Magic Love

Día 19: Caricias en el Pelo

Haciendo memoria del tiempo que llevaban juntos, nunca se habían puesto a pensar que eran las cosas que le gustaban a uno y al otro del otro, Sirius nunca respondía, evadía la pregunta, aunque si dejaba claro algunas cosas, las cosas que no le gustaban.

Su pelo grasoso, y fino, sus cejas, su nariz, su piel cetrina, esas habían sido las características específicas que Sirius le decía, casi a diario, que no le gustaban de él.

Nunca le critico nada acerca de ello, después de todo su relación paso de ser un simple romance pasajero, a el romance escolar y trapazo esa última barrera, llegando a ser un noviazgo después del colegio.

Si bien, no vivían juntos, pero cuando lo estaban ambos compartían ciertas rutinas.

Tarde o temprano él se iría al extranjero a estudiar su maestría en pociones, y Sirius iniciaría su curso de Auror. Sus vidas estaban tomando diferentes caminos, y aun así seguían juntos, actualmente su relación tenía que soportar tres años mínimo y la distancia, que era lo que tardarían el curso de Auror y la maestría.

Ciertas rutinas comenzaron a tener durante las tardes de ellos dos solos, cuando los amigos de Sirius no invadían la casa por todo un fin de semana, o cuando Sirius no salía con su Motocicleta porque acababa de recordar que debía de salir por algo. Almorzaban juntos en la mesa frente al salón, y luego de dejar todo para lavarse en el fregadero solo se sentaban en uno de los viejos sofás, él se sentaba a él y Sirius, a perder el tiempo.

Muchas veces Sirius se quedaba dormido, y muchas veces se acostaba sobre él, y todas las veces se lo quitaba de encima golpeándolo con la rodilla en la cara, cosa que después tenía que corregir con un ungüento.

Pero, esta vez, absorto en su lectura no se dio cuenta de cuando Sirius se había vuelto a dormir, acostado en su regazo. Estuvo un tiempo leyendo hasta que se dio cuenta, y estaba a punto de hacer lo mismo de siempre, golpear la cara de su novio con la rodilla, pero se detuvo.

Sirius tenía una expresión cuasi angelical, dormía tranquilo, sus manos estaban apoyadas en su cabeza.

Por mero instinto soltó el libro, dejándolo a un lado, y su mano, por inercia comenzó a acariciar el cabello de su novio, al principio jugando con el cabello, enredándolo entre los dedos, peinándolos.

— Se siente bien — dijo Sirius acurrucándose.

— Ya, quédate quieto — exclamo desviando la mirada, miro la ventana abierta, se veía un clima hermoso, había un sol radiante, ni una nube en el cielo, pero, estar en casa, haciendo caricias en el pelo de su novio, no sonaba mal.