29: Plan para el futuro

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Los días siguieron pasando, y con cada uno de ellos, Lara se sentía un poco más cómoda en su nueva realidad. Con el apoyo constante de Max y la aceptación de sus padres, había comenzado a adaptarse a su embarazo. Sin embargo, aún quedaban muchos desafíos por delante, especialmente en lo que respecta a su carrera de patinadora y sus estudios de obstetricia.

Una tarde, mientras Lara estaba sentada en la mesa de su habitación, organizando sus apuntes de anatomía, Max entró con una expresión pensativa.

—¿Qué estás haciendo, genia? —preguntó, asomándose por la puerta.

—Intentando ponerme al día con el estudio. Siento que estoy un poco atrasada.

—¿Y si tomamos un descanso? Te veo muy estresada.

Lara suspiró, sintiendo que la presión acumulada la estaba aplastando.

—No sé, Max. Siento que tengo que ser perfecta en todo.

Max se acercó y se sentó a su lado.

—No tienes que ser perfecta. Solo tienes que ser tú misma. Y yo estoy aquí para ayudarte.

La calidez de sus palabras hizo que se sintiera un poco más ligera.

—¿Tienes razón? Quizás un pequeño descanso no haría mal.

Max sonrió, levantándose rápidamente.

—Entonces, ¡vamos a dar un paseo!

Lara lo siguió, sintiéndose emocionada.

—¿A dónde vamos?

—A un lugar que creo que te va a gustar.

Después de unos minutos de caminata, llegaron a un pequeño parque con una hermosa vista del atardecer. Los colores naranjas y rosas pintaban el cielo, y Lara sintió que su corazón se llenaba de alegría.

—Es precioso —dijo, mirando la vista—. Gracias por traerme aquí.

Max se sentó en el banco junto a ella.

—Quiero que tomes un tiempo para disfrutar de las pequeñas cosas. La vida está llena de sorpresas, y a veces necesitamos detenernos a mirar lo bello.

Mientras conversaban, Lara sintió que cada palabra de Max la llenaba de confianza.

—A veces me asusta pensar en cómo será el futuro. Ser madre es algo tan grande.

—Lo sé. Pero si hay algo que he aprendido, es que no tenemos que tener todas las respuestas ahora.

Lara lo miró, admirando su forma de pensar.

—Sí, eso es cierto. Quizás debo aprender a vivir en el momento.

Después de un rato de charla, Max cambió de tema.

—Oye, ¿qué piensas sobre hacer un plan para el futuro? Como lo que queremos hacer con el bebé, cómo nos vamos a organizar y esas cosas.

Lara se sintió intrigada.

—Sí, eso suena bien. Es bueno tener un plan, aunque sea flexible.

—Podemos hablar sobre cómo vamos a manejar las clases, el patinaje y, por supuesto, el tiempo con el bebé. Tal vez podemos hacer un calendario.

Lara se rió.

—¿Un calendario? No sabía que eras tan organizado.

—Soy un chico de planes. A veces me ayuda a no perderme.

Se quedaron hablando de sus expectativas y deseos, mientras la noche se acercaba.

—Además, quiero involucrarme en todo lo que pueda. No solo quiero ser un espectador.

Lara lo miró, sintiendo una oleada de gratitud.

—Eso significa mucho para mí. Quiero que estés tan presente como sea posible.

Cuando regresaron a casa, Lara se sintió renovada. Habían tenido una conversación productiva y, aunque el futuro seguía siendo incierto, sentía que tenían un plan al que podían aferrarse.

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