4

72 12 2
                                    

Donghae








La sala de estar de la suite estaba decorada para la despedida de soltero. Había tenido la esperanza de salvarme de esa tradición pero mi madre insistió que sería una ofensa para las mujeres y donceles de la familia de Hyukjae si no me conocían antes de la boda.

Alisé el vestido de cóctel verde. Era de un color que se suponía traia buena suerte. Sabía que mi interpretación de lo que sería buena suerte a estas alturas difería ampliamente de la interpretación de Hyukjae y mi padre.

A Jisung no se le permitió asistir a la despedida de soltero ya que se le consideraba
joven, pero Ryeowook había discutido hasta lograr quedarse. Aunque me preocupaba que
pudiera haber otra razón detrás del consentimiento por parte de madre. Ryeowook había cumplido diecisiete hacía unos días. Eso significaba que casi era lo suficientemente
mayor para casarse. Alejé ese pensamiento. Podia oír a madre y Ryeowook discutiendo
en el dormitorio sobre lo que se suponía que vestiria Ryeowook cuando llamaron a la
puerta de la suite. Era un poco temprano; no se suponía que los invitados llegaran
hasta dentro de diez minutos.

Abrí la puerta. Jimin estaba de pie frente a mí, Jungsoo detrás de el. Era mi primo pero cinco años mayor que yo. Su madre y mi madre eran hermanas. El sonrió disculpándose.

-Sé que llego temprano.

-Está bien- dije, retrocediendo para que así pudiera entrar. Jungsoo se sentó de nuevo en la silla fuera de mi puerta. Me gustaba mucho Jimin, así que no me importaba pasar algún tiempo a solas con el. Era alto y elegante, con el cabello marrón oscuro, casi negro, ojos del más oscuro verde que se pueda imaginar. Llevaba un vestido negro con una falda lápiz que llegaba a sus rodillas. Su esposo Hoseok había muerto hacía seis meses, y mi boda sería la primera vez en la que el usaría algo que no fuera negro. A veces se esperaba que los donceles viudos, sobre todo los mayores, llevaran el luto por un año después de la muerte de su marido, pero Jimin solo tenía veintitrés. La edad de Hyukjae. Me sorprendi deseando que su marido hubiera muerto antes de modo que el pudiera haberse casado con Hyukjae y luego me sentí horrible. No deberia estar pensando así. Minho se encontraba junto a la ventana.

-¿Podrías por favor esperar afuera? Una despedida de soltero para un doncel no es lugar para un hombre.

Inclinó su cabeza y luego salió sin decir nada.

-¿Tu esposo te envió su propio guardaespaldas?- preguntó Jimin.

-Aún no es mi esposo.

-No, tienes razón. Te ves triste -dijo con una expresión conocedora mientras se dejaba caer en el sofá. Champagne, refrescos y una gran variedad de aperitivos estaban colocados en una mesa detrás de él.

Tragué con fuerza.

-También tú-. Y me sentí inmediatamente estúpido por decir algo como eso.

-Mi padre quiere que vuelva a casar- me dijo, girando su anillo de boda.

Mis ojos se ampliaron.

-¿Tan pronto?

-No inmediatamente. Al parecer ya está hablando con alguien.

No podía creerlo.

-¿No puedes decir que no? Ya estuviste casado.

-Pero fue un matrimonio sin hijos, y soy demasiado joven para quedarme solo. Tuve que volver con mi familia. Mi padre insistió en ello para protegerme.

Ambos conocíamos ese código. Los donceles siempre necesitaban protección del mundo exterior, sobre todo si estaban en edad de casarse.

-Lo siento- dije.

-Es lo que es. Lo sabes tan bien como yo.

Reí con amargura.

-Sí.

-Ayer vi a tu esposo cuando fui a visitar la mansión Cho con mis padres. Es... imponente.

-Aterrador- agregué en voz baja. La expresión de Jimin se ablandó, pero nuestra conversación fue interrumpida cuando madre y Ryeowook salieron de la habitación. Y poco después llegaron más invitados.

Los regalos fueron de todo tipo, desde lencería a joyería hasta certificados por un día en un spa de lujo en Seul. Sin embargo, la lencería fue lo peor, y cuando abrí el regalo de la madrastra de Hyukjae, Irene, tuve problemas para mantener una expresión seria. Levanté el camisón blanco apenas existente y sonreí tenso. Todo el
centro era transparente y era tan corto que ni siquiera cubriría mis piernas. Debajo de él, en la caja de regalo, había una pieza más pequeña de ropa: bragas de encaje blanco que revelarían la mayor parte de mi trasero y se mantenían unidas por un arco en la
parte posterior. Un coro de murmullos de admiración provino de las mujeres  y donceles a mi alrededor.

Me quedé boquiabierto ante la lencería. Ryeowook colocó discretamente la punta
de su dedo en su sien.

-Esto es para tu noche de bodas- dijo Irene con un brillo calculador en sus ojos-. Apuesto que Hyuk amará quitártelo. Debemos complacer a nuestros maridos.Hyuk sin duda esperará algo atrevido.

Asenti.

-Gracias.

¿Acaso Hyukjae le había dado esto a su madrastra para que me lo diera? No me
sorprendería de su parte. No después de que él hubiera comprado las pastillas
anticonceptivas para mí. Mi estómago se retorció por la preocupación, y solo se puso
peor cuando la mujer empezó a hablar de su noche de bodas.

-¡Estaba tan avergonzada cuando llegó el momento de la presentación de sábanas!- susurró Hyoyeon, la prima de Hyukjae.

-¿La presentación de sábanas?- pregunté.

La sonrisa de Irene fue condescendiente cuando dijo:

-¿Tu madre no te lo explicó?

Miré a mi madre, quien apretó los labios, dos manchas rojas aparecieron en sus mejillas.

-Es una tradición siciliana que la familia ha mantenido con orgullo durante generaciones -explicó Irene, sus ojos fijos en mi rostro-. Después de la noche de
bodas, las mujeres y donceles de la familia del novio van con la pareja a recoger las sábanas
donde pasaron la noche. Luego las sábanas se presentan a los padres del novio doncel y el novio y a todo aquel que quiera ver la prueba de que el matrimonio ha sido consumado y que el novio doncel era puro.

Hyoyeon rio.

-También se llama la tradición de las sábanas sangrientas por esa razón.

Mi cara estaba congelada.

-¡Esa es una tradición barbárica! -siseó Ryeowook-. Madre, no puedes permitirlo.

-No depende de mí -dijo madre.

-Así es. No abandonaremos nuestras tradiciones. -Irene se dirigió a mí–. Y por lo que sé has estado bien protegido de la atención masculina, así que, no hay nada
que temer. Las sábanas probarán tu honor.

Los labios de Ryeowook se crisparon, pero todo en lo que podía pensar era que esta tradición significaba que definitivamente tenía que dormir con Hyukjae.

Deadly Love Donde viven las historias. Descúbrelo ahora