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Donghae





Madre me entregó mi ramo de flores, un hermoso arreglo de rosas blancas, rosas nácar
y ranúnculos rosas. Caminamos en silencio a través de la casa vacía, mis tacones
resonando sobre los pisos de mármol. Mi corazón latía con fuerza en mi pecho
mientras atravesábamos la puerta corredera de cristal hacia la terraza con vistas al
patio trasero. La parte del frente del jardín estaba ocupada por el enorme pabellón blanco donde se llevaría a cabo la ceremonia de la boda. Pero detrás del pabellón docenas de mesas habían sido colocadas para la fiesta posterior. Me llegaban voces desde el interior del pabellón donde los invitados estaban esperando mi llegada. Un camino de pétalos de rosas rojas conducia desde la terraza hasta la entrada del pabellón. Seguí a madre dentro del pequeño espacio entre la parte exterior y la parte principal del pabellón. Padre estaba esperando y se enderezó cuando entramos. Madre le dio un breve asentimiento antes de entrar a la capilla improvisada. Su sonrisa lucía
seria cuando me ofreció su brazo.

-Te ves hermoso -dijo en voz baja-. Hyukjae no sabrá lo que le golpeó.

Agaché la cabeza.

-Gracias, padre.

-Se una buen esposo, Donghae. Hyukjae es poderoso y una vez que tome el lugar de
su padre, su palabra será ley. Haz que me sienta orgulloso, haz que la Organización
se sienta orgullosa.

Asentí, mi garganta demasiado apretada para las palabras. La música empezó
a sonar: un cuarteto de cuerdas y un piano. Padre bajó mi velo. Me alegré de tener una
capa extra de protección, sin importar cuán delgada sea. Tal vez ésta ocultaría mi
expresión desde lejos.

Padre me llevó hacia la entrada y dio una orden en voz baja. La tela se separó,
revelando el largo pasillo y muchos cientos de invitados a cada lado de este. Mis ojos
fueron atraidos hacia el final del pasillo donde Hyukjae estaba de pie. Alto e imponente
en su traje y chaleco de color carbón con un lazo plateado y camisa blanca. Sus
padrinos estaban vestidos con un chaleco y pantalones de vestir de un gris más claro,
y no llevaban chaqueta, así como corbatín en lugar de una corbata. Jungsu era uno
de ellos, con solo ocho, mucho más pequeño que los demás hombres.

Mi padre me empujó a lo largo del pasillo y mis piernas parecieron llevarme por propia voluntad a medida que mi cuerpo se sacudía con nervios. Traté de no mirar a Hyukjae, en su lugar observé a Ryeowook y a Jisung por el rabillo de mi ojo. Ellos eran los dos primeros de mis acompañantes y verlos me dio la fuerza suficiente para mantener la cabeza en alto y no salir corriendo.

Pétalos de rosas blancas cubrían mi camino y quedaban aplastadas debajo de
mis pies. Eso era un poco simbólico en sí mismo, aunque estaba seguro que no estaba
destinado a serlo.

La caminata nos llevó siglos y aun así terminó demasiado pronto. Hyukjae extendió su mano, con la palma hacia arriba. Mi padre tomó las esquinas de mi velo y lo levantó, luego depositó mi mano sobre la de Hyukjae, cuyos ojos grises parecieron arder con una emoción que no pude entender. ¿Podia sentir mi temblor? No me
encontré con su mirada.

El sacerdote nos recibió en su blanca toga, luego los invitados, antes de que
comenzará su oración de apertura. Traté de no desmayarme. El apretón de Hyukjae era la
única cosa que me mantenía centrado. Tenia que ser fuerte. Cuando el sacerdote
finalmente llegó a las lineas finales del evangelio, mis piernas apenas eran capaces de
soportarme. Anunció el rito de matrimonio y todos los invitados se levantaron de sus
sillas.

-Hyukjae y Donghae -nos llamó el padre- ¿Han venido aquí libremente y sin reservas para entregarse el uno al otro en matrimonio? ¿Amarán y honrarán al otro por el resto de sus vidas?

Deadly Love Donde viven las historias. Descúbrelo ahora