Día 20: Beso indirecto

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Quizás fuera el ambiente, ¿Por qué no admitir? El piano tocaba una suave melodía que los embarcaban a los dos, al punto que ambos siguieron bailando incluso cuando la música termino.

No fue hasta que una risotada hizo que los dos salieran de si, Bellatrix se había largado a reír, burlándose de Sirius.

Mirando a su alrededor noto que todos los miraban a los dos, como si fueran dos bichos raros, Severus por inercia se apartó de Sirius y salió corriendo, a buscar un lugar donde tomar aire, reviso piso por piso, pero no había balcones ¿Qué casa de cuatro pisos no tiene balcones? Solo estaban los descansos, que tenía enormes barandales, y aun así se miraba hacia abajo todo lo que pasaba por las escaleras.

Subió hasta el cuarto piso, solo para dar pasos atrás y chocar contra la pared más cercana y se dejó caer a sentarse en el piso. Quiso llorar por alguna extraña razón, se tapó la cara con ambas manos y estaba a punto de llorar.

— Verus — escucho la voz a un lado, al levantar la mirada noto a Sirius, el cual se había agachando — ¿Por qué...?

— No viste como me miraban — dijo con angustia.

— ¿Cómo te miraban? Verus, ellos miran así a todos y todo, siempre mostrándose superiores, con el mentón levantado, nadie es más inteligente o más poderoso que ellos — afirmo y luego se sentó a su lado —. Todos están por debajo de los Black, los esposos de mis primas están a la altura...y todo eso.

Sirius lo rodeo con sus brazos, permanecieron un rato abrazados hasta que de pronto los interrumpió el elfo doméstico, dándoles la orden de bajar al salón de arte.

En el salón de Arte el abuelo de Sirius, de parte de su madre, estaba parado y su esposa a su lado, ambos con una copa en sus manos, y comenzó un discurso aburrido sobre ese día.

La madre de Sirius había nacido exactamente hacia cincuenta años, el nombre era de Origen Alemán, por Santa Walburga, ya que Irma Black había sido quien le dio el nombre. La primera gran magia accidental de la Señora Black, había sido a los cinco años cuando la tía Eladora había traído joyería que le regalo, y como tenía como guardarlas convirtió a un ratón en halaguero. Como estudiante fue sumamente inteligente, llegando a ser prefecta y eventualmente delegada.

Curiosamente los padres de Sirius habían criado a las hijas del hermano más pequeño, el tal Cygnus, hasta los once años de la mayor, y estaban orgullosos de los resultados. Dos hijas perfectamente casadas con los Sangre Pura respetables. Curiosamente, y algo que le disgusto a Sirius, se habían olvidado de la tercera hermana, la del medio.

Hablaron de los dos hijos del matrimonio, que tardaron en llegar, comenzaron a alagar al hijo menor, evadiendo a Sirius, aunque los comentarios sobre el eran referentes a lo indisciplinado que era, lo rebelde, anarquista.

— Un brindis...

— Rebelde y anarquista, pero aprueba sin leer un solo libro — intervino Severus sin pensarlo, Sirius lo miro sorprendido —. Le salen la mayoría de hechizos, encantamientos, y hasta maleficios al primer intento...le inflo la cabeza a un chico, al punto que floto, y no contar la maldición de los dientes...aunque mi maldición de las uñas de los pies es mucho mejor.

— No la conocía — dijo Regulus con desdén.

— Porque yo la invente — refuto —. Y la he probado, exitosamente.

— Con Peter — se burló Sirius.

— O, si, claro, un mestizo...

Sirius no supo cómo, cuándo, pero si cuando Severus saco su varita, toda la familia se puso en guardia, incluso el señor Lestrange, pero eso no pareció importarle a Severus, quien hizo un movimiento de circulo con la varita.

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