otro mensaje de Max. "¿Podemos hablar después de la práctica? Tengo algo importante que decirte."

Después de la práctica, Lara se encontró con Max en su lugar habitual: la pista de hielo. Max estaba sentado en el borde, mirando a los patinadores practicar.

—¿Qué sucede, Max? —preguntó Lara, sintiendo un ligero nerviosismo en su estómago.

—Primero, quiero que sepas cuánto he disfrutado trabajar contigo. Eres increíble.

—Gracias, eso significa mucho para mí.

Max tomó una respiración profunda, como si estuviera reuniendo valor.

—La cosa es que... tengo una oportunidad para mí. He recibido una oferta para trabajar en un centro de entrenamiento en el exterior.

Lara sintió que el mundo se detenía.

—¿Qué? ¿Y qué vas a hacer?

—No sé, Lara. Es una gran oportunidad, pero no quiero dejarte en un momento tan crucial de tu carrera.

Lara se sintió abrumada. Había creído que su conexión con Max era fuerte, pero esta noticia la golpeó.

—Entiendo que sea una oportunidad increíble para ti, pero... me gustaría que te quedaras aquí.

Max la miró a los ojos, con un aire de tristeza.

—Lo sé. Y por eso estoy aquí, para hablarlo contigo.

—¿Cuánto tiempo tendrías que irte?

—Sería por unos meses, quizás más, dependiendo de cómo resulten las cosas. Me gustaría llevarte conmigo, pero no sé si eso sería lo correcto.

Lara se sintió confundida, dividida entre su deseo de que Max siguiera su sueño y su miedo a perderlo.

—No quiero que sientas que debes elegir entre mí y tu futuro, Max. Pero me gustaría que pensaras bien en tu decisión.

—Lo haré, prometo que lo haré. Solo quiero que sepas que eres muy importante para mí.

Ambos se quedaron en silencio, sintiendo la tensión en el aire. Lara no podía dejar de pensar en lo que significaría para ella si Max decidiera irse.

—Toma tu tiempo —dijo finalmente, tratando de mantener la calma—. Quiero que sigas tu sueño. Pero también quiero que sepas que estaré aquí, pase lo que pase.

Max sonrió, aunque sus ojos mostraban una mezcla de emociones.

—Eso significa el mundo para mí, Lara. Gracias por ser tan comprensiva.

Mientras se alejaban, Lara sintió una mezcla de tristeza y orgullo. Sabía que Max merecía esta oportunidad, pero también sabía que su vida podría cambiar drásticamente.

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Los días siguientes transcurrieron entre ensayos y estudios, pero Lara no podía sacarse de la cabeza la conversación que había tenido con Max. La noticia de su posible partida la tenía inquieta. Además, la presión familiar empezaba a hacerle mella. Nuevamente sus padres, estaban encaprichados con la idea de que Lara continuara con el legado familiar en su empresa.

Esa tarde, después de una larga jornada de clases, Lara se sentó en la mesa del comedor. Su madre estaba organizando unos documentos, mientras su padre hablaba por teléfono. A Lara le pareció que la atmósfera estaba cargada, como si sus padres estuvieran esperando algo de ella.

Claramente a raíz de este sentimiento de Lara se desato una nueva discusión con respecto al futuro de Lara y de la empresa...

—¿Por qué no pueden entender que el patinaje es parte de mí? He trabajado muy duro para llegar hasta aquí.

Ambos padres intercambiaron miradas, y Lara se sintió más sola que nunca.

—Sabemos que has hecho sacrificios, pero... —comenzó Guillermo, pero Lara lo interrumpió.

—¿Y qué pasa con mis sacrificios? Siempre estoy en la sombra de lo que ustedes esperan de mí.

La tensión en el aire era palpable.

—No se trata de eso, Lara. Queremos lo mejor para ti —dijo su madre con una voz suave, pero Lara sentía que la frustración aumentaba.

—Lo que quiero no parece importarles —replicó, levantándose de la mesa. Salió de la casa, sintiéndose asfixiada.

Mientras caminaba sin rumbo, su mente divagaba. Se preguntaba si alguna vez podría seguir su sueño sin tener que rendir cuentas a sus padres. Su teléfono sonó. Era Max.

—¿Estás bien? —preguntó él, notando el tono de su voz.

—No. No estoy bien.

Y sin más, Lara se dejó llevar. Comenzó a contarle sobre la reciente conversación con sus padres, la presión que sentía y cómo su sueño parecía un espejismo.

—A veces siento que no puedo hacer lo que realmente quiero —finalizó, con la voz temblorosa.

—Lara, tus sueños son importantes —respondió Max—. No dejes que nadie te diga lo contrario.

Ella sintió una calidez en su pecho al escuchar sus palabras.

—¿Y tú? ¿Qué pasará contigo si decides irte? —preguntó, de repente sintiéndose insegura.

—Lo pensaré. Pero lo que realmente quiero es verte triunfar.

—Gracias, Max. Eres un gran apoyo.

Mientras hablaban, la conexión entre ellos se volvía más fuerte. Lara sabía que debía tomar una decisión pronto, pero también sabía que no estaba sola.

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