13: Nuevas revelaciones

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Lara se sentía diferente esa mañana. Había algo en la conversación del café con Max que la había dejado reflexionando. Hablar con él, aunque fuera sobre algo tan simple como el café, había sido una revelación. Era como si de repente, entre ambos se hubiera creado un lazo que trascendía lo profesional.

Mientras se preparaba para el entrenamiento, no podía dejar de pensar en su relación con Max. No era solo su entrenador; había empezado a ver en él una faceta más humana, más real. Algo en su vida, quizás la soledad o las presiones del patinaje, había resonado con su propia experiencia. Ambas habían luchado, aunque de diferentes maneras.

Cuando llegó a la pista, el ambiente ya estaba cargado de energía. Las otras patinadoras se preparaban para el entrenamiento, y Camila estaba allí, calentando con un grupo de chicas. Lara no pudo evitar sentir un escalofrío al verla; su rival siempre parecía tener una sonrisa burlona en los labios, lista para lanzar comentarios sarcásticos.

—Mirá quién llegó —dijo Camila, fijando su mirada en Lara mientras se acercaba—. ¿Te sentís lista para perder de nuevo?

Lara respiró hondo, tratando de no dejarse llevar por la provocación.

—No vine a perder, Camila. Vine a dar lo mejor de mí —respondió, firme.

Camila soltó una risa sarcástica.

—Sí, claro. Siempre es lo mismo contigo. Pero sé que te gustaría que Max te mirara a vos y no a mí.

Esa afirmación hizo que el corazón de Lara se acelerara. Era verdad que había una tensión entre ella y Max, pero no era solo por la competencia. Se sentía atraída por él, aunque no quería admitirlo.

—Max se enfoca en el rendimiento, no en tonterías como el drama —dijo Lara, tratando de desestimar lo que Camila insinuaba.

—¿Drama? No, no, querida. Lo que hay entre ustedes es más que eso. Estoy segura de que Max no se puede resistir a tus encantos —continuó Camila, sonriendo de una manera que solo podía considerarse provocativa.

Lara sintió una mezcla de enfado y confusión. ¿Era posible que Max se sintiera atraído por ella? Pero, ¿acaso no era solo un entrenador estricto? Esa lucha interna hizo que su mente se nublara.

—¿Por qué no te preocupás por ti misma en lugar de intentar meterte en mi cabeza? —dijo Lara, intentando mantener la calma.

Camila se encogió de hombros.

—Solo digo lo que veo. Y si no te das cuenta, tal vez deberías.

La conversación se interrumpió cuando Max apareció, interrumpiendo el pequeño duelo verbal.

—¿Listas para comenzar? —preguntó, su mirada evaluando a ambas. Lara sintió que se iluminaba su rostro, y en ese momento, deseó que él pudiera ver más allá de la rivalidad entre ellas.

—Claro que sí —respondió Lara, haciendo un esfuerzo consciente por no sonreír demasiado. Max asintió y llevó a las chicas a comenzar el entrenamiento.

Durante la práctica, Lara luchó por concentrarse. La tensión de las palabras de Camila seguía resonando en su cabeza, y cada vez que Max la miraba, su corazón latía más rápido. Era un desafío mantenerse enfocada, pero sabía que no podía permitirse distraerse.

A medida que el entrenamiento avanzaba, Max empezó a notar la lucha interna de Lara. Su técnica era impecable, pero había algo en su expresión que lo inquietaba. Decidió acercarse a ella durante un descanso.

—¿Te pasa algo? —preguntó, frunciendo el ceño.

Lara lo miró, sintiéndose un poco expuesta.

—No, todo bien. Solo... es un día complicado.

—No te creo —dijo él, mirándola fijamente—. Te conozco lo suficiente como para saber que algo te preocupa.

Ella suspiró, sintiendo que quizás abrirse a él no sería tan malo. Había un nivel de confianza creciente, y aunque le asustaba, también era liberador.

—Es solo que... Camila no deja de molestarme, y no sé cómo manejarlo. A veces siento que no solo compito contra ella en la pista, sino en todo —admitió, sintiendo que aliviaba un peso en su pecho.

Max la observó por un momento, y luego dijo:

—Ignorala. El patinaje es individual, y solo vos podés controlar lo que hacés en la pista.

—Sí, lo sé. Pero es difícil... —respondió Lara, con una mezcla de frustración y tristeza en su voz.

—No dejes que su inseguridad se convierta en la tuya. Te lo digo en serio. Ella compite contra sí misma más que contra vos. Esa es su debilidad.

Sus palabras la llenaron de determinación. Max siempre sabía qué decir para motivarla, incluso cuando pensaba que él no le prestaba atención.

—Gracias, Max. De verdad —dijo Lara, sintiendo una conexión más profunda.

—Solo hacé lo tuyo. Eso es lo que mejor sabés hacer —respondió él, y por un momento, sus ojos se encontraron, creando un silencio lleno de significado.

DeslizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora